Editoriales
Ibagué sin agua por una mala operación
El río Combeima siempre se ha comportado de la misma manera a lo largo de los años. Cabe recordar las crecientes de los años 1958, 1964, 2004 y 2005, 2016, 2017 y 2018 de grandes magnitudes y de pérdidas hasta en vida humanas; pero, ninguna de ellas hasta donde se tenga registro afectó el suministro de agua por la captación y por la tubería que conduce el agua desde la bocatoma hasta los desarenadores, que técnicamente se llama aducción, todo por negligencia o mala operación del sistema.
Esa es la situación que sucedió esta semana en la captación del río Combeima, pues por información fidedigna de funcionarios y operarios de la empresa de la Empresa Ibaguereña de Acueducto y Alcantarillado (IBAL), se ordenó por parte de la actual gerente de la entidad, Erika Palma, captar agua en medio de una creciente del río, sin contar la bocatoma con la rejilla de protección con la que normalmente opera. Es decir, se abrió la compuerta de la bocatoma a sabiendas que la abertura por donde se capta el agua no contaba con la rejilla que evita que el material de arrastre de la creciente entre a la bocatoma y tapone la tubería y los desarenadores.
Por qué entonces se pregona por parte, tanto de la Alcaldesa de Ibagué y de la Gerente del IBAL que se logró mitigar una creciente súbita del río Combeima como un éxito en restablecer de manera rápida el servicio de agua para la ciudad, si lo que realmente sucedió fue que por negligencia de la entidad que regenta la operación del sistema de acueducto de Ibagué, es decir el IBAL, en cabeza de la ingeniera Palma, se tuvo una mala operación producto de una pésima orden dada por esta funcionaria de captar agua sin las condiciones técnicas adecuadas, logrando con ello saturar de material de arrastre y palizadas las tuberías de 36” que conectan la bocatoma con los desarenadores.
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Esa es la verdad de lo que sucedió esta semana en Ibagué; los ibaguereños abocados a un racionamiento de agua por la mala decisión de una gerente de una empresa pública que, en los últimos cuatro años, más los cuatro meses de la actual administración, brilla por su ineficiencia y politiquería, que hoy domingo 12 de mayo, Día de la Madre, aún mantiene a muchos barrios de la capital del Tolima sin el vital líquido.
Ahora bien, para evitar el desabastecimiento de agua potable para los ciudadanos ibaguereños, por las crecientes súbitas del río Combeima, que cada vez serán más frecuentes e intensas, el IBAL e Ibagué como municipio, tienen el deber de poner en funcionamiento el acueducto complementario con fuente alterna, que en el gobierno del cuatrienio 2016-2019, en cabeza del alcalde de la época y hoy actual Ministro de Salud, dejó ejecutado en un 92% según el informe de empalme que reposa en los anaqueles de la entidad y de los organismos de control, y, que según el cronograma inicial de continuación de las obras del proyecto, debieron ponerse en funcionamiento en el año 2020, en el mes de junio. Es decir, hace ya cuatro años, meta que a la fecha no se ha cumplido, y los reportes e informes de los interventores y del mismo IBAL frente a este hecho cada vez son más inciertos y ambiguos.
Todo esto nos lleva a sacar una conclusión que no deja de ser tozuda y contundente para que los ibaguereños la reflexionen y analicen: ¿Es la gerente actual del IBAL lo suficientemente competente para atender la dinámica de prestación del servicio de agua potable que requiere Ibagué? ¿Existe una deficiencia en la gerencia corporativa de la empresa más importante de los Ibaguereños? ¿Quién les responde a los Ibaguereños por no contar con el preciado líquido por la negligencia en la operación del sistema de acueducto como quedó evidenciado esta semana por la mala operación que generó el taponamiento de la tubería y los desarenadores en la bocatoma del río Combeima?
La verdad de lo sucedido esta semana en Ibagué al quedar la ciudad sin agua por más de 24 horas, y a la fecha de publicación de este editorial, tener aún problemas de suministro, es el resultado de cuatro años de entregarle la joya de la corona como entidad pública a los politiqueros de turno y malos administradores, que tienen al IBAL en la peor época de su historia; y a los ibaguereños con cortes permanentes de agua y desabastecimiento continuo en todos los sectores y barrios de la ciudad.
Es de público conocimiento que en la actualidad, al interior del IBAL se refleja un ambiente laboral complejo y de enfrentamientos entre funcionarios, donde la cabeza visible de la entidad, la gerente, tiene mucho de responsabilidad.
Consideramos que tanto la alcaldesa Johana Aranda, como la gerente del IBAL, Erika Palma, le debe una explicación a los ciudadanos y usuarios, por el pésimo servicio que prestan de acueducto y la mala dirección que tiene la empresa que la lleva a cometer tan garrafales errores como el que nos ocupa esta nota editorial.
Esperamos que las explicaciones que debe dar el gobierno municipal sean reales y no mentirosas o de show mediático, donde se aplaude las supuestas soluciones y se festejan los errores que ellos han cometido. (Continúe leyendo: Acueducto Complementario de Ibagué ¿otro elefante blanco?)
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