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Opinión

La “separatidad”

La “separatidad”

Por: Juan Bautista Pasten G.


La “separatidad”, concepto latino que apunta a la división, separación, dicotomía y desencuentro que caracteriza al ser humano, tanto filogenética como ontogenéticamente, es decir, como especie y como individuo.

Debo reconocer que descubrí la noción de “separatidad” cuando casi “casualmente”, aunque es preciso señalar que, para mí, nada es casual, sino que todo tiene un sentido, un por qué y un para qué pasan las cosas. En efecto, en mi primer año en la universidad, decidí investigar acerca de filosofía contemporánea y los temas inherentes a la misma.

Esta inserción en la biblioteca principal de Santiago de Chile, me permitió llegar y descubrir lo que los historiadores del pensamiento han llamado la Escuela de Frankfurt, donde diversos filósofos y psicólogos tuvieron como objetivo medular tratar las problemáticas fundamentales de mediados y fines del siglo XX (muchas de ellas, por cierto, persisten en la actualidad).

En la Escuela referida participaron, de una u otra manera, pensadores e investigadores sociales de alto calibre – en su momento o posteriormente -, entre los cuales podemos mencionar a Herbert Marcuse, Max Horkheimer, Theodor Adorno, Jürgen Habermas, Walter Benjamin y Erich Fromm. En este último, nos detendremos para examinar el término que da origen a la presente columna, vale decir, la “separatidad”.

Por lo pronto, en la Escuela de Frankfurt, los integrantes de la misma realizaron una observación y análisis crítico de los efectos nocivos de la sociedad industrializada en las personas, en especial, en los temas valóricos y políticos.

Las consecuencias afectan, entre otras situaciones, las injusticias sociales, las conflictivas relaciones generacionales, el control del pensamiento y acciones de los individuos, la intromisión de falsos valores en el trabajo, en las familias, en los centros de estudios y en la existencia cotidiana.

Todo ello genera, por supuesto, una serie de problemas vitales, ya sea en las interrelaciones diarias como en la interioridad de las personas: estrés, falencias emocionales y mentales, desaliento, mal humor, desesperanza, pesimismo, angustia, carencia de sentido existencial y depresión.

Todo buen lector puede darse cuenta de inmediato, que los hechos descritos prevalecen, de uno u otro modo, en nuestros días. Parafraseando una cita del filósofo alemán Schopenhauer, es lícito indicar que, tal vez, “el fatalismo es inherente al ser humano”. Los invito a reflexionar en esta cita.

La Escuela prevaleció entre 1930 y 1939, hasta el advenimiento del nacismo, quien acaba con ella, incluso fue destruida físicamente. Debido a esto, la mayor parte de los pensadores huyeron de Alemania a países de Europa y Estados Unidos.

Ahora bien, como señalé anteriormente, mis afanes autodidactas permitieron acceder a la Escuela de Frankfurt, a sus ideas, pensamientos, principios y propósitos. Es ahí donde descubro al eximio pensador Erich Fromm, focalizándome, principalmente, en el concepto de “separatidad”.

Como denoté en la introducción, la separatidad provoca una diversidad de situaciones que afectan las ideas y las acciones de los seres humanos. Al respecto, Fromm – en su libro “El arte de amar” – expresa que la separatidad o estado de separación, es percatarnos de nuestra individualidad, de nuestro aislamiento, de no sentirnos cómodos ni satisfechos de nuestra vida.

Este desencuentro del hombre consigo mismo y su entorno, ocasiona que muchos busquen maneras inapropiadas de pretender lograrlo, las cuales más que fortalecer al ser humano, terminan por enajenarlo, por ejemplo, al depender de algo externo y/o ajeno: drogadicción, alcoholismo, relaciones orgiásticas y/o sadomaquistas, consumismo, egoísmo, sectarismos de todo tipo y otras manifestaciones similares.

Dejemos que el propio Fromm, entregue mayores pistas acerca de la separatidad: “la vivencia de la separatidad provoca angustia; es la fuente de toda angustia. Estar separado significa estar aislado, sin ninguna posibilidad de utilizar mis facultades humanas. Estar separado es estar desvalido, ser incapaz de aprehender activamente el mundo – las personas y las cosas -. Significa que el mundo puede invadirme sin que yo pueda reaccionar. Así, pues, la separatidad es la fuente de una intensa angustia. Además, produce vergüenza y un sentimiento de culpa”. (“El arte de Amar”).

En consecuencia, la separatidad nos separa y aleja de nosotros mismos, de lo mejor de cada uno de nosotros; además nos separa de nuestro prójimo, de la relación armoniosa con quienes nos rodean. La separatidad nos separa de la naturaleza, pues al querer vanamente conquistarla, terminamos por destruirla (he ahí, la polución, la contaminación ambiental y los complicados cambios climáticos que afectan al planeta entero). La separatidad nos aleja y separa de Dios, que nos impide develar y descubrir el enorme potencial interior que tenemos y el uso valórico que podríamos hacer del mismo, en beneficio de la humanidad en su integridad.

Es tiempo, entonces, de dejar de ser parte del problema y ubicarnos en el sendero de la solución. A nuestro juicio, esto será posible cuando seamos protagonistas de la transformación plena, la cual es imprescindible que comience en nosotros mismos, en cada uno de nosotros.

El camino propuesto por Fromm – en lo que concuerdo – es el del Amor, del auténtico Amor, que constituye la forma máxima de Unidad. Es el tiempo de educarnos y educar en el valor del Amor, que, ciertamente, es el sustrato, medio y finalidad de lo más bello y sublime de nosotros, como seres personales, humanos, planetarios y universales.

El Amor verdadero saca a la luz el poder inmanente y trascendente, individual y social, anímico y espiritual, que permite desocultar y hacer uso adecuado de los grandes misterios de la existencia. El Amor, además, nos catapulta serena y creativamente hacia el infinito.

El amor no es algo natural. Más bien requiere disciplina, concentración, paciencia, fe y superación del narcisismo. El amor no es un mero sentimiento, es una práctica, es un arte”. Erich Fromm.

       *Docencia e investigación

Universidad de Chile.

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