Por: Edgardo Ramírez Polanía

Los colombianos estamos acostumbrados a distintos acontecimientos sucedidos en la instalación del Congreso de la República, desde los sombreros de copa, frac con chaleco y pajarita, hasta las algarabías, los sombreros y ruanas multicolores de las distintas etnias que conforman nuestro sistema democrático. Ese formalismo en su esencia, es la expresión del control del gobierno a sus ciudadanos sin identificar los hechos que controlan a los gobernantes, independientemente de sus implicaciones momentáneas.

El Pacto Histórico, logró la consolidación de sus mayorías entre las distintas tendencias de grupos y partidos. Lo que se observa es que esas agrupaciones que se adhirieron, no están bien organizadas ni estrictamente convencidas, porque sus costumbres no son del todo coherentes.

El país espera ansiosamente que lo propuesto por el Presidente Gustavo Petro, se lleve a cabo así sea parcialmente, como el tema de la paz total en manos del Canciller Álvaro Leyva Durán, o la disminución de los cultivos ilícitos la corrupción y el hambre, que son los temas más sensibles de la población. Con esa realización, el país se daría por bien servido. Desde luego, que los temas de los especialistas sobre la economía arruinada, la salud al garete, la educación excluyente, no son temas de poca importancia.

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Sin embargo, los tecnócratas del Ministerio de Hacienda le tuvieron lista la reforma tributaria al Ministro José Antonio Ocampo, experto en neo estructuralismo, sin haber tenido presente objetivamente sino en cifras, que la atención de las diversas propuestas del Presidente de la República, rebasan las posibilidades de ejecución, con una deuda externa de US$ 101.948 millones de dólares y la deuda interna del gobierno $452,28 billones de pesos. El despilfarro de los gobiernos de Santos y Duque hicieron que aumentara considerablemente ésta deuda con los consiguientes perjuicios para la atención de las necesidades básicas de la nación. El presupuesto Nacional no es un botín de guerra, sino que está sujeto a precisas disposiciones legales que al no cumplirse dan objeto a sanciones penales y administrativas.

La solución no es imponiendo impuestos a los más vulnerables como son los pensionados que a través de nuestra historia, la pensión de jubilación, es un ahorro del beneficiario, ha sido objeto de impuestos y retenciones en rangos establecidos en la Ley, como tampoco se deben gravar de impuestos a los pequeños comerciantes, empresarios y tenderos.

El pago de impuestos debe estar orientado hacia otros sectores de la economía, la explotación de los recursos de la nación, minas, el sector financiero, manufacturero, de la construcción, los ganaderos sin control, los terratenientes, los grandes importadores, los  cultivadores de arroz  de extensas tierras y demás evasores, así como aquellos dineros de la corrupción que de llegar a recuperarse aliviaría mas del 50% de las necesidades del país.

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Allí es donde los críticos de oficio deben analizar las grandes causas del descalabro económico del país que lo ha sumido en importar 12 millones de toneladas de comida e importaciones por US $ 58.800 millones  de dólares. El abandono del campo para el cultivo de productos alimenticios a cambio de la palma africana para producir Diesel que empezó Juan Manuel Santos con el nombramiento del presidente de Fedepalma como Ministro de Agricultura, ha sido una de las causas del desestimulo de cultivos, además del narcotráfico, el paramilitarismo y la delincuencia común.

Los impuestos de la nueva reforma tributaria del actual gobierno deben ser muy bien analizados por el nuevo Congreso, para que se corrijan los desaciertos del anterior de gobierno de Iván Duque, en la imposición de impuestos que estuvieron destinados a los sectores de menores ingresos, mientras los grandes sectores de la economía estuvieron algunos exentos de impuestos, que generaron grandes protestas sociales. Que todos paguemos pero proporcionalmente y quienes no tienen hay que ayudarles como lo prometió el Presidente en su campaña.