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Opinión

¿Cuáles son los límites de la libertad de prensa?

¿Cuáles son los límites de la libertad de prensa?

Por Guillermo Pérez Flórez


La constitución de 1863 (Rionegro) consagró en su artículo 15, numeral sexto: “La libertad absoluta de imprenta y de circulación de los impresos, así nacionales como extranjeros”. El vocablo absoluta, quiero subrayarlo, no era decorativo, significaba que no podían ni el legislador ni el gobierno imponer restricciones a la misma. Esta constitución fue la expresión jurídico-política del liberalismo radical del siglo XIX, un modelo federal en lo que se llamó “Estados Unidos de Colombia”. Este punto fue uno de los que suscitó el distanciamiento del hondano mariquiteño José María Samper con el radicalismo, quien afirmó que “a la sombra de esas libertades iba a quedar impune todo abuso”.

Posteriormente, vino la constitución de 1886, la de Rafael Núñez, quien también militó en el Olimpo Radical, como Samper, pero que se distanció por temor a que el federalismo terminara disolviendo el país. Su Constitución consagró en el artículo 42: “La prensa es libre en tiempo de paz; pero responsable, con arreglo a las leyes, cuando atente a la honra de las personas, al orden social o a la tranquilidad pública. Ninguna empresa editorial de periódicos podrá, sin permiso del Gobierno, recibir subvención de otros Gobiernos ni de compañías extranjeras”. Y un artículo transitorio, el K, disponía: “Mientras no se expida la ley de imprenta, el Gobierno queda facultado para prevenir y reprimir los abusos de la prensa”. No se necesita ser constitucionalista para entender las diferencias entre las dos normas (la del 63 y la del 68), y tienen que ver con la libertad de expresión y de prensa. Un asunto que en estos tiempos de “Fake News” y de “periodismo militante” cobra interés superlativo.

La anterior reflexión viene a cuento por una vivencia personal. El pasado domingo, la directora de Semana, Vicky Dávila, ampliamente conocida por la opinión pública, publicó un trino responsabilizando al presidente Petro del “ataque contra la embajada de Israel… por no haber sido capaz de condenar el ataque terrorista de Hamás. Su actitud termina justificando que miles de civiles, entre ellos, mujeres, niños, niñas y ancianos, hayan sido asesinados, heridos y secuestrados por los criminales”.

Es decir, el silencio del Presidente significa estar de acuerdo con estos actos de violencia. Absurdo. Me pareció que la señora Dávila “se había pasado tres pueblos” y decidí condenar este tipo de periodismo por considerarlo “Canalla, irresponsable y un abuso de la libertad de prensa”. Rápidamente, se encendió la polémica en X (Twitter). Al momento de escribir esta reflexión mi comentario (trino) llevaba más de 28.000 vistas. Un récord para una cuenta que apenas cuenta con 3.500 seguidores. Me han dicho de todo, que si estaba buscando puesto en el gobierno, que por qué no condeno los ataques de Hamás; que mi mensaje es de “odio, de estigmatización de los medios (sic) e instigadores de violencia”. Por supuesto, la mayoría de los mensajes van contra la periodista Vicky Dávila y contra Petro. Una muestra de lo fácil que es exacerbar ánimos y atizar hogueras.

Este asunto me suscita varias reflexiones. En una democracia la libertad de expresión es algo sagrado, y puestos a escoger prefiero lo consagrado por los Radicales que por la Regeneración. Ahora bien, cada quien debe asumir el costo de sus propias palabras, y la libertad de expresión no puede ser patente de corso para responsabilizar de crímenes a una persona de manera impune.

Dávila ha arreciado en sus dardos contra Petro. Tiene derecho a hacerlo. Está en su negocio. La pregunta es si son lícitas afirmaciones como estas: “Usted es un provocador cobarde (Petro). Su actitud frente al ataque terrorista contra Israel lo muestra como un aliado de los terroristas que masacraron a más de 700 personas y secuestraron a más de 130 mujeres y niñas. Usted no se maneja solo. Parece un peón de Hamás, Irán y Rusia. En lo que corresponde a Colombia, la comunidad internacional debería estar muy atenta a la violación del orden constitucional y tomar las medidas correspondientes.” ¡¡¡Violación del orden constitucional!!! Por Dios.

Preguntas: ¿Es este el tipo de periodismo que necesita Colombia? ¿Podemos los periodistas guardar silencio ante este género amarillista, incendiario e irresponsable? ¿Hay que ser petrista para criticar esta manera de ejercer el periodismo? ¿Cuál es el límite de la libertad de prensa?

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