Opinión
Armero, 40 años después: memoria, territorio y oportunidades para el desarrollo del norte del Tolima
Por: Jaime Eduardo Reyes Martínez
*Escritor, exsenador de la República
Cuarenta años después de la tragedia, la memoria de Armero invita a repensar el futuro del norte del Tolima desde la integración regional, la sostenibilidad y el conocimiento.
La RAP Eje Cafetero y las universidades del territorio pueden ser los pilares de un nuevo proyecto de desarrollo basado en memoria, innovación y cooperación.
El 13 de noviembre de 1985 el Tolima perdió una ciudad y los tolimenses perdimos una esperanza. La tragedia de Armero no solo sepultó miles de vidas, sino que desarticuló un sistema económico y social que sostenía el dinamismo del norte del departamento. Cuatro décadas después, la memoria de Armero sigue siendo una herida abierta, pero también un llamado a mirar hacia el futuro con propósito y visión territorial.
Armero y el sistema económico regional perdido
Antes del desastre, Armero era una ciudad intermedia en expansión, el corazón económico del norte tolimense. Su economía articulaba la producción agrícola —especialmente arroz, algodón, ganadería y frutales— con una red de comercio y servicios que integraba a Honda, Mariquita, Lérida, Venadillo y Ambalema.
Armero era el punto de encuentro entre el Tolima rural y el país urbano, entre la agricultura tradicional y la naciente agroindustria. Sus vínculos rurales urbanos llegaban más allá de los limites políticos administrativos, Cundinamarca y Caldas eran testigo de eso.
La tragedia rompió esa cadena de valor regional. La desaparición de su infraestructura comercial, educativa y financiera, junto con la pérdida de su población, desarticuló una economía que irradiaba progreso hacia el Magdalena Medio y el Eje Cafetero. Desde entonces, el norte del Tolima no ha logrado reconstruir un nodo urbano que sustituya a Armero como motor de articulación territorial.
La reconstrucción inconclusa y la brecha territorial
A pesar de los esfuerzos institucionales y de la creación Armero-Guayabal, la reconstrucción económica y urbana no alcanzó a restablecer la función estructurante de la antigua ciudad. Las brechas en infraestructura, conectividad, educación y acceso a servicios públicos se profundizaron, y el norte del Tolima perdió protagonismo en la agenda de desarrollo regional.
Haber permitido que Ibagué entrara en los municipios de la Ley de Armero le quitó protagonismo a las oportunidades territoriales en el Norte del Tolima, en particular a los municipios de Lérida y Armero-Guayabal.
Hoy, la zona enfrenta un reto doble: reconstruir su identidad y redefinir su modelo económico. La conmemoración de los 40 años de la tragedia es una oportunidad para repensar el desarrollo del norte del Tolima desde la integración territorial, la sostenibilidad ambiental y la innovación productiva.
- Puedes leer: https://elcronista.co/destacadas/mantener-viva-la-memoria-de-armero-reto-en-los-40-anos-de-la-tragedia#
Oportunidades emergentes: del Geoparque a la integración regional
Una de las iniciativas más prometedoras es el Geoparque Volcán del Ruiz, impulsado por Caldas con el acompañamiento de la UNESCO. Este proyecto busca promover el turismo científico, geológico y cultural a partir de los ecosistemas del complejo volcánico del Ruiz y su entorno.
La posibilidad de incluir al norte del Tolima en esta propuesta es estratégica: permitiría integrar la memoria de Armero al circuito de turismo educativo y de sostenibilidad del centro del país, fortaleciendo la conexión natural entre el Tolima, Caldas y el Eje Cafetero. Recientemente el municipio de Murillo demostró las grandes oportunidades de turismo regional entre los departamentos del Tolima y Caldas.Armero puede ser resignificado como un territorio de memoria y aprendizaje, articulado con Ambalema, Honda y Mariquita como ejes turísticos y culturales, y con Lérida y Venadillo como plataformas agroindustriales.
La recuperación del patrimonio, la inversión en vías terciarias, la promoción de la bioeconomía y el fortalecimiento del capital humano son tareas fundamentales para reconstruir la base productiva regional.
El papel estratégico de la RAP Eje Cafetero
En este contexto, la Región Administrativa y de Planificación (RAP) Eje Cafetero tiene un papel determinante. Su función como instancia de articulación interdepartamental le permite impulsar proyectos que trasciendan los límites administrativos y fortalezcan la identidad territorial compartida entre Tolima, Caldas, Quindío y Risaralda.
Entre las tareas que podría asumir la RAP se destacan:
- Gestionar la inclusión del norte del Tolima en el Geoparque Volcán del Ruiz, promoviendo la incorporación de Armero, Honda, Mariquita y Ambalema en la red de geositios con valor científico, cultural y ambiental.
- Diseñar un corredor agroecoturístico del Magdalena Centro y el Eje Cafetero, que conecte las rutas patrimoniales del café, la historia de Armero y el turismo de naturaleza en torno al Nevado del Ruiz.
- Promover proyectos de innovación rural y bioeconomía, en alianza con universidades y centros de investigación del Eje Cafetero y del Tolima, para fomentar la diversificación productiva y el valor agregado agroindustrial.
- Fortalecer la gobernanza territorial, mediante programas conjuntos de gestión del riesgo, planeación sostenible y desarrollo de capacidades institucionales.
- Gestionar recursos de cooperación internacional, aprovechando la conmemoración de los 40 años de Armero como oportunidad para atraer apoyo técnico y financiero de organismos multilaterales.
La RAP Eje Cafetero puede convertirse en el puente entre la memoria y el futuro, entre el duelo colectivo y el renacimiento territorial.
El papel de las universidades en la reconstrucción del norte del Tolima
El nuevo ciclo de desarrollo regional debe apoyarse en la educación superior y la ciencia aplicada al territorio. En este sentido, la Universidad de Ibagué, la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto) sede Lérida y la sede norte de la Universidad del Tolima en Mariquita son actores estratégicos para reactivar el capital humano y la innovación local.
Su participación puede traducirse en acciones concretas:
- Investigación aplicada y extensión territorial. Estas universidades pueden liderar programas sobre gestión del riesgo, memoria histórica, agricultura sostenible, turismo responsable y patrimonio ambiental, generando conocimiento útil para la toma de decisiones públicas.
- Formación de talento local. El fortalecimiento de programas técnicos, tecnológicos y profesionales en agroindustria, gestión ambiental, emprendimiento y cultura contribuirá a retener y potenciar el talento joven de la región.
- Innovación social y emprendimiento. Desde la Universidad de Ibagué y Uniminuto pueden impulsarse incubadoras empresariales que promuevan emprendimientos rurales, tecnológicos y culturales vinculados al turismo de memoria y al geoparque.
- Integración universitaria regional. La Universidad del Tolima, a través de su sede norte, puede articular un campus regional compartido que vincule a las demás instituciones educativas y a la RAP Eje Cafetero en proyectos de formación y desarrollo sostenible.
- Educación para la resiliencia y la memoria. Las universidades tienen también el deber ético de promover espacios de reflexión sobre la relación entre naturaleza, desarrollo y riesgo, para formar una ciudadanía consciente y solidaria.
La alianza entre estas instituciones puede convertirse en el motor académico de un nuevo modelo de desarrollo regional basado en conocimiento, innovación y memoria, donde la reconstrucción simbólica de Armero inspire la transformación productiva del norte del Tolima.
Reconstruir el futuro desde la memoria
El Tolima no puede resignarse a recordar a Armero solo como tragedia. Armero debe ser el símbolo de una región que aprende, se reinventa y proyecta su potencial. Los 40 años son una invitación a transformar la memoria en acción y el dolor en oportunidad.
El norte del Tolima, integrado al Eje Cafetero y respaldado por su red universitaria, tiene todo para convertirse en un nuevo espacio de desarrollo sostenible, innovación territorial y cohesión social. Honrar a Armero es también recuperar su papel histórico como centro de progreso y esperanza.
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