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Crisis migratoria: entre el desarraigo y la desesperanza
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Por Marco Emilio Hincapié
Superintendente Delegado de Operaciones de la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada
Junto a España, el país norteamericano es uno de los destinos más buscados por cientos de miles de compatriotas que huyen de situaciones como la pobreza, la guerra, la desigualdad y la falta de oportunidades en nuestro país.
El llamado “sueño americano” se ha convertido, hoy más que nunca, en una pesadilla. Los aviones que llegan a nuestro país con cientos de colombianos y colombianas deportados son el triste resultado de las políticas segregacionistas del nuevo gobierno estadounidense. La vida y la dignidad humana han pasado a un segundo plano, y hoy priman intereses nacionalistas que, bajo un falso ideal democrático, violentan la diversidad.
A pesar de que, en el pasado, el gobierno estadounidense adoptó medidas para regular la inmigración, la creciente presión en las políticas migratorias se ha traducido en una mayor cantidad de expulsiones, muchas de las cuales se llevan a cabo sin considerar las circunstancias particulares de los deportados. En lugar de ser tratados como personas, son cruelmente calificados como “capos del narcotráfico” y “criminales”.
No se puede negar que, infortunadamente, algunos compatriotas han incurrido tanto en infracciones migratorias como en delitos durante su estadía en Estados Unidos. Sin embargo, esto solo representa una minoría con respecto a los cientos de miles de colombianos y colombianas que trabajan, pagan impuestos y contribuyen con el desarrollo económico del país norteamericano.
Para ellos y ellas, el retorno forzado a Colombia es mucho más que un simple regreso: es el desarraigo de una vida construida con esfuerzo, además de un golpe emocional y económico que aumenta la incertidumbre sobre el futuro. La historia nos ha enseñado que la aniquilación física y simbólica del otro solo refuerza proyectos radicales que obvian el respeto por los derechos humanos.
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La crisis migratoria de los colombianos deportados no solo es un problema para los migrantes en sí, sino que también representa un reto para ambos países. Para Colombia, la reintegración de los deportados se convierte en una cuestión de justicia social y política.
No basta con regresar a estas personas a sus comunidades de origen, sino que es necesario ofrecerles un sistema de apoyo que les permita reintegrarse adecuadamente al mercado laboral, acceder a servicios públicos y reconstruir sus vidas. Las políticas de reintegración, aunque existen, son aún insuficientes y no siempre logran garantizar que estos migrantes puedan salir de la exclusión social que, paradójicamente, los llevó a emigrar en primer lugar.
Por otro lado, Estados Unidos tiene la responsabilidad de tratar a los migrantes con dignidad y humanidad. A pesar de las políticas restrictivas de la administración actual, es crucial que se reconozcan las complejidades de los casos de los migrantes colombianos, muchos de los cuales han formado vidas significativas en territorio estadounidense. Deportarlos sin un proceso adecuado que considere su historia personal, su contribución económica y su situación familiar, no solo es una violación de los derechos humanos, sino que también perpetúa ciclos de desarraigo que pueden generar consecuencias a largo plazo tanto para los deportados como para sus familias.
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Fue el propio papa Francisco quien nos recordó que la migración es, en términos bíblicos, el éxodo del siglo XXI. Por ello, nos ha dicho el Sumo Pontífice, no es a través de la militarización de fronteras ni de la expulsión de los migrantes como se resolverán los problemas de las naciones. Lo que se requiere, en cambio, es más humanidad, más amor y empatía: “Rechazar a los migrantes es un pecado grave”.
Frente a esta crisis, la respuesta debería ser colectiva. A pesar de esta trágica situación, esta puede ser una oportunidad para que nuestros países del sur global reconfiguren sus políticas sociales y económicas con el fin de recibir a nuestros compatriotas y, sobre todo, de mitigar los factores que desencadenaron su migración.
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