Columnistas
León XIV, un papa mestizo

Por Guillermo Pérez Flórez
*Abogado-periodista
La elección del papa León XIV es una muestra de cómo funciona el mundo actual. Inmediatamente se supo que el elegido había sido el cardenal Robert Francis Prevost Martínez, miles de personas comenzaron a escudriñar su vida, sus raíces familiares y su pensamiento.
El escrutinio está siendo extremadamente riguroso, casi microscópico, y comienzan a tejerse toda suerte de historias y especulaciones. Es parte del costo de la vida pública y nos indica hasta qué punto la escogencia del Papa es, ante todo, un acto político.
El aspecto menos complejo de este ejercicio es el relacionado con su pensamiento, pues existen muchos hechos y documentos que permiten hacer inferencias. Es un hombre joven y se conoce su trayectoria; por lo tanto, es un campo en el que no deberían darse mayores sorpresas.
La escogencia del nombre, “León”, por ejemplo, muestra una identificación con el papa León XIII, artífice de la Doctrina Social de la Iglesia, quien en 1891 promulgó la encíclica “Rerum Novarum” (“de las cosas nuevas”), que abordó la situación de los obreros, las relaciones entre trabajadores, empresarios y el Estado, así como la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa. En ella habló —miren ustedes qué parecido con nuestro tiempo— de “la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría”.
Fue escrita en un momento de profundos cambios sociales y económicos, especialmente derivados de la Revolución Industrial (hoy es la tecnológica), que produjo grandes desigualdades entre ricos y pobres. Su cercanía con Francisco, quien lo hiciera cardenal en 2023, haría suponer que León XIV tratará de dar voz a los más débiles y necesitados, aunque, desde el punto de vista de las formas, pueda ser menos mediático y heterodoxo, más amigo de las convenciones.
Existe otro aspecto sobre el que ya se está hablando mucho: sus raíces familiares. Según un genealogista, Jari Christopher Honora —quien ha saltado a la fama mundial al afirmar que el nuevo obispo de Roma no solo es estadounidense y peruano, sino que tiene raíces criollas situadas en Nueva Orleans, Luisiana—, los abuelos maternos de León XIV vivieron en un enclave histórico de la cultura criolla, y podrían tener ramificaciones con Haití o República Dominicana.
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Honora afirma que los abuelos, Joseph Martínez y Louise Baquié, se casaron en 1887 en la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. ¿Por qué es importante esto? Porque significaría que el Papa no es un “gringo” en el sentido que lo entiende Donald Trump: no es blanco caucásico (blanco, rubio y de ojos azules) ni de orígenes anglosajones. Podría proceder, incluso, de negros esclavizados.
El estado de Luisiana fue comprado por Thomas Jefferson a España en 1803; allí llegaron miles de negros esclavizados. En otras palabras, el Papa y su familia, de “gringos” sólo tendrían el hecho de haber nacido en suelo estadounidense (“ius soli”), algo que Trump quiere eliminar. Este principio legal otorga la nacionalidad a una persona en función del lugar de nacimiento. Se adquiere la ciudadanía de un país si se nace en su territorio, independientemente de la nacionalidad de los padres. Prevost se parece más a Obama.
El Papa nació en Chicago, pero su labor como misionero la realizó en Chiclayo (Perú). Ser misionero es una labor determinante. Significa estar comprometido a fondo y en la praxis con el legado de Jesucristo. Es entregarse a los otros, dedicarse a servirlos —pero esos otros son los débiles, los necesitados, los que nada tienen—, y compartir sus estrecheces y angustias cotidianas.
Nada mejor que una persona con estas condiciones para entender a los inmigrantes, a quienes han tenido que abandonar la patria para darse una oportunidad. Desde esa perspectiva, León XIV sería la antítesis de Trump, quien considera a los inmigrantes “veneno para la sangre de este país”, como lo dijo en campaña.
El Santo Padre dará mucho de qué hablar. Debo confesar que, al escuchar su discurso, me emocioné; sus llamados a la unidad, a la paz y a la inclusión me parecieron un bálsamo. Lo vi, además, pasar saliva varias veces: un síntoma de tensión, ansiedad y miedo.
Apenas natural, por la dimensión de su responsabilidad.
¿Será el continuador del legado de Francisco? No lo sé con certeza. Esperaría que sí. Quiero creer que sí. El mundo entero necesita de este papa mestizo. Que Dios lo ilumine.
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