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¿Es posible una sola voz ante Trump?
Por Guillermo Pérez Flórez
*Periodista-abogado
Un detallado informe de El País de Madrid cuenta que en los últimos 15 años Estados Unidos ha deportado 4,4 millones de mexicanos. Obama (2009-17) fue el que más expulsó: 2,8 millones. La cifra, además de escalofriante, derrota un mito: que los republicanos son duros y los demócratas blandos.
Biden, acusado de haber dejado la cuestión migratoria manga por hombro, deportó más que Trump (824.018 contra 766.373). Y en cierta forma es lógico, Trump es empresario y sabe el valor de la mano de obra, los demócratas no. El informe no lo dice, pero en los gobiernos de Clinton fue peor la cosa.
Lo grave ahora es que Trump quiere romper los récords demócratas, ha prometido hacer “la deportación masiva más grande de la historia”, y ha activado todo el dispositivo para ejecutarla, incluida la movilización militar. “Se detendrá inmediatamente toda entrada ilegal y comenzaremos el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde vinieron.” Vuelve sinónimos inmigración y criminalidad, con lo cual estimula la xenofobia. Todo aquel que no sea rubio, blanco y de ojos azules es inmigrante y, por ende, delincuente.
El daño que hace a la sociedad norteamericana es inmenso. Las tensiones raciales irán en aumento. Da alas a grupos paramilitares dedicados a “cazar” migrantes. De estos grupos poco se habla, pero existen desde el año 2006, cuando en Texas y Arizona empezaron a aparecer, armados, con camuflaje militar, en camionetas y motocicletas, patrullando la frontera. Ya para 2019, en Estados Unidos había 165 grupos paramilitares identificados con el supremacismo blanco y el nacionalismo promovido por Trump. Se hacen llamar los “Migrant Hunters” y se dedican a secuestrar y disparar a quienes intentan cruzar la frontera.
Es irónico que un país construido por inmigrantes se esté convirtiendo en la meca de la xenofobia.Los primeros en llegar a Estados Unidos fueron los españoles, a Puerto Rico, descubierto por Colón en 1493, allí se estableció Juan Ponce de León, a su vez, el descubridor de Florida. Por eso hay ciudades y pueblos con toponimia española, como San Francisco, Los Ángeles o Santa Fe, o estados, como California, Colorado o Nevada. Por eso mismo la bandera de San Diego tiene tres franjas, amarilla, blanca y roja, que recuerdan la de España. Debajo de la blanca dice 1542, el año en que Juan Rodríguez Cabrillo llegó a la Bahía de San Diego. Los ingleses arribaron más tarde (1609), a lo que hoy es Nueva York, y luego los llamados “Peregrinos” (1620) a bordo del Mayflower. Les seguirían los irlandeses, los alemanes y los holandeses, que en 1626 compraron la isla de Manhattan a los indios, por 24 dólares y la bautizaron Nueva Ámsterdam.
Criminalizar a los inmigrantes es una canallada. Puede terminar mal, muy mal. Pienso en la cantidad de latinoamericanos que residen en EE. UU. irregularmente, como al comienzo lo hicieron casi todos, y digo que los gobiernos de la América al sur del río Bravo, deberían dejar sus diferencias políticas y convocar un nuevo Congreso Anfictiónico en Panamá, como el que convocara el Libertador Bolívar 1826, ya no para constituir una federación, sino para tratar de consensuar una posición unitaria y hablarle al presidente Trump. Seguramente, no faltará quienes de los actuales presidentes prefieran la obediencia ciega, pero un mínimo de dignidad no le vendría mal a nadie.
Las víctimas no serán solo los mexicanos. Trump ha cancelado dos programas humanitarios que regularizaron venezolanos, haitianos, nicaragüenses y cubanos. Abramos los brazos y los corazones para recibir a los miles de colombianos que podrían ser repatriados.
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