Opinión
La salud mental: ¿derecho o deber?
Por Daniela García - Psicóloga
Sin ánimo de spoilear, mencionaré un detalle que observé en el protagonista: cuando lograba encontrar algo que lo hacía "feliz" la transición del deporte a la actuación le resultaba más simple, y en consecuencia destacaba más en cada una de sus apariciones. La cara B de todo ese éxito, la consecuencia: no se percibe ni un solo gramo de satisfacción en él.
Cuando hablamos de las consecuencias de las emociones, no nos damos cuenta que se están convirtiendo, o se convirtieron, en una epidemia; sin restricciones para salir de casa, sin tener que usar mascarilla o sin tener que limitar las cosas que debes, tienes o quieres hacer.
Quisiera que reflexionemos, por un momento, en los daños que podría tener una persona que no es escuchada, que no se siente satisfecha con lo que hace, que realiza muchas actividades con el fin de encontrar “un sentido” o “la felicidad en la vida”, pero, aún cuando llegan a aquel lugar que pensaban era la felicidad, no logran sentirse completos. Pensemos en la siguiente pregunta: ¿es ese el camino a la felicidad?
Antes de volver a la serie, me gustaría que intentes recordar si alguna vez escuchaste alguna de las siguientes frases: “pero en mi época no pasaba esto”, a nadie le afectan sus emociones, no podías sentirte triste, era cuestión de levantarse, “andar y trabajar”, “llorar es para los débiles”, “muchas ganas de llorar, espere y verá que yo sí le daré razones”.
Si bien estás frases son un poco ortodoxas, denotan un carácter: el carácter del colombiano. La serie me inspiró a hablarles sobre la resiliencia, nuestra resiliencia. Esa berraquera, esa fortaleza del colombiano que nos caracteriza, esas ganas de salir adelante que tenemos siempre, sin importar las circunstancias.
La resiliencia es la realidad de muchas personas que lograron sortear obstáculos que otros simplemente no intentarían. Pero esto no deja de ser un trauma, que en algún momento debemos sanar. Debemos dejar esa mochila con ese tiempo de dificultad; de estar todo cuesta arriba, a un lado y ser verdaderamente felices. Abrazando lo que aprendimos en el arduo camino y expectantes por todo lo nuevo que tenemos por descubrir.
La epidemia emocional no se trata de algo que entra a nuestro cuerpo y que se puede contagiar mediante el aire o tocando alguna superficie. Se trata de esa voz interior que quizás hace mucho tiempo no escuchas, la misma voz que te dice de tomarte una pausa, esa voz que te pregunta: ¿por qué seguir haciendo algo que no quieres?. Esa voz que te dice: ¿por qué continuar con alguien que te lastima?.
Las preguntas que te hago el día de hoy son: ¿eres feliz? ¿Te sientes a gusto con lo que haces? Si sientes emociones guardadas… ¿Por qué no decirlas? Quizás llegues a conclusiones similares a las mías en algún momento, donde pensaba simplemente que no tenía sentido decirle nada a nadie porque nadie me iba a entender; era cuestión de ser un adulto, pero… ¿Por qué repetir el ciclo? ¿Por qué continuar haciendo las cosas que sabes que duelen? ¿Por qué continuar rodeándote de personas que te hacen daño? ¿Por qué continuar intentando que todos piensen bien de ti sin pensar en lo que tú sientes?.
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Esta epidemia emocional no provoca dolor en los huesos, no produce pérdida del gusto o del olfato. Si tienes una sensación en el cuerpo en la que sientes que no hay un camino. Por favor, busca ayuda.
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