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Opinión

La política

La política

Por: Raúl Monroy Molina


Si usted nació con verdadera vocación de servicio y como resultado le causa profundo dolor la infame injusticia, que tiene a los pueblos sumidos en la miseria y en el más penoso subdesarrollo, el medio indicado para mostrar sus intenciones sinceras, de hacer algo por paliar las dolencias de esta enfermedad terminal que se convirtió en una constante naturalizada de la desigualdad, es la política.

Si ver la pobreza en que viven algunos de nuestros semejantes le produce dolor y usted los puede ayudar gobernando despojado de la indigna politiquería e invirtiendo bien los recursos de los contribuyentes colombianos, para tal determinación osada, debe cubrirse de total valentía y del mejor blindaje, para protegerse de toda clase de ataques viles y rastreros, censuras y reproches a todos sus actos y determinaciones acertadas o imperfectas, características de cualquier ser humano.

Si no las ha tenido y se considera perfecto no se ilusione, que se las inventarán. Si por el contrario, solo piensa enriquecerse fácilmente y al cabo del periodo huir a otras latitudes a disfrutar de lo mal habido, escoja otra opción de trabajo y no engañe al pueblo.

En contraposición a la verdadera intención dirigida al servicio como misión principal que debe tener esta ciencia, a través de los años se ha venido corrompiendo su legítima esencia y ahora se mira como una opción tentadora para mejorar la calidad de vida, mediante la perversa corrupción con el dinero del pueblo.

La ignorancia de muchos miembros de la comunidad, revalidan estas pérfidas prácticas, convirtiendo en enemigos personales a los contradictores de su campaña, en la mayoría de los casos no por su propia iniciativa, sino en obediencia a avivatos inescrupulosos, que los utilizan como borregos e idiotas útiles con promesas de beneficio personal, que no cumplirán.

En consecuencia, es común advertir a esos referenciados anteriormente, manejar cualquier recurso infame como argumento válido de contienda, para causar daño individual.

Por lo anterior siempre será difícil ocuparnos de la verdadera suerte de nuestros territorios, de lo que más nos favorece como habitantes o tiene que ver con el desarrollo, porque la atención de todos está fijada en la murmuración y la patraña, que nada tienen que ver con la inmensa responsabilidad de la elección de quien gobernará los destinos del municipio.

Es importante agregar a esta escéptica reflexión como atenuante, que en algunas entidades territoriales, la gente se cansó de tanta desidia y saqueo al erario, y están prefiriendo masivamente a candidatos acaudalados, con situación económica definida, y expertos en el manejo de sus propias finanzas, como alternativa de cambio y sobre todo garantía de la detención al robo de los tributos del pueblo de los más necesitados.

Esta acción honesta que da como resultado la oportunidad de trabajo a los propios del terruño, porque si no se utiliza la ignominiosa costumbre, de recibir dinero a los mercaderes de las administraciones, los gobernantes tendrán libertad de escoger a su propio equipo de trabajo y no a quienes impongan los aportantes a la campaña, como ha sido tradición.

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