Opinión
El machito del siglo XXI
Por: Carlos Eduardo Cano Martínez
El machito de antaño, ese que a la mujer le veía como una posesión, ese que exigía la virginidad de su propiedad, ese mismo que prohibía a su mujer cortarse el cabello –para no parecer un hombre-, el mismo que le dijo a muchas de sus madres que el hábitat propicio para ellas era la cocina; ese machito del que hago mención, es muy parecido al de hoy.
El machito del siglo XXI tiene aun rasgos del machito de otrora épocas; pero algunos disfrazan su accionar de machito, con publicaciones liberales en redes, usando ropa alternativa, autodenominándose feminista, aceptando al amigo gay, marchando contra la violencia hacia la mujer o jactándose de su pensamiento liberal.
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En esta época existen machitos que embriagan mujeres en una fiesta, para aprovecharse de la víctima vulnerable y, posteriormente, se congrega con sus amigos machitos a vanagloriarse por la “conquista” alcanzada. El machito es tan macho que para conseguir una relación sexual tiene que hacerlo con alguien que no está en sus cinco sentidos, pero en su imaginario esto es toda una hazaña.
El machito regala flores el día de la mujer, y con el florero donde pone esas flores, le estalla la cabeza, solo porque es mujer. Mira las tetas y el culo de otras mujeres, pero no consiente que miren a su mujer; -porque es su mujer- no es su esposa, ni su pareja, ¡es su mujer!, es suya y de nadie más. Pero también, el machito heterosexual tiene amigos “maricas”; eso sí, que estos mantengan su distancia, que él no es marica, que lo respete. Ese machito heterosexual es el mismo que no mantiene esa distancia que exige al marica, con la amiga que manosea mientras está inconsciente. Ese mismo -con la virilidad en toda su magnificencia- le endosa un puño en la cara “al marica que le mira el bulto”; como decía el escritor chileno Lemebel “¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?”.
Pero este violento exceso de testosterona, no solo se presenta en la heterosexualidad. El machito también puede ser gay y discrimina a quien como él, es marica, pero afeminado. El machito marica se burla de aquellos que en la relación sexual ocupan “el papel de la mujer”; lo que él no entiende es que para los machitos heterosexuales, es igual de marica que el otro.
Y el machito compra moto que para conquistarse una hembra -dice-, y además la maneja borracho “¡Yo tomado manejo mejor!”, se accidenta y exhibe la herida, cual guerrero en batalla. Embaraza la novia, y es tan machito que no reconoce a su hijo; porque ese hijo no es de él, es de otro con el que le fue infiel; pero el machito tiene tres novias más; él no es “perro”, es un verraco.
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Y en últimas, el machito muere en su moto por traspasar otro auto en una curva; muere porque se peleó con otro machito, pues este le miró a la mujer; muere porque le gustan las armas –se siente macho con ellas- y se mete a una pandilla callejera y otro macho lo dio de baja; pero el machito puede sucumbir también por distintas manifestaciones del machismo; porque amigos, irónicamente, el machismo también mata hombres; ¡sí¡ el machismo está matando los machos y los machos están matando a las mujeres.
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