Por Carlos Alberto Estefan Upegui - Exgobernador del Tolima

La temática escogida por la prensa para hacer sensacionalismo en contra del Presidente Petro, parece haber evolucionado en los últimos días, de las almohadas de plumas de pato para la “Casa de Huéspedes” en Cartagena; la posesión de la Ministra Irene en tenis, o el baile de la Primera Dama en la calle, junto con otras nimiedades, para pasar al serio asunto del conflicto entre Israel y Palestina.

Sin embargo, la actitud de los detractores continúa igual al interpretar a su amaño el pensamiento del Jefe de Estado.

Un mandatario sabe lo que dice, porqué lo dice, cómo y cuándo lo dice. No está solo, tiene consigo un equipo de estudiosos que también consulta, pero lo más importante es reconocer en este caso, que Gustavo Petro posee la experiencia y los conocimientos que la oposición pretende ostentar y creerse con capacidad y condiciones para exigirle cómo proceder.

 “En democracia se respeta la libre expresión y el derecho al disenso como garantía de la ciudadanía para ejercer el contrapeso a los poderes establecidos”, pero no es mediante la tergiversación, el engaño la mentira y la conspiración.

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La oposición quiere que todo se haga y se diga partiendo de cuánta interpretación amañada se le antoje.

No hay duda que «Colombia es un país enfermo» tal como lo describe un médico psiquiatra dedicado a analizar la conducta de nuestros conciudadanos, y como lo dijo un twittero: “se trata de los mismos que votaron NO a la Paz”.

“Los mismos que apoyan y obedecen a un expresidente que cometió crímenes de lesa humanidad."

Los mismos que en las pasadas elecciones perdieron porque no votaron por Petro sino por “Un loco” grosero.

“Los mismos que celebran y aplauden la determinación de El Consejo de Estado de tumbar el decreto que declaraba la emergencia económica y social de La Guajira". Región del país que no tiene agua, porque otro presidente ordenó desviar el río Ranchería para explotar 600 millones de toneladas de carbón que están bajo su cauce.

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Todo ello, en contubernio con la prensa sensacionalista que mientras hace terrorismo mediático ni siquiera se inmutó con los hornos crematorios encontrados en Juan Frío.

Y como si fuera poco, los mismos que ahora se muestran solidarios con la barbarie cometida por Israel en represalia contra el pueblo palestino, como si todos ellos, los palestinos, pertenecieran al grupo terrorista Hamás.

Igual, como tampoco todos los colombianos somos narcotraficantes ni guerrilleros, aunque así por ignorancia nos califican por fuera del país. Cuando lo que importa es el cese el ataque contra vidas inocentes sean palestinas o israelíes.

"No apoyamos genocidios" dice el presidente de Colombia, tan claro como que “Este es el Gobierno de la vida”.