Opinión
Campaña de agresiones e insultos
Por Carlos Alberto Estefan Upegui - Exgobernador del Tolima
Por supuesto, siempre ha sucedido algo semejante, pero nunca con la proliferación y frecuencia de ahora.
Tanto que un aspirante debe pensarlo muy bien antes de presentar su nombre, y aunque los hay decentes y honrados, casi todos quedan sujetos a tener que afilar su lengua para defenderse, en lugar mejor de usarla para presentar y sustentar sus propuestas, fundamento y razón de su candidatura.
La corrupción campea y las acusaciones supuestas o reales rayan en lo criminal, porque como quiera, se dice que «la mejor defensa es atacar» y el oponente se verá en la necesidad de defenderse, trasladando todo el arsenal a un escenario de muy bajo nivel, aberrante y de mutuos señalamientos para desacreditarse.
Lo cual sucede no solamente de parte de los candidatos, sino también de funcionarios del gobierno y jefes de los organismos de control, como hemos visto en el orden nacional, a la Procurada y al Fiscal en una clara y abierta intervención en política, cuando se supone deben garantizar su neutralidad.
Así mismo, la prensa resolvió hacer parte del desorden, actuando emocionalmente y en gavilla, ofertándose al mejor postor; e inexplicablemente, exigiendo respeto por la libertad de prensa cuando ni ellos lo hacen debido a sus fake news y al sesgo dado a la noticia en favor del candidato de sus preferencias.
De ahí que exista un gran desaliento entre personas serias por escuchar noticias, ver televisión o leer escritos cargados de interpretaciones amañadas y mentirosas. Además, porque dichas personas tampoco gustan presenciar el maltrato o los insultos y prefieren la objetividad.
Entre tanto, los arrogantes comunicadores y directores de noticieros, quienes se autodenominan portadores de “la verdad” cuando realmente no lo son, hasta se molestan si no se les aprueban y comparten sus opiniones.
Periodismo semejante a una sección otrora en sábados Felices denominados «el Inspector Ruanini», quien se las sabía todas y se creía con derecho a investigar, en este caso violentando el derecho al debido proceso y a la legítima defensa, para después atenerse unilateralmente a sus propias conclusiones y hacer uso del poder del micrófono y la manipulación de la noticia para someter a su “investigado” al escarnio público.
De ahí el incremento sistemático del uso de las redes sociales, particularmente WhatsApp, Twitter y Facebook, que aunque sin control y con un lenguaje crudo y hostil, han pasado a convertirse, verdad sea dicha, en una alternativa contra el monopolio de los medios de comunicación tradicionales.
Así las cosas, políticos, gobernantes, profesores, científicos, gerentes e incluso reconocidos empresarios e inversionistas, hasta el Señor Presidente de La República, no les ha quedado más que utilizar las redes sociales con el fin de expresar libremente sus opiniones y revelar sus puntos de vista.
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