Editoriales
Los estudiantes, el personaje del año 2018
Aunque no es nuestra costumbre reconocer a determinado personaje como el más importante del año, por muchas razones, entre ella las subjetivas como las querencias políticas y comerciales que nunca faltan en estas escogencias, hoy queremos exaltar la lucha de los estudiantes por la defensa de la universidad pública.
Nos referimos al movimiento como tal, sin detenernos en nombres propios de dirigentes que bien ganado tienen su prestigio al liderar al movimiento social más importante que se realizó este año de 2018, al conseguir parte de una de las conquistas necesarias para la subsistencia de la universidad pública: su financiación.
La unidad que demostró el movimiento estudiantil desde hacía más de 30-40 años no se observaba; logró ponerlos de acuerdo en torno a propósitos y objetivos comunes, dejando de lado diferencias de conceptos y criterios que obviamente deben existir en escenarios como el universitario donde se cocina y fabrica el pensamiento político y social de todos los tiempos. Es decir, se cumplió aquella premisa tan necesaria en todos los movimientos alternativos como es la unidad en medio de la diversidad y las diferencias. No se necesita tener una idea monolítica para luchar por temas o puntos comunes que nos unan, podemos tener diferencias en muchos aspectos pero estar de acuerdo en cosas fundamentales y luchar unidos por ellas, así como lo hicieron los estudiantes.
Como colectivo social, los estudiantes concitaron la atención y solidaridad de la mayoría absoluta del pueblo colombiano, que consideró justa sus peticiones y necesaria su lucha ante la ausencia del Estado para suplir necesidades primarias de la población como la educación.
Fue tal impacto de su movimiento y el arraigo que tomó en la bases estudiantiles, incluyendo a la universidad privada, los trabajadores organizados, indígenas, y demás actores sociales, que los sectores más retardatarios, reaccionarios y oscurantistas del país, tuvieron que acudir a la infiltración del movimiento a través de los servicios de seguridad y agentes del gobierno con el fin de motivar desordenes y desmanes y luego culpar a los estudiantes, como una forma de desprestigiar su movimiento. Pruebas existen por cantidades y grabadas que circularon por la redes sociales.
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El ejemplo y la capacidad de convocatoria y lucha de los estudiantes es digno de resaltar, por constituir una imagen que llenó las calles de las grandes capitales, de Ibagué y Colombia de miles de estudiantes y jóvenes que le imprimieron cambios, transformaciones, esperanza y futuro al destino de la educación en nuestro país.
La potencia de los movimientos estudiantiles históricamente aquí y en muchos lugares del mundo, se han convertido en el faro que iluminan y guían caídas de dictaduras, retan al establecimiento, reforman constituciones y reivindican a los excluidos y clases menos favorecidas.
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En este marco, así sea un paliativo el acuerdo logrado con el gobierno de Uribe, es un avance para nueva batallas que se deben dar en defensa de la educación pública, comprendiendo a esta como motor de desarrollo y arma de liberación que nos lleva a entender el pensamiento crítico, a analizar y discernir el diario acontecer y las medidas que toman las clases dominantes contra los de abajo, en el caso de este régimen, contra la clase media.
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Pese a nuestra edad, de tener el sol a nuestra espaldas, nos llenamos de vigor y entusiasmo al presenciar movimientos políticos y sociales tan maravillosos como el de los estudiantes, que nos rejuvenecen y nos anima a seguir luchando, a pensar que nada está perdido y que tenemos muchos por conquistar.
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