Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Columnistas

¿La UT: Alma Mater o Alma Mortem?

¿La UT: Alma Mater o Alma Mortem?

 

Por: Julio César Carrión

A propósito de la “reapertura” de la Universidad del Tolima y del gesto triunfalista que acompaña, tanto al señor rector Ómar Mejía y sus secuaces, a los clientelistas miembros de un Consejo Superior -mayoritariamente subordinado a las directrices gubernamentales- e incluso a muchos despistados docentes -inmersos en sus intereses personales de ascenso en el escalafón y mejoramiento salarial-, como a los estudiantes rutinarios que, a pesar de las residuales expresiones de “izquierda” o de oposición al sistema que les acompaña, sólo conciben la universidad como un “tituladero”, que supuestamente les permitirá una pronta y certera “movilidad social” en el competitivo sistema capitalista que ya nadie quiere confronta.

¿Acaso la reiniciación de actividades, la reapertura del Alma Mortem, significa en realidad una especie de colofón a la crisis universitaria, o la mera continuidad del gatopardismo -cambiar algo para que todo siga igual- que hace ya mucho tiempo caracteriza a estas instituciones centradas exclusivamente en la promoción y defensa del statu quo, de un capitalismo tardío que se resiste a desaparecer?

Quiero reiterar que, como una significativa muestra de la derrota de la Ilustración y de los intereses emancipatorios, las universidades se han convertido paulatinamente en espacios, en guetos de profesionales e intelectuales que, envueltos en la retórica de los “especialistas” y prevalidos de una supuesta “autoridad epistemológica”, difunden sin ningún empacho, la tranquilidad y el conformismo, desde el reino encantado de la simulación y el despropósito, en que se convirtieron estas istituciones.

(Lo invitamos a leer: Elección cantada del rector de la UT)

Universidad: el reino encantado de la simulación

Rafael Gutiérrez Girardot, refiriéndose a la incoherencia intelectual y política que se vive en el mundillo universitario latinoamericano, tan sometido a los dogmas, al autoritarismo y a la farsa, afirmó que: “la vida intelectual y literaria de las Españas está dominada por las artes de la simulación, esto es, por la carencia de crítica y por una consecuente degradación de la figura del intelectual, que lo convierte en una prolongación del cacique político. Y lo que importa es realmente tratar de encontrar el lugar en donde se transmite y reproduce el rastacuerismo, la simulación. Y no puede caber duda alguna: este lugar es la Universidad”.

La universidad se ha convertido en el principal espacio de la simulación; todo cuanto en ella acontece está marcado por la imitación, el fingimiento y las falsas apariencias. Nada más ver la opereta de la “elección de rectores” en que se encuentran comprometidas las universidades colombianas, en donde de antemano se sabe que el “elegido” será aquel que logre -tras las bambalinas, en las tramoyas del poder politiquero- seducir o tramar a los conspicuos representantes de los grupos hegemónicos, que toman asiento y deciden sobre la vida académica y administrativa, desde los Consejos Superiores, convertidos en una simple extensión de los gobiernos de turno, mientras, de manera consciente, se teje la sofisticada urdimbre de unas supuestas “negociaciones democráticas”, bajo el velo de una también fingida autonomía y con la careta de una falsa “transparencia intelectual”.

Pero eso no es todo, la “voluntad de conocimiento” que antaño caracterizara una visión fáustica de los quehaceres pedagógicos y educativos, por arte de birlibirloque, se ha sustituido por el interés de aparentar, de simular. La acumulación de títulos, grados y diplomas, se convirtió en algo imprescindible, porque esa es la manera de alcanzar un reconocimiento o una “certificación”, ya sea personal o institucional.

Como lo señala la sabiduría popular, si ayer se decía que había “burros cargados de plata”, para significar la ostentosa diferenciación social basada en las propiedades y el dinero; hoy se puede afirmar, sin temor a equivocarnos, que existen “burros cargados de diplomas”. Esa “voluntad de conocimiento” ha terminado fatalmente subordinada a la “voluntad del poder”, lo que lleva implícito la conversión de las universidades en simples “tituladeros”, tal como se lo reclama el interés tecnocrático, o mejor, tecnofascista, que gobierna el mundo.

El cinismo pragmático que se evidencia en un gran número de ofertas, programas y currículos universitarios, funciona en consonancia con las actuales exigencias de la reorganización capitalista que reclama trabajadores, además de obedientes, “flexibles” y “polivalentes”, es decir, integrados a las competencias y estándares fijados por las diversas empresas y por las transnacionales, a quienes nada les importa la formación de seres humanos integrales, el humanismo, la solidaridad o la utopía, sino únicamente el interés de lucro y las ventajas comparativas que les dé el mercado.

(Puede leer: Como estaba anunciado, Ómar  Mejía fue designado rector de la UT)   

Así las cosas, lo que importa no es la promoción de una cultura siquiera positivista o “progresista”, o de una auténtica democracia, sino la apariencia de la cultura y, por supuesto, el simulacro de la democracia. De esta manera se realiza cabalmente en las universidades, el consejo que diera Mefistófeles a Fausto en la escena IV de la primera parte: “Desprecia solamente razón y ciencia, la suprema fuerza del hombre; deja tan sólo que con artilugios de relumbrón y magia te corrobore el espíritu del engaño, y así serás mío sin condiciones...”

“Artilugios de relumbrón y magia” son todos esos esfuerzos del profesorado universitario por alcanzar las acreditaciones y las indexaciones exigidas, en esa especie de pacto demoniaco en que se les convirtió la búsqueda de un mejor nivel en el escalafón salarial. Estratagemas y engañifas que se disfrazan tras la prepotencia “doctoral”, el falso orgullo intelectual, y un cúmulo de conocimientos científicos alejado de la ética.

Todos estos fanáticos del ascenso social, aferrados a la simulación y a las pautas democrateras de la “competitividad”, constituyen el elemento clave para la defensa del publicitado “nuevo orden mundial”; de esa todavía llamada “civilización occidental y cristiana”. Ellos son los incondicionales valedores del statu quo. Estos bienintencionados administradores y docentes universitarios, dicen estar dispuestos a defender la “democracia” en sus más diversas formas y expresiones: ya sea el tan ponderado, -como jamás realizado- Estado Social de Derecho, la “democracia vigilada” que impusiera Pinochet, o la “seguridad democrática” -la sangrienta comedia de Uribe, que convalida este gobierno-. En todo caso afirman someterse y acatar kantianamente las normas y las leyes, de esta manera no se expone a caminar el terrible desierto de la oposición.

Esta especie de zombis que pululan en el gueto universitario, por la imperiosa necesidad de seguirse considerando vivos y activos, han convertido en cultura triunfalista la resignación, la indiferencia, el aburrimiento, el cansancio y la desilusión. Se acostumbraron a falsificar todo el tiempo la realidad en que se mueven, utilizando dicha falsificación, como un bálsamo que glorifica su derrota en el reino encantado de la simulación universitaria.

Siguenos en WhatsApp

Artículos Relacionados