Columnistas
El Magdalena: un río-nación
Por Ricardo Oviedo Arévalo
*Sociólogo, historiador y docente

Uno de los aportes más importantes en la construcción histórica de Colombia, son los relatos de viajeros que con su esfuerzo y visión independiente han podido capturar el pulso de un país que aún sigue en construcción, o en palabras del expresidente, Alfonso López Michelsen, aún está en conquista.
Estos trotamundos, poco a poco se convirtieron en prestigiosos académicos e investigadores, como es el caso del canadiense, Wade Davis (1953), etnobotánico, antropólogo, fotógrafo, cineasta, investigador de la National Geographic Society, que lo consideró como uno de los exploradores del milenio, pero ante todo, es un poeta de la vida, que ha descrito al río como unidad biótica, que en el caso colombiano, ha permitido su poblamiento desde épocas precolombinas hasta nuestros días, sus relatos y agudas observaciones quedaron plasmadas en su magnífico libro: “Magdalena, historias de Colombia” (2021), de editorial Planeta.
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En dicho trabajo Wade, reconstruye la historia del río a partir de sus propias vivencias y de la experiencia tradicional de sus habitantes ribereños, recrea sus fábulas y leyendas y la importancia de esta cultura hidráulica- de la cual hacemos parte-, donde su mitología se funda con las experiencias traumáticas de ver el Magdalena convertido en un cementerio, en los años más aciagos de la violencia, hasta ser un proveedor incansable e importante de proteínas y de transporte. En sus orillas, nos recuerda la historia, nacieron los protagonistas políticos que más han influido en la vida nacional en los siglos XIX y XX, José Hilario López, Manuel Murillo Toro, José María Obando, y en la pasada centuria, y en el presente, el inefable Darío Echandía de Chaparral de los Grandes, los banqueros López, originarios de Honda y los Pastrana de Garzón, Huila, para no hablar que en sus fríos páramos y profundos cañones surgieron la resistencia de miles de campesinos que lucharon contra avariciosos gobiernos abusadores del poder y de la vida de sus habitantes.
Según este autor, el río Magdalena es la principal razón por la que Colombia existe como nación, su cuenca la componen 17 departamentos y 700 municipios y viven el 75% de sus habitantes, todos los grandes centros urbanos se comunican con él, y fue el medio de transporte más importante, hasta que desafortunadamente fue reemplazado por las inseguras carreteras y costosos peajes; en su área de influencia se produce cerca del ochenta por ciento de la riqueza de la Nación, por sus aguas viajaron las partituras de la música del Tolima, el bambuco y el bunde, pero también los pianos, automóviles y maquinaria, sin perder su carácter de ser un reservorio importante de flora y fauna, como nos lo explica en su capítulo dedicado al encantador paisaje de Murillo y sus gentes, algo que hasta ahora estamos descubriendo con la apertura de la vía hacia la fría pero encantadora Manizales, al exponernos su frágil paisaje paramuno.
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Este libro es un viaje literario y científico de nuestra arteria vital, donde nos invita a leerlo para no darle la espalda, para no convertirlo en un vertedero mortal de desechos mineros, industriales y humanos, el río es Colombia en movimiento, es el mejor relato de nuestra existencia como nación y Departamento, como nos recuerda el poeta y mohán tolimense, el desaparecido Hipólito Rivera:
Los riachuelos balbucean en las montañas
gatean hacia los ríos.
en la aridez de Dios
nace uno bajo un viejo y enorme caracolí
que los habitantes toman como sagrado.
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