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Desacuerdos en el triunfo del poder político

Desacuerdos en el triunfo del poder político

Por: Edgardo Ramírez  Polanía


La unión  de agrupaciones disímiles como los diferentes partidos y movimientos que constituyen las mayorías que se unieron al Pacto Histórico después de su triunfo, sugiere que las clasificaciones y distinciones de las ideas no siempre corresponden a los hechos ni a las ideologías, sino al interés general para lograr los cambios que se proponen para un mejor bienestar social.

Es normal que en los sistemas políticos del mundo, existan desavenencias después del triunfo de los partidos políticos que enarbolan las banderas del cambio contra el continuismo. Y es lo que ha ocurrido con la victoria del Presidente electo Gustavo Petro y algunos de sus colaboradores que les mortifica su afán de figuración.

En las guerras y en las democracias, cuando se gana, algunos opositores son llamados a colaborar en el nuevo sistema político como ha sucedido con los partidos que se unieron a colaborar con el nuevo gobierno.

Quienes su compromiso no es a fondo y desinteresado o aquellos que  aspiran a integrar los cuadros directivos  y  no tienen la necesaria capacidad son dejados a un lado para otro menesteres. El asunto tiene una explicación: los movimientos políticos y ante todo de izquierda, saben cómo manejar a los adversarios y a sus  simpatizantes con falta de experiencia en conocer el alma humana, la táctica y la reacción necesarias en los nuevos modelos de gobierno.

El triunfo de la izquierda supone que un opositor no traiciona, puesto que es adversario. Mientras que el compañero de viaje en el cambio, que trabaja, escribe, reúne, expone las ideas, no sirve a veces para precisas actividades en la transformación del poder. Es el precio que debe pagarse por el cambio. Llamar a los demás partidos a una solución de los problemas nacionales, no es tratar con dureza a los amigos de un Pacto por el cambio social, porque un cambio no implica arrasar con los demás, sino solicitar la adhesión de las demás fuerzas políticas con cautela y sin descalificar a quienes se unen en la búsqueda de soluciones sociales propuestas.

La época de los cambios de tierra arrasada de las revoluciones es cosa del pasado. Hoy impera la socialdemocracia, de un país para todos, con manifestaciones de fe y confianza en los gobiernos y los grupos que lo conforman, con respeto por la propiedad privada y los derechos adquiridos.

En los pequeños grupos que representaban menos del 1% de la votación como Ingrid Betancur y Enrique Gómez, sucedió lo contrario. A cambio de deponer los odios y los malos entendimientos que venían exponiendo en la campaña sin votos y sólo con la presentación en televisión, continuaron con sus manifestaciones de inconformismo de extremo rigor, que no dejaron saldo para empezar un civilizado debate, lo que indica una pueril improvisación.

La Coalición Centro Esperanza con excepción de Juan Manuel Galán, estaba constituido por personas con méritos intelectuales como Humberto de la Calle, Jorge Robledo, Sergio Fajardo, Juan Fernando Cristo y tuvieron serias diferencias que impidieron inclusive hacer una sola lista al Congreso. El ex Presidente Humberto de La Calle con el extraño aval del partido Verde Oxigeno, salió elegido Senador con votos propios y adhirió al Pacto Histórico, y por tal razón fue expulsado  de ese partido por la directora Ingrid Betancur. La gente se pregunta. ¿Cómo es posible que una persona de las calidades de Humberto De La Calle, haya sido subalterno político de una mujer que su único mérito es haber sido secuestrada? La respuesta puede tener varias explicaciones. Una es que los políticos de la llamada socialdemocracia, tienen gran similitud con el liberalismo que ha ejercido Humberto De La Calle, que moderan y calculan el riesgo implícito en la presencia y la acción de una clase social nueva que ha estado ausente de los beneficios del poder. Ese vasto sector de la sociedad que se distingue porque anda en motocicleta o en vive en los barrios de estrato bajo y fue el que votó por un cambio y ganó.

La llamada pequeña burguesía debe convivir y ayudar a los más necesitados para exista convivencia y paz. Esos núcleos sociales excluidos fueron convencidos por las propuestas de cambio social expuestas por el presidente electo Gustavo Petro. 

Ese sector resultó más numeroso a lo que dijeron las dudosas encuestas y vigorosamente estimulados por el error de los técnicos políticos, expertos en derecho electoral, encuestadores, y analistas de todo. Desconocer esta demostración es por lo menos una peligrosa equivocación, igual al dislate de los malos perdedores que piensan de Antioquia como una región independiente del país, para regresar al federalismo de 200 años atrás o la Patria Boba.

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