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Opinión

Los azuzadores del odio

Los azuzadores del odio

Por: Edgardo Ramírez Polania


No son extrañas las críticas y censuras de la señora Fernanda Cabal, contra la paz y el futuro Gobierno del presidente electo Gustavo Petro y sus Ministros.

Su osada y baja costumbre de lanzar improperios no propiamente decentes para expresar su inconformidad, constituyen una imitación de aquellos personajes que a falta de ideas acuden a la grosería.

El lugar que ha ocupado la señora Cabal, no ha sido de la necesaria oposición sino aquel del odio, la persecución y la crítica envenenada porque los hechos son diferentes a lo que piensa su torcido proceder.

La señora Cabal ni siquiera representa una oposición a un gobierno que no se ha posesionado, sino la amargura que acompaña a esos seres fracasados en sus sentimientos.

Ojalá la señora Cabal estuviera en sus cabales para poder hacer con ella un debate reflexivo y no de insultos y descalificaciones.

El mundo no es ese espacio restrictivo que le escriben a la señora Cabal, es un lugar infinito, e inmutable, donde los países buscan un mejor destino, pero no bajo el oscuro propósito de aquellos que todo lo ven bajo su óptica enfermiza de la depresión y la locura, sino el avance del conocimiento y el bienestar de los núcleos sociales.

Todo en su lugar señora Cabal. Usted pontifica y lanza diatribas a diestra y siniestra haciendo de cancerbera de la moral, cuando lo que representa es su solitario orgullo maquillado de bajos sentimientos alejados del entendimiento y la comprensión, que los  colombianos rechazaron el pasado 19 de junio con la victoria del Presidente Petro.

Para usted todo es malo. Por eso sus palabras carecen de la sana virtud de la verdad. El Ministro de Relaciones Exteriores designado doctor Álvaro Leyva Durán, es un respetable ex Ministro y ex Senador que se ha jugado la vida por la paz hace más se 35 años y es experto en temas de construir esa concordia social que usted tanto odia.

Avancemos hacia un nuevo camino de sosiego, deponiendo los odios, para cederle el paso a la comprensión que necesita a cabalidad la nación.

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