Opinión
La descortesía en la comunicación
Por: Edgardo Ramírez Polanía
No es fácil ni muchos menos agradable tratar de expresar la descortesía que existe en las personas que no contestan las invitaciones, mensajes y otros actos expresivos, por falta de atención comunicativa que ofenden la imagen del remitente, destinatario o interlocutor.
No se trata de dar consejo a personas o agrupaciones, sino recordar la falta de cortesía de algunas gentes en no agradecer la invitación a un evento, una reunión familiar, hacer una llamada de afecto o mediante un mensaje electrónico, porque se afirma, que la celeridad de la vida moderna no permite el diálogo ni las respuestas a los mensajes, que dan la impresión de la falta de interés hacia otras personas, a quienes se las considera sin importancia o de inferior categoría social.
La excusa más fácil del descortés, es tener demasiado trabajo u ocupaciones, sin tener presente que los celulares y los volantes de los automotores ya tienen incorporadas las aplicaciones para marcar por voz sin ocupar las manos, con lo que se puede afirmar, que quien no llama durante largo tiempo a un ser allegado o amigo, es porque no lo recuerda y por lo mismo no le interesa, porque el hombre es vanidoso y repite con júbilo la operación crítica, que le confirma la creencia errada que sus asuntos son más importantes a aquellos de los demás, así no tenga ningún justificación.
La explicación de no respetar las buenas costumbres se debe a la falta de cultura, para que las personas perfeccionen el carácter y puedan crear buenos hábitos, que empieza en la casa, las escuelas y las universidades donde se adquiere educación, pero a veces no cultura, porque existen profesores que algunos admiramos y otros que recitan los textos, sin inculcar valores espirituales cualquiera que sean las creencias y no son maestros que trasmitan, sentimientos y valores.
William Arthur Ward, decía: “ El educador mediocre habla. El educador superior demuestra. El gran educador inspira”. De allí, la necesidad de enseñar los intercambios verbales como el tono de la interacción y la selección de formas de tratamiento con las que se puedan crear relaciones de solidaridad en la comunicación y la cortesía y no el distanciamiento que evita la solidaridad que es un elemento esencial de la sociedad.
El trato entre las personas proviene de patrones culturales que se enfatizan en el ambiente social y los factores externos con los cuales construyen los participantes la cortesía o la ausencia de ésta, en la interacción de los valores de sus estructuras sociales, que están representadas en el habla que se expresa en el comportamiento social, en lo que se escribe o se deja de interactuar, sea porque no reviste interés o por no estar integrado a otros en lo individual y cultural.
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No responder un mensaje o una llamada es descortesía, porque el destinatario desconoce que las palabras no valen por lo que son en sí, sino por la correspondencia con que se reciben. Es creerse superior, que el remitente no está la altura económica o intelectual del destinatario y por lo mismo no merece responderle un mensaje, así sea con una señal o signo de las que existen en las aplicaciones de las redes sociales. No responder en el momento adecuado, es mala formación que es difícil de definir por su misma causa, por los movimientos rebeldes de protesta social que imitan la inversión de los valores, no propiamente para ser mejores y que algunos sectores sociales impulsan con el argumento que todo cambió hacia mayor libertad, que está sucumbiendo ante los movimientos nacionalistas populistas según Francis Fukuyama. Otros autores dicen que deben aceptarse esos cambios arbitrarios porque es otro momento histórico y económico.
Desde luego, que el cambio de las costumbres han sido desde siempre porque el mundo es mutable, infinito y ante todo presente y realista. Pero la organización social no nació en el siglo pasado, para establecer conductas que están en la relación temporal que se encuentra en la naturaleza u orden de las cosas. Decía el conductista Skinner en su libro Ciencia y Conducta Humana, que: “Evitar una comunicación origina una evitación que es una conducta aversiva”.
Lo mismo acontece con la cultura de algunos de nuestros ancestros. Ha existido la idea de cambiar hasta la música en nuestras fiestas tradicionales por la extranjera, así sea en idioma distinto por que la falta de educación de los locutores y periodistas de algunos medios radiales y televisivos, que extienden arbitrariamente su manto de incultura sobre la conciencia colectiva. Los estudios de comportamiento social han demostrado una sugestiva imposición de la información y una estrecha relación de algunas personas en sus aversiones a las conductas del mundo, quienes consideran que tienen el derecho de imponer la clase de comunicación por el dinero.
Esa actitud se observa en la imitación de personas en el vestir, la música y la costumbre de no saludar o contestar, ponerse en contra de lo existente de algunas sociedades, seguir a ídolos que no trasmiten valores culturales, comportarse mal en la mesa, no atender las llamadas, como una muestra equívoca de sentirse superiores por encima de los demás, que ha impuesto la necesidad a otros sectores sociales, en establecer estrategias, ideologías y modos distintos de obrar para proteger la permanencia de los valores existentes en la sociedad.
Una sociedad que adula a la juventud con erigir una conducta civil de benevolencia para sus aficiones, donde los hijos adolescentes miran sólo el celular desde los 10 años y permanecen en las aplicaciones de las redes sociales imitando a otros seres inanimados, es convertirlos en criaturas sagradas, intocables, que obran a su antojo, que a la postre les causa un daño por el resultado de la insensata actitud de sus padres o tutores y por esa razón no se comunican con las demás personas, sino con sus juego videos con que la industria de las redes sociales atrapan a la sociedad, sin que se pueda protestar, pedir o reclamar, porque se está incluido a la fuerza en ese intrincado e indeterminado mundo de la comunicación electrónica y la sospechosa IA.
No se requiere ser especialista para inculcar en la juventud mejores valores sociales y saber que lo que les gusta, por el sólo hecho de gustarle, no es lo mejor en el orden estético y aquello que le desagrada sea lo peor, porque se le estaría negando la existencia de la cultura y la jerarquía de los valores. Pero, es una necesidad inaplazable proteger a la juventud en sus conocimientos, costumbres y actitudes de cortesía, porque son la reserva natural más importante para la continuidad de una sociedad más responsable y solidaria.
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