Opinión
Un reloj para Hernán Torres
Por: Jhonny Alexander Lozano
Entusiasma que el espíritu del equipo volvió a aparecer. Con carácter, orden y encontrando espacios para que Sosa y Yohandry recibieran a espaldas de Arregui, Tolima tejió sus ilusiones y Mosquera Marmolejo se hizo protagonista para conservar la ventaja que el DIM había cosechado en la ida.
Las diagonales de Miranda fueron efectivas, pero Lucho fue pura ansiedad y sus remates salieron más elevados que el dólar. Un Miranda sin cafeína en los ‘mano a mano’ le habría dado al Tolima la igualdad en la serie en el primer tiempo. Ureña y Rovira volvieron a articular con personalidad y juego el andamiaje del equipo. La influencia del tándem entre Brayan y Rodrigo es determinante para cualquier aspiración que tengamos.
La ausencia del 9 no se notó en el juego, pero sí en los goles. Tolima anoche mostró que tiene armas para ser versátil y para crear maneras de ser peligroso más allá del pelotazo largo al extremo de turno. Muy lindo y esperanzador el asunto, pero si no tenemos quién capitalice las opciones, nos quedamos en ilusiones.
El desespero nos empañó las formas, pero empujamos al DIM a su área. Raziel tiene la enorme ventaja de que para tirar un centro no necesita correr. El peruano parece ser alérgico al esfuerzo atlético. Caricia a la pelota, cabezazo del imperial Quiñones y Fabián Mosquera con la prestancia de un malabarista de semáforo se inventó una acrobacia para darnos esperanza.
El reloj marcaba el minuto 85 y pese a eso, nuestro único delantero por naturaleza, el juvenil Prisco, seguía mirando el partido desde el banco. Con la diferencia acortada, el sentido común dictaba la presencia de Alejandro en cancha. No fue así. El profesor Hernán Torres decidió que 10 minutos eran una exageración para el joven y decidió incluirlo al minuto 95.
Es vergonzoso que Prisco no haya aprovechado la generosidad de Torres para marcar diferencia en los 10 segundos que tuvo en campo. Bueno, obviamente lo anterior es sarcasmo. Enviar a un jugador profesional, por más joven que sea, cuando el árbitro está soplando el pito para acabar todo es, mínimo, una falta desmedida de respeto.
Si en septiembre deciden jugar al amigo secreto en el club, sería buena idea que quien saque el papelito con el nombre del profe Torres le regale un reloj. Aquello de buscar una solución instantánea con juvenil en 10 segundos debe hacernos reflexionar sobre la forma en que nuestro estratega mide el tiempo.
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