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Opinión

Los 50 años de Pijao Editores

Los 50 años de Pijao Editores

Con entusiasmo observamos el desarrollo de la jornada cultural y literaria que se cumplió la semana pasada en Ibagué, en la celebración de los 50 años de Pijao Editores, un sueño que acariciaron Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo Rodríguez, en 1972, que hoy, según los críticos se convierte en la casa editorial independiente más importante del país.

Por eso, registramos con fervor este logró trabajado y sudado en medio siglo, donde dos tolimenses han timoneado la nave para llevarla en la cúspide donde se encuentra, reconocida nacionalmente, teniendo como plataforma de lanzamiento el territorio tolimense, que gracias a la labor realizada por Pijao Editores y sus integrantes, hoy somos reconocidos en el ámbito nacional e internacional, cuando se trata de publicar libros y textos de diverso orden.

Esta proeza, más tratándose de lo cultural, nos enorgullece y hacemos como propios los logros obtenidos en estas cinco décadas de desarrollo literario, social y político, que ha permitido no solo exponer la creatividad espiritual, filosófica, poética, musical del ser humano, sino que ha contribuido al  desarrollo del pensamiento como fuerza motriz del desarrollo social. 

No en vano entidades como el Instituto Caro y Cuervo y la Cámara de la Industria Editorial reconocen en Piajao Editores, como la editorial independiente más importante del país con más de 800 títulos publicados en los diferentes géneros: novela, cuento, poesía, ensayo, crítica, periodismo, investigación periodística y cultural, al igual que en biografías y semblanzas de escritores y personajes destacados, que suman más de dos millones de volúmenes en circulación. 

Pero el grupo de Pijao Editores, no solamente se ha quedado en la publicación, también ha promovido encuentros, congresos, seminarios y diversas actividades culturales con el fin de mantener cohesionados a los diferentes actores y protagonistas de la vida intelectual. Se podría llamar un agregado cultural que permite la participación, el  seguimiento y la retroalimentación de las diferentes fuerzas y tendencias del mundo de las letras en sus diferentes expresiones. 

De otra parte, esta editorial se constituye en venta abierta para que los escritores tolimenses publiquen sus trabajos como lo han hecho Eduardo Santa, Héctor Sánchez, Eutiquio Leal, Roberto y Hugo Ruiz, Álvaro Cuartas Coymat y los propios hermanos Pardo, y Carlos Orlando (hijo), entre otros. Esta casa se convierte en plataforma de lanzamiento de los letrados aborígenes, que de no existir, podrían correr el riego del anonimato o en el peor de los casos, resignarse al archivo de sus escritos por no tener editorial que se los publique. 

Resumiendo, tenemos que Pijao Editores, ha cumplido también un legado de libertad y de educación. Al decir de José Martí, el apóstol de la revolución cubana, “Ser cultos para ser libres”, tenemos que referenciar este concepto martiano como una vía  “a educarse, a ilustrarse, a cultivarse. No para discutir a Heidegger, Chomsky o Mónica Cavallé. Ni siquiera para leer a Borges o Emile Zola. Sino educarse para dejar de ser ignorante. Para pensar. Para entender. Para aspirar. Para dejar de ser lo que alimenta nuestra miseria colectiva. Dejar de confundir valor por precio, libertad por confort y felicidad por consumo”, sostiene Wilda Rodríguez, en un artículo explicando el pensamiento de Martí contenido en esta frase. 

Y eso es, precisamente, la labor que ha cumplido Pijao Editores a través de medio siglo de existencia, combatiendo la ignorancia, luchando por la libertad. Leer un libro no solo significa alimentar nuestras neuronas sino recibir dosis de inteligencia, de conocimiento, de sabiduría. 

Producir libros es generar riqueza intelectual, y por ende, todo un concepto de la superestructura social que busca el bienestar del ser humano empezando su libertad individual y colectiva. Es la tarea más grande que tiene la riqueza humana.

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