Opinión

La necesaria oposición política

La necesaria oposición política

Por: Jaime Eduardo Reyes


En su discurso de triunfo el día de las elecciones presidenciales el electo presidente Gustavo Petro se refirió a la oposición que deberá tener su gobierno y la respuesta de él para esta: “Habrá oposición indudablemente, férrea, tenaz y quizá no lo entenderemos muchas veces, pero en este gobierno que se inicia, nunca habrá persecución política ni persecución jurídica, sólo habrá respeto y diálogo y es así como podremos construir lo que hace unos días llamamos el gran acuerdo nacional”.

La oposición y el respeto a esta fortalece la democracia y las instituciones, crea cambios justos, impulsa la eficiencia del gobierno y mejora el Estado. Nuestro país no se ha caracterizado por tener oposición política, y sólo hasta el 2018 se logró tener el estatuto de la oposición que fue inaugurado por la Colombia Humana, Las Farc (hoy Comunes) y la Alianza Verde durante el Gobierno del Presidente Iván Duque.

Del frente nacional a la oposición reflexiva

La reciente historia de Colombia muestra que durante décadas la oposición política no fue una opción, especialmente durante el Frente Nacional. Mediante la fórmula de la "participación adecuada y equitativa" el partido ganador compartía miles del poder con el partido perdedor, esta situación excluyó a la oposición de izquierda y justificó la insurgencia como actor opositor. Así se explica un poco porque en el ADN de los partidos históricos, Liberal y Conservador, no hay genes para hacer oposición.

Fue sólo hasta el gobierno de Virgilio Barco, antes del cambio constitucional del 91, cuando el último presidente conservador del frente nacional, Misael Pastrana, declaró, dos días después de las elecciones presidenciales que el conservatismo debía abstenerse de participar en los más altos niveles de la administración, y que en cambio ejercería una oposición reflexiva como alternativa del poder. Por aquellos días se habló del sistema Gobierno-Oposición en un contexto de bipartidismo político.

Hace unos años, la oposición al gobierno de Juan Manuel Santos la realizó el Centro Democrático, logrando promover la elección del senador Iván Duque como presidente, y durante el gobierno de este la oposición la lideró el senador Gustavo Petro quien al final sería electo presidente el pasado 19 de junio. Cuando se tiene vocación de poder y argumentos políticos la oposición conlleva finalmente al triunfo electoral y a la alternancia de poder.

Estatuto de la oposición

En nuestro país, con la expedición del Estatuto de Oposición (Ley 1909 de 2018), todos los partidos y movimientos políticos están en la obligación de realizar su declaración política frente a los gobiernos, en ella, deben decidir si quieren hacer parte del gobierno, ser independientes o de oposición.

Esta norma da garantías mínimas para que todos los partidos que se declaren en oposición al Gobierno Nacional, departamental o municipal, ejerzan con total libertad y en igualdad de condiciones sus derechos democráticos.

Los derechos que otorga el Estatuto de la Oposición son importantes para consolidar la paz, para garantizar el pluralismo, para facilitar la constitución de nuevos partidos y movimientos políticos, contribuyen y fortalecen el debate y el proceso democrático del país.

La oposición en los sistemas políticos es fundamental para consolidar una democracia con pesos y contrapesos. El desacuerdo, la fiscalización y la crítica son el fundamento para generar propuestas que promuevan la alternancia en el poder.

Ahora bien, las organizaciones políticas pueden declararse en oposición, independiente, y de gobierno. Lo lógico es que quienes acompañan una propuesta política se declaren como gobierno y quienes tienen profundas diferencias en oposición. También es lógico que el candidato perdedor que acepta ir al Senado lo hace para hacer oposición.

El Congreso dejó abierta la posibilidad de que los partidos se declararen independientes. Bajo esta figura, los dirigentes de los partidos realizan transacciones clientelares a cambio de apoyos en la aprobación de proyectos de ley y del ejercicio de gobierno aún sin haber acompañado la elección del nuevo gobierno.

Por lo general esta posición la asumen organizaciones políticas que tienen muy poco respaldo de la opinión pública o no les interesa contar mayoritariamente con ésta.

Hacer o no oposición, he ahí la cuestión

En este contexto surge una gran pregunta: ¿Por qué es tan difícil que los partidos políticos tradicionales hagan oposición en Colombia?

Ya escribí que podría haber una explicación histórica sobre el papel de estos desde el frente nacional, pero hay otras.

Una primera respuesta tiene que ver con el predominio del ejecutivo sobre las demás ramas del poder, particularmente el legislativo, quienes, en un país con muchas necesidades, alta pobreza e ingreso bajo, y un gran centralismo, se hacen elegir prometiendo acciones que desbordan sus funciones parlamentarias y se acercan más a las funciones del gobierno.

El gobierno no es designado ni puede ser despedido por el voto del congreso como sí ocurre en los regímenes parlamentarios. Las mociones de censura a los ministros por lo general fracasan. El presidente, a su vez, elige a su discreción la configuración de su gabinete y estos tienen la facultad de ordenar el gasto y las inversiones.

En un régimen presidencialista, el presidente además de ser el jefe de estado es el jefe de gobierno lo que le da un gran poder sobre el resto de las ramas del poder público. En otras palabras, el presidente tiene la sartén por el mango, situación que se potencia cuando el Congreso está integrado por partidos políticos poco cohesionados.

Hacer oposición reclama capacidades y competencias de parte de quien la ejerce, alta disciplina de estudio y conocimiento de los temas, coherencia ideológica y electoral con quienes no votaron por el candidato ganador. Capacidades que deben ir más allá del antagonismo y el obstruccionismo.

Así las cosas, entre hacer oposición al gobierno Petro o no hacerla, los partidos en Colombia han ido asumiendo sus posiciones de acuerdo con el estatuto de oposición, situación que se refrendará después de la posesión del presidente electo y particularmente cuando se conozca los proyectos de la agenda legislativa del gobierno. Hasta ahora el único partido opositor es el Centro Democrático situación que lo fortalecerá en el largo plazo.

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