Por Carlos Alberto Estefan Upegui 
Exgobernador del Tolima 

A un año y cinco meses de las elecciones nacionales de presidente y vicepresidente de la República de Colombia para el período 2026-2030, o sea el domingo 31 de mayo de 2026 (Primera vuelta) y domingo 21 de junio de 2026 (Segunda vuelta), no existen hasta ahora verdaderas candidaturas sustentadas en hojas de vida suficientemente convincentes y quien la tiene como es el caso de Vargas Lleras, son otros los factores que no la hacen atractiva.

Veamos: La sola aspiración de los que hasta ahora lo han anunciado, es apenas comparable a cuando en la época infantil queríamos ser policías, médicos, bomberos, o superhéroes, sin que para el caso se necesitara experiencia o condiciones, pues apenas se trataba de un simple sueño de niños. 

Ahora sin ninguna responsabilidad, también y como un sueño infantil lo hacen los(as) adultos(as) a efectos de darle gusto a su apetito narcisista de figuración mediática, sin que plantearlo exija de capacidades y condiciones. Por supuesto toda regla tiene su excepción, ya lo dijimos. Pero en Colombia creen que ser Presidente es algo tan sencillo como presentarle un examen oral a su jefe político, en este caso el mismo que le dio el aval al anterior Presidente Iván Duque que tantos problemas nos trajo y a quien para serlo solo le vastó: —"Ser colombiano de nacimiento; —Haber cumplido cuarenta años; y —Haber residido en la República seis años, a lo menos antes de la elección…", siendo la experiencia, que no tenía, condición fundamental para gobernar bien un país. 

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“Colombia no puede darse el lujo de soportar un período de aprendizaje”, dijo Vargas Lleras en el primer debate televisado de ese entonces refiriéndose a Duque, el más joven e inexperto de los candidatos, pues hasta ese momento no había desempeñado ningún cargo administrativo. Solo estudios y asesorías poco relevantes en la burocracia internacional. 

Ahora bien, el país en las condiciones actuales necesita un gobierno que continúe la labor de ayudar a resolver las inequidades de una amplia mayoría social. Y no regresar a proteger intereses individuales sin reconocer la bondad de las reformas sin siquiera estudiarlas.

De no ser así, el país estaría condenado a revivir nuevamente la época de las injusticias en las que se suprimieron los derechos a los trabajadores, la mesada 14 de los pensionados y la contratación mal habida hizo perder cuantiosos recursos oficiales dentro de la más grave impunidad de todos los tiempos.

Por eso, Colombia debe unirse en torno al fortalecimiento de la democracia y la construcción colectiva de la Paz, que es un fin mucho más loable y valioso que hacer una torpe oposición, para lo cual se requiere de una mayoría política real y confiable, con un mínimo de 55 Senadores y 86 representantes a la Cámara, todos comprometidos, no cada uno por su lado como sucedió con la supuesta coalición del Gobierno Petro, la cual se desintegró siendo débil a toda clase de tentaciones, intereses y propuestas.