Por Jonathan J. Ortiz T.  - Geólogo Msc. Ing. y Tec. Ambiental

La problemática en materia de gestión integral de los residuos sólidos surte de varios precedentes; el primero de ellos hace referencia a la falta de aplicabilidad de políticas públicas direccionadas en sentidos estrictamente trasversales a la gestión de los residuos sólidos y que contemplen el eje ambiental como baluarte sobre el cual se direccionen las acciones a ejecutar.

En Ibagué, la ciudad capital del departamento del Tolima, la experiencia en el manejo de residuos sólidos urbanos no ha sido para nada exitosa; Ibagué cuenta con un vertedero denominado “La Miel” ofertado de manera inicial como planta de tratamiento de residuos sólidos; lejos de convertirse en ello, hoy es el descargue de residuos de un poco más de 19 municipios en el departamento; operado por un privado, dicho lugar no implementa reusó, reciclaje ni reutilización (3R).

Socialmente, son múltiples las denuncias ciudadanas respecto a la prestación del servicio, la recolección de residuos en muchas ocasiones no se realiza de manera adecuada y los mismos se desbordan por las calles, la ciudad cuenta con sitios donde la entidad no accede a recoger los residuos; sin embargo, en la práctica se les cobra el servicio no prestado.

Ambientalmente, surte efecto el inadecuado manejo de los residuos desde el transporte hasta el vertedero, donde los lixiviados llegan a los afluentes por aguas de escorrentía o drenajes subsuperficiales del vertedero mismo; este impacto negativo al ambiente es directamente proporcional al impacto en términos de salubridad.

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Económicamente, se demuestra que este modelo insostenible de economía lineal no causa mejoras presupuestales; la valorización de productos y subproductos en la gestión integral de residuos solidos supone incentivar un modelo económico que hasta el día de hoy Ibagué no implementa y que debe estar ligado a la economía  circular.

Ibagué y el departamento del Tolima debe transformar su modelo de gestión integral de residuos sólidos urbanos; soluciones que empiezan desde el ejercicio político, que no busque favorecer intereses particulares; por el contrario, garantizar el bienestar común; los lineamientos se deben encaminar en liderar acciones constantes y permanentes acompañados de una intensa pedagogía que permita generar en los territorios una cultura en torno al aprovechamiento de los residuos sólidos urbanos.