Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Opinión

El miedo a las epidemias y otros miedos

El miedo a las epidemias y otros miedos
El gran medievalista francés Georges Duby, en su libro Año 1000, Año 2000. La huella de nuestros miedos, de 1995, establece un paralelo entre los miedos medievales y los miedos de hoy (se centra fundamentalmente en cinco temas: el miedo a la miseria, el miedo al otro, el miedo a las epidemias, a la violencia y al más allá), mostrando la constante recurrencia y hasta el atavismo de estos miedos en las sociedades occidentales desde sus orígenes.
 
Con respecto al miedo a las epidemias nos muestra cómo en el siglo XIV el inmenso terror causado por la peste negra, un mal desconocido que devastó a Europa en casi un tercio de la población, generó una especie de desgarramiento, de desintegración psíquica entre los pobladores de las nacientes ciudades, que habría de perdurar hasta el presente. Intranquilidad intelectual y moral que, con gran lucidez, captó Giovanni Bocaccio en El Decamerón, libro escrito en 1351, y mediante el cual pretendía confrontar dicha zozobra e inquietud, proponiendo una forma de vida más amena y alegre, para superar la tristeza y el miedo que obligaba a escapar de las ciudades.
 
Esta obra consta de cien cuentos, divertidos, alegres, picarescos que ponían en cuestión el orden y la estructura moral con que la Iglesia ejerció su dictadura espiritual durante toda la Edad Media: Un grupo de jóvenes -siete  mujeres y tres hombres- huyendo de la temible peste negra que asoló a la ciudad de Florencia en 1348, se refugian en el campo, en una pequeña aldea en las afueras de la ciudad. Para distraerse y soportar la soledad y el temor, cada uno de los integrantes del grupo, tocados precisamente por esa nueva concepción del mundo y de la vida, que ya irradiaba el nuevo modo de producción, cuenta una historia por cada una de las diez noches que dura su alejamiento, lo que da nombre en griego al libro; Deca hemeron, diez días. Se relatan las 100 historias como un canto de exaltación a posibilidades del amor, el placer, la lujuria y el goce, en tiempos en que la jerarquía eclesiástica, amenazando con los castigos divinos y los horrores del infierno, señalaba los peligros que se cernían sobre la santidad de hombre: El mundo es decir, las muchas curiosidades y diversiones que ofrecían la nacientes ciudades como la taberna, la bohemia, los juegos, el burdel, las representaciones y demás espectáculos, que atraían como imanes a los campesinos y aldeanos, proponiéndoles un nuevo comportamiento centrado en la voluptuosidad, alejándoles, de la vida virtuosa, recatada y austera que promovía la Iglesia.
El demonio, ese poderoso archienemigo de la humanidad, quien, queriendo enfrentar a Dios, ataca desde múltiples frentes a los seres humanos, su máxima creación, obrando directamente sobre los sentidos seduciendo y tentando permanentemente a los mortales y llevándolos a la perdición de la sensualidad, el vicio y el ardor. Y La carne o la concupiscencia; es decir, el amor desordenado, el sexo y los placeres de los sentidos, fuentes irremediables del pecado y del mal...  En la primera jornada de la obra, luego del Proemio o introducción, Bocaccio realiza una descripción detallada de la peste bubónica o peste negra, epidemia que asoló a  Florencia y a toda Europa en el siglo XIV. Dice el autor: 
 
... ya habían los años de la fructífera Encarnación del Hijo de Dios llegado al número de mil trescientos cuarenta y ocho cuando a la egregia ciudad de Florencia, nobilísima entre todas las otras ciudades de Italia, llegó la mortífera peste... que había comenzado algunos años antes en las partes orientales privándolas de gran cantidad de vivientes, y, continuándose sin descanso de un lugar en otro, se había extendido miserablemente a Occidente... casi al principio de la primavera del año antes dicho empezó horriblemente y en asombrosa manera a mostrar sus dolorosos efectos ... 
 
... tanta y tal fue la crueldad del cielo, y tal vez en parte la de los hombres, que entre la fuerza de la pestífera enfermedad y por ser muchos enfermos mal servidos o abandonados en su necesidad por el miedo que tenían los sanos, a más de cien mil criaturas humanas, entre marzo y el julio siguiente, se tiene por cierto que dentro de los muros de Florencia les fue arrebatada la vida... ¡Y cuántas memorables alcurnias, cuántas inmensas herencias, cuántas riquezas famosas quedaron sin su debido heredero!... 
 
Lo paradójico de esta situación es que evidentemente la devastación causada por la peste negra fue un resultado del “progreso”, por el crecimiento geográfico de Europa, por su expansión comercial y mercantil; por el colonialismo y la globalización que ya empezaba a imponer el naciente modo de producción burgués... Por supuesto, que en la perspectiva del desarrollo capitalista, la peste puede considerarse como algo positivo, pues, como lo  afirma Duby, contribuyó al control poblacional y al reparto de bienes y riquezas, ya que algunas grandes fortunas serían distribuidas entre los más variados e inusuales herederos. Así mismo  la peste y el miedo a su contagio y a la muerte,  fomentaría en la filosofía más amplias reflexiones acerca de la muerte y su sentido, y en las artes y la literatura, una nueva temática: la de lo macabro y que se expresaría en grandes movimiento como el que se conoció bajo el nombre de Memento Mori.
 
Históricamente todas las epidemias han sido consideradas como una especie de terror sagrado por el común del pueblo, por las jerarquías religiosas y por los gobernantes, quienes, tras aseverar que se trata de un “castigo divino”, se afanan en buscar víctimas propiciatorias, “chivos expiatorios”, para justificar las fuertes medidas de control. Así como ayer la peste fue atribuida a los judíos, a los gitanos, a los  leprosos y a otros seres de “condición contradicha”, hoy, de manera  mediáticamente brutal, se señalan comunidades enteras como responsables de la extensión de pandemias como la del SIDA o la actual del ébola (el SIDA fue atribuido originalmente a los homosexuales y se señala ahora a los migrantes negros y en general a los “sudacas” que permanentemente buscan un mejor futuro en los países industrializados del norte, como los peligrosos portadores del virus del ébola y de otros muchos males, como el del desempleo que acosa a los serenos habitantes de las urbes europeas y norteamericanas).
 
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el virus del Ébola (EVE) se detectó por vez primera en 1976 en África; en Sudán y en la República Democrática del Congo, cerca del río Ébola, (que da nombre al virus). Se presume que originalmente se trató de transmisión de animales salvajes al ser humano. El virus se propaga por contacto directo entre las personas. Es una enfermedad que se caracteriza por una fiebre intensa de aparición súbita, debilidad general, dolores de cabeza, de garganta y otros, seguidos de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y hemorragias. No hay vacuna contra el ébola. Se están probando varias, pero ninguna está aún disponible para uso clínico. Mientras tanto, las grandes potencias, como medida de seguridad, extienden varios mecanismos de prevención y control, difundiendo temor entre los habitantes de las ciudades, bloqueando aún más rigurosamente las fronteras y, por supuesto, mediante el ostentoso despliegue de sus fuerzas militares para impedir a toda costa la propagación del mal.
 
No se puede perder de vista el hecho de que África, sus gentes y sus riquezas han sido explotadas en nombre del progreso y la civilización occidental. Como lo expresa el profesor Marcos Roitman en su artículo Ébola, España, África y el negocio de las farmacéuticas (publicado en Eldiario.es 09/10/2014):
 
 “Recordemos que los países afectados forman parte del Tercer Mundo, donde la venta de armas, la extracción de materias primas y el comercio ilegal de diamantes y animales exóticos se realiza por mafias y empresas trasnacionales occidentales. No hay nada mejor que una espléndida pandemia vírica para aumentar beneficios. África, sus gentes y sus riquezas han sido explotadas en nombre del progreso y la civilización occidental. Bélgica, Holanda o Gran Bretaña. Pero sin olvidarnos de Francia, España, Portugal, Alemania o Italia. Desde el siglo XVI, hombres, mujeres y niños fueron capturados, encadenados y transportados a Europa y América para ser vendidos como esclavos...
 
 Y reitera Marcos Roitman: “Hoy la Europa culta y civilizada cierra filas con leyes de emigración canallas. Jóvenes africanos, atraídos por el espejismo de las sociedades opulentas, pierden la vida por un sueño imposible en alambradas, concertinas y pateras. Son miles los africanos abandonados a su suerte en las aguas que bañan las costas de España o Italia. El ébola es un argumento para clausurar fronteras y una bendición para las empresas farmacológicas. Es una ventaja que el ébola se asiente en Europa. ¿Alguien recuerda la gripe aviar? El resto es mercadotecnia”.
 
Todos esos miedos que las contemporáneas sociedades de consumo promueven, ha llevado a una vehemente búsqueda de aislamiento entre ciudadanos irremediablemente adictos a la doctrina de la “seguridad”. Individuos que no sólo impulsan y fomentan la segregación racial, social, política y cultural, señalando a los integrantes de otros pueblos y culturas, a los excluidos, desempleados, migrantes y a los pobres como responsables del mal que les aqueja, sino aislándose voluntariamente en sus condominios, complejos habitacionales y barrios exclusivos, ricos pero aislados y fortificados como refugios y trincheras.
 
Ya no se busca escapar de las ciudades para fortalecerse en la alegría, en el ocio y el encanto del vino, del amor y la lujuria, como lo propusiese Bocaccio, sino establecer vallas y fronteras, campos de concentración y guetos que impidan el contagio de la enfermedad, de la miseria, del dolor, del sufrimiento y, en fin, la presencia del “otro”, de los menesterosos que circundan el supuestamente tranquilo pastar de los rebaños de una burguesía temerosa y culpable, incapaz ya de promover la alegría, la erótica o el arte...
 
JULIO CÉSAR CARRIÓN CASTRO
Siguenos en WhatsApp

Artículos Relacionados