Opinión
El festival del Líbano que nunca retornó
Por Juan Alejandro Cruz - Politólogo
El primer recuerdo que tengo sobre las festividades de mi pueblo fue el opulento III Festival Nacional del Retorno del año 1997 y I Reinado Nacional de la Confraternidad. Un evento de una magnitud sin precedentes donde apenas saliendo de mi infancia podía reconocer los diversos acentos de mi país. Sí, había gente de todas las regiones de Colombia.
El desfile principal contaba con carrozas elaboradas por uno los artesanos que ejecutaban las mismas en la fiestas de la independencia de Cartagena de Indias, y nada de extrañar que también el profesor Hernán Torres hubiera tenido destacada participación en su creación.
Recuerdo, con gran emoción, que la carroza de la reina de Antioquia era un diseño a escala del recién inaugurado Metro de Medellín (1995), y la de Bogotá era un Caballo de Troya que galopaba o más bien esquivaba el cableado de la avenida Fundadores.
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Después de aquel festival, vinieron años muy duros para el Líbano, en el año 2000 se efectuó el siguiente, pero la quiebra administrativa y financiera del municipio era evidente, el conflicto armado se acentuó y cada vez más gente se iba en lugar de retornar. Todo fue muy cutre.
Las ediciones del festival desde el IV (2000) hasta el XII (2017) pasaron sin pena ni gloria. EVOCAR que es la fundación que se encargó de organizarlo, nunca se supo reinventar e hizo depender el desarrollo aceptable de las festividades del apoyo que dieran las “colonias” cada vez menos organizadas y dispuestas a apostar por un evento de talla nacional.
Así, llegamos al último Festival del Retorno del año 2019, quizá fue la última oportunidad en la que tuvimos un evento de gran nivel, la organización de las festividades -ya no por EVOCAR- fue impecable, la agenda entre el entretenimiento y lo cultural fue muy equilibrada, hubo conciertos gratuitos que desde el rock de Kraken y Yoko hasta la música popular de Jhonny Rivera, la logística del evento como las casetas, tarima y sonido dejaron de ser precarias y lucieron modernas y de buena calidad, había una zona de comidas y parqueo delimitadas -como nunca antes había ocurrido-. Pero la cereza del pastel fue el comportamiento de la gente, no hubo ningún hecho que lamentar dentro del marco de las festividades.
He tenido la oportunidad de presenciar sus dos festivales campesinos y ha sido evidente que lo que menos ha tenido participación allí ha sido el campesinado. Entonces, que el anunciado XIV Festival del Retorno se haya cancelado, se veía venir con solo mirar el mismo afiche infantil de lanzamiento con el que nuevamente EVOCAR nos pretendía vender un festival desorganizado, hecho de afán y sin ningún apoyo desde la institucionalidad.
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