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Opinión

El derecho de vivir en paz

El derecho de vivir en paz

Por Michael López - Administrador de empresas


Hace unos días salió una noticia en los medios de comunicación donde Alberto Santofimio Botero respaldaba la candidatura de Adriana Magali Matiz a la Gobernación del Tolima. Si bien la participación política es un derecho de todos los ciudadanos, los mismos también tienen derecho a vivir en paz.

Soy nacido en los 90. Una época en el que la violencia tuvo su punto máximo de recrudecimiento a causa de la articulación entre políticos, mafias del narcotráfico y guerrillas para hacer el ejercicio del poder a través de la política del miedo y de la muerte.

Si bien, era muy pequeño y no tenía la conciencia para saber lo que pasaba, los rezagos que dejaron aquellos actos fueron devastadores y marcaron a toda mi generación. Asesinatos, desapariciones forzadas, desplazamientos y otras heridas que trae consigo la violencia, permearon toda la sociedad y llevo al país y particularmente a nuestro departamento, a un espiral de violencias que dejaron como resultado un atraso económico y social hasta alcanzar un máximo de desigualdad que hasta hoy ha sido difícil de sanear.

Este desmembramiento social fue la excusa perfecta para que políticos de partidos tradicionales hicieran de ella el trampolín de su carrera política. Bajo el discurso y el abrazo del campesino y la ruralidad, jugaron con las necesidades de la gente humilde de este territorio para hacer de las suyas. Tras bambalinas, cometían actos que se materializaban en el saqueo de las arcas del Estado entre contratos, coimas y corrupción. Esa forma de gobernar ha sido el pan de cada día, pero sin pan.

Es esta clase política la que no ha permitido que este territorio tan pujante y próspero, pueda salir adelante ya que, la única forma que pueden seguir haciendo política, es propiciando el atraso y el empobrecimiento moral, económico y social de la población. Es esta misma vieja clase política que se enquista como carcinoma y carcome hasta lo más profundo de las esperanzas y sueños de los sin techo, de los sin tierra. De los nadie.

Hoy esta generación que fue cercenada de sus sueños y condenada a vivir cien años de soledad, exige el derecho a vivir en paz y no solamente desde la óptica del conflicto armado rural y urbano, del narcotráfico, la politiquería y las guerrillas. De las bandas criminales y las disidencias. Vivir en paz tiene un sinónimo de paz con justicia social, vivir en paz con justicia ambiental, vivir en paz con dignidad.

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