Opinión

El cambio con Petro

El cambio con Petro

Por Sebastián Alvarado Restrepo


La población juvenil, quienes nunca votan ni votaban, propusieron finalmente un cambio, queriendo ver lo que ocurrió el pasado siete de agosto. Decepciones económicas, burocracia, desmanes gubernamentales, entre otras consecuencias nacionales, es el saldo de la iniciativa juvenil colombiana.

Situaciones que perduraron en el poder por más de 50 años. Provocaron no solo a los jóvenes, sino a quienes que creyeron y se decepcionaron, quisieran ver este cambio piloto en el país. Y según estudios politólogos, esto era lo que necesitaba Colombia para creer de nuevo en una democracia. Aunque no todo es bueno, no todo es malo.

Petro, en su tercer intento de llegar al poder, celebró por fin su triunfo, que en las calles se sentía colectivo. Se llenó la Plaza de Bolívar de gente de todo el país: afrodescendientes, indígenas, estudiantes y hasta de madres de desaparecidos que acompañaron al nuevo presidente. La primera orden fue sacar la espada de Bolívar, la cual el expresidente Duque no prestó para el evento de posesión. A esto se levantó todo el pueblo revolucionario.

A diferencia de candidatos pasados, Petro sigue viajando por toda Colombia. Un día está en San Andrés para revisar la reconstrucción de Providencia luego del huracán Iota, días pasados estuvo en Chocó, Meta y en el Amazonas. Se siente la cercanía del presidente con la gente, ya no es aquel que extiende una larga alfombra roja en medio de la ciudad para caminar, es quien se sienta con los jóvenes, con los niños, con ancianos, indígenas y campesinos para escuchar sus necesidades.

Y se le critica la inasistencia a la reunión con los militares, con una excusa de un dolor de estómago.  Y aunque esta columna puede ser un  halago, tal vez vendrán criticas muy contundentes. Esto solo depende del primer mandatario.

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