Por Óscar Viña Pardo. Comunicador social Periodista.

La incertidumbre reina aun en el departamento y en especial en la capital musical, Ibagué, donde la comunidad en general piensa que fiestas a celebrar en junio no van a realizarse como se merece la región.  Los problemas de la licitación para la ejecución de la operación logística ponen al descubierto algo que año tras año se ha convertido en la constante, son fiestas de la guachafita, más no del folclore.

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Parece que la tergiversación de la palabra folclor tiene diferentes matices para mostrar. Una Corporación que desde hace rato perdió la creatividad y se dedica solo a pequeños actos repetitivos, como si fueran las reinas o las tarimas lo central en esa recuperación de nuestra memoria cultural.

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Una alcaldía y gobernación que no aprovecharon los 10 meses después de terminadas las fiestas del año anterior para trabajar en el tema, no gestionaron esos recursos que el ministerio de Cultura negó porque no tiene nada nuevo el desarrollo de las fiestas. Unos días de enero que habrían permitido hacer los convenios con los operadores que a su vez habrían gestionando con las multinacionales apoyos importantes en los momentos culmen de las fiestas.

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No quiero imaginarme lo que está pasando por la mente de los empresarios que viven del folclore de toda la parafernalia que se trenza gracias a las actividades programada durante esos 15 días. Cuántos empleos formales e informales se pierden, la lista es larga.

Desde hace tiempo he venido insistiendo que el verdadero amor por las expresiones folclóricas y musicales se desarrolla de manera auténtica y genuina es desde los colegios, espacios donde hacen de las fiestas todo un ritual, envuelto en acciones propias como la investigación de las danzas, la gastronomía, el porqué de  los vestidos, de los rituales y desde esas tareas la comunión de las familias que se unen con un solo propósito, disfrutar del legado que se le deja a los más pequeños desde la diversidad cultural.

Yo no estoy buscando culpables, porque eso lo hacen los protagonistas de la organización donde se incluyen el ministerio de Cultura, la gobernación del Tolima, la alcaldía de Ibagué y la Corporación Festival Folclórico. Todos tienen una responsabilidad. Esta crisis debe permitir que nos reinventemos pensando en esa raíz del árbol donde salga fortalecida nuestra razón del ser tolimenses.

Mientras en Ibagué seguimos pensando en si realizamos o no las fiestas de San Juan y San Pedro, ya en Pasto, Barranquilla, Valledupar, por nombrar algunas ciudades, tienen más del 30% de sus fiestas listas para el año que viene.