Opinión
Balance social 2016, una mano de retos
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Por. Víctor Sánchez.
Después de los mensajes cruzados con tan buenos propósitos para el año que comienza, es necesario un balance social pasado un año del nuevo Gobierno Municipal, para evaluar resultados, que ayuden no tanto a juzgar a otros, como para identificar los aprendizajes sociales obtenidos.
La preocupación central de un gobierno que se llame democrático es propender y garantizar que todas las personas se involucren, conozcan y decidan libremente sobre los distintos factores de la vida colectiva.
Pasó un año en el que conocimos qué es una Consulta Popular, los pasos y procedimientos, las normas que la rigen, identificamos con claridad a quienes se oponen a la democracia y por todos los medios tratan de impedir que las personas se manifiesten, mediante trampas y artilugios jurídicos enredan la posibilidad de profundizar en la democracia directa, donde nadie representa a nadie sino que cada cual analiza, asume y toma una decisión.
Siguiendo el ejemplo de Piedras y Doima en el Tolima, hemos ido aprendiendo a diferenciar entre una elección indirecta en la que rayamos la cara o el número de un personaje, supuestamente de nuestra entera confianza, que de salir ganador, va a decidir por nosotros en todo lo que tiene que ver con las funciones públicas; y las directas, que es donde decidimos sobre nuestros propios problemas y entorno.
Por primera vez en muchos años, nos aprestamos a decidir de manera directa y libre , al preguntar y responder si o no ante unas opciones propuestas, y de cierta manera a asumir las consecuencias de una decisión.
Hay sectores de la clase dirigente que le tiene miedo, a que los habitantes de un territorio conozcan las implicaciones de los proyectos minero energéticos, del desastre ambiental que provocan y de los eternos pasivos ambientales que se irían a soportar y claro, les ha funcionado la manipulación y control de quienes en un modelo de democracia aparente representan los intereses populares.
Aprendimos en el ejercicio plebiscitario convocado por el Gobierno Nacional de la capacidad e incidencia de los dueños de los medios de comunicación y los grupos de poder del país de manipular la opinión , de engañar a los electores, sabemos que les asusta vivir de otra manera porque están amañados en una guerra de la que sacan beneficios y ganancias por eso temen la irrupción de otros actores en el escenario de la política.
En el municipio de Ibagué se eligieron nuevos dignatarios de las Juntas de Acción Comunal ¿ y qué aprendimos ? que la democracia empieza por el barrio y la vereda, que allí es donde se construye ciudadanía pero también en donde se reproducen prácticas sociales que impiden la participación y la construcción colectiva de un proyecto de ciudad como lo plantea el plan de desarrollo municipal.
Aprendimos que existe un programa de Ciudadanía y Territorios para el Diálogo Social y la Paz, que su solo enunciado es una consigna del remedio que tenemos que tomar para atacar los males de una sociedad enferma que padece desde hace mucho rato de corrupción política aguda.
Aprendimos que es posible atajar a los corruptos, el balance social nos dice que cuando el ciudadano da un voto de confianza a un personaje mañoso o cuando no participa y expresa su indiferencia con desinterés por lo público, cuando deja pasar con su voto, a siniestros personajes a manejar lo que es de todos, cuando no pedimos cuentas claras a tiempo, estimulamos la trampa y el desfalco, brindamos la oportunidad que se roben los dineros que aportamos al pagar los impuestos y al final de cuentas, si lo miramos de esta manera, salimos responsables por acción o por omisión.
Bien lo pronostica una filósofa española llamada Adela Cortina, muy referida y pronunciada por eminentes asesores de anteriores gobiernos municipales, la ética nos ahorra dinero y sufrimientos, entonces , actuar con respeto por lo público, por lo que es de otros, es un reto que debemos asumir, no solo de pensamiento y de palabra sino de obra.
Este desafío ayuda a pensar y a construir un modelo diferente de apropiación colectiva del territorio, profundizando la democracia mediante ejercicios de ciudadanía activa y participante, esta puede ser la mejor terapia para que esta Ciudad Musical con la laboriosa virtud de sus artistas y sus gentes altivas y soñadoras, elimine para siempre estas prácticas lesivas y transforme el escenario donde solo se destaca la actuación de unos facinerosos con sus bandas de ladrones y los conciertos para delinquir.
Ibagué musical puede mostrar al mundo otros conciertos.
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