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Opinión

Acoso laboral en la educación pública

Acoso laboral en la educación pública

Por: Oscar Javier Arciniegas Garzón

El acoso laboral es algo que sigilosamente altera el bienestar de las organizaciones, enrutándose a lo más profundo de las entrañas de las relaciones interpersonales como consecuencia de un poder oscurecido por el ego desmesurado de una persona que tiene el poder.

En las Instituciones Educativas públicas este fenómeno no es ajeno. Conocí un caso donde una docente que llegó al magisterio con el mejor de los puntajes de su convocatoria y con el anhelo de aportarle fielmente a la educación en Colombia, sin embargo, al pasar un tiempo el jefe inmediato comenzó a perseguirla laboralmente, obstaculizando sus labores, manteniéndola al margen de cada una de las reuniones decisivas para la Institución y donde ella tendría que aportar significativamente de acuerdo con sus funciones.

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A pesar de la situación, la docente mantenía el entusiasmo de desempeñar su papel adecuadamente el cual había soñado y preparado durante mucho tiempo. En el transcurso de los años intentó varias opciones para resolver el conflicto, entre ellas el diálogo directo, mediación, apoyo de los superiores, afectividad exacerbada, oraciones, plegarias, pero fueron infructuosas. Pasaron varios años con la esperanza de que las cosas iban a mejorar y el resultado era tan obvio que terminó buscando un nuevo horizonte donde valoraran su trabajo. 

Otro caso fue de una docente que llevaba más de 20 años en una institución educativa de la región, su labor era caracterizada por la dedicación y dejar el alma en cada una de sus clases reconocida por los propios compañeros, estudiantes y padres de familia. Hasta que llegó un nuevo directivo que no permitía objeción, recomendación o refutación alguna y empezó la decadencia de una trayectoria construida con ahínco y al igual que la historia anterior trató por diferentes medios de resolver el conflicto con el mismo resultado, traslado gestionado por ella misma a otra institución.

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Lo anterior, son solamente dos casos de los innumerables que existen en el departamento. Esta situación altera negativamente el clima laboral hasta la calidad educativa de las Instituciones y sobre todo la salud mental y hasta física de los docentes, afectando su labor en el aula de clase, aumento el ausentismo laboral, incremento de las dolencias físicas y obviamente una desesperanza de que las cosas pueden ser mejor.

Es triste escuchar historias similares que se agudizan con el transcurrir del tiempo y sobre todo la situación vivida por los docentes impregnada de un silencio abismal, compartida solamente con familiares cercanos pues manifestarlo abiertamente en las Instituciones Educativas o a las entidades competentes acarrea una serie de consecuencias que muchos no están dispuestos hacerlo debido a la angustia, temor, miedo, entre otras. Pero ciertamente el silencio de algunos docentes y la miopía de las entidades encargadas de investigar estos hechos, alimenta el mal ejercicio del poder de un jefe afianzado en una actitud que se está convirtiendo en una enfermedad que destruye ferozmente uno de los pilares de la educación como lo es el docente.

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