Opinión
Ibagué: una ciudad para quererla
Hace poco se celebró el cumpleaños 467 del Municipio de Ibagué y muchas personas manifestaban a través de las redes sociales la satisfacción de vivir en la ciudad y colocaban emoticones de corazones que reflejaban el gran amor por esta tierra.
Esa situación me hizo recordar algo que escribí meses atrás donde decía que me encanta esta ciudad que aún no es impersonal, conserva un paisaje fundamentado en el verde de las montañas y un sol resplandeciente casi todo el año, las distancias entre los puntos más alejados de ella son manejables y los niveles de distres son bajos. El esparcimiento se puede lograr en zonas urbanas modernas básicas y unos lugares envueltos de naturaleza que favorecen la relación del ser humano. Es una ciudad apropiada para la familia, los amigos y sobre todo que contribuye a estar VIVO en un mundo casi inerte. Esa es mi Ibagué!
Esa palabras denotan una realidad hermosa, sin embargo, solamente basta observar como transeúnte, pasajero o conductor de cualquier medio de transporte público o privado para darse cuenta del relacionamiento inadecuado de algunas personas con la ciudad que nos vio nacer o que nos adoptó por casualidades de la vida.
Para la siguiente descripción me voy a fundamentar en un postulado de Karl pooper, un filósofo inglés, donde menciona que existe tres mundos: el primero, lo comprende las cosas materiales y naturaleza; el segundo, las personas; el tercero, la cultura y las disciplinas.
Teniendo en cuenta lo anterior, es triste evidenciar el relacionamiento que tienen algunas personas con el primer mundo de Pooper, cuando utilizan inapropiadamente los parques, rayan las paredes, tiran la basura sin pudor y dañan los jardines públicos. Así mismo, en el mundo dos aparece la intolerancia entre vecinos y hasta en los propios familiares que se evidencia en los datos suministrados por las autoridades competentes. En el mundo tres, se escucha muchas personas denigrando de su identidad, rechazando esta tierra y hasta maldiciéndola.
Todo lo anterior, genera una preocupación por las consecuencias a corto, mediano y largo plazo que pueda convertir ésta linda ciudad, en una caótica, donde impere la desconfianza de sus habitantes, desorden vial, el incremento de los conflictos interpersonales, paisajes urbanos y naturales deteriorados y una cultura diezmada.
Por eso es importante aprovechar esta oportunidad y hacer un permanente compromiso personal – social con la ciudad y consiste en que apenas salgamos de nuestras casas tengamos un propósito de hacer cosas básicas como respetar las señales de tránsito, arrojar la basura en el lugar indicado, saludar a los vecinos y tener en cuenta que la ciudad es de todos, mientras esperamos una verdadera política de cultura ciudadana con trazabilidad que llegue a cada uno de los barrios de nuestra Ibagué. Empecemos mañana mismo y hágase esta pregunta ¿cuál es tu compromiso con la ciudad está semana?
Por: Oscar Javier Arciniegas Garzón
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