Historias
Magaly Martínez, la tolimense que triunfa en China
Magaly Martínez, emprendedora ibaguereña en China con su marca de café ‘Café Altitud 1960’.
Por: Juan Sebastian Giraldo
Magaly Martínez Hernández es una ibaguereña apasionada por los negocios, el emprendimiento y el café. Desde hace más de 10 años hace patria en China como empresaria de diferentes productos colombianos, pero especialmente con su marca de café, Café Altitud 1960.
Cuando era estudiante en el Liceo Nacional, Magaly se distinguió por su liderazgo y visión de mundo, dotes que acrecentó cuando ingresó a la Universidad del Tolima a estudiar Negocios Internacionales. Allí se destacó como una alumna líder en el programa, su desarrollo académico estuvo marcado por el permanente deseo de dejar huella.
Uno de los retos y deseos más grandes que tenía Magaly era el de realizar su pasantía internacional en un país que fuera muy diferente a Colombia, un país con otro idioma, otra cultura, que supusiera un mundo totalmente nuevo y en el que pudiera demostrar su ímpetu de mujer ‘echada pa’lante’. Tras aplicar para tres países de diferentes continentes, el que mejor se alineó con sus deseos fue el gigante asiático, China.
Todo ocurrió a través de AIESEC Tolima y AIESEC Nottingham en Inglaterra, que vinculó a Magaly al InterContinental Hotels Group (IHG), la compañía más grande del mundo en cuanto a número de hoteles. Enviada a la sede que el Grupo IHG tenía en China se le encargó realizar una especie de relaciones públicas y manejo de cuentas empresariales. De este modo, en 2011 inició su estadía en China, inicialmente solo duraría un año, el mismo tiempo de su pasantía internacional.
Una de las labores más importantes de Magaly consistía en acortar las brechas culturales que había entre los clientes occidentales y la cultura china, pues aquejaban que el servicio de los hoteles no era el mismo que se recibía en otras ciudades como Nueva York, Londres, París y demás. Sin embargo, una de las mayores dificultades que encontró en esta misión fue la barrera idiomática.
— Yo pensaba que al ser una empresa tan internacional la mayoría iba a hablar inglés, pero realmente éramos contados con los dedos de una mano las personas que lo hablábamos. Se me hizo muy complicado comunicar las ideas de los clientes cuando las personas a mí alrededor no me entendían, entonces desde el segundo mes decidí empezar mis clases de chino, porque era más fácil que yo aprendiera chino a que ellos aprendieran inglés.
Mejorando día a día su chino mandarín y conversando con las personas de la ciudad de Ningbo de la provincia Zhejiang en China, desarrolló de manera satisfactoria su pasantía.
Su desempeñó le sirvió para recibir ofertas laborales del mismo Grupo IHG, donde era pasante, y de otras empresas que querían contar con sus servicios, finalmente terminó llegando a Delori, una de las empresas con las que trabajaba el Grupo IHG, y que se especializaba en la fabricación de bebidas y alimentos.
Un futuro en China con olor a café
A casi 16 mil kilómetros de lo que alguna vez fue su casa y haciendo parte ya del ajetreo del mercado chino, Magaly no tuvo tiempo ni siquiera para recoger su diploma como profesional en Negocios Internacionales, era consciente de que China era su nuevo hogar y allí estaba su futuro.
Con Delori no solamente trabajó durante varios años, sino que la experiencia con la empresa trascendió las fronteras nacionales, permitiéndole a Magaly viajar por el mundo entero, conocer nuevas culturas, pero, sobre todo, nuevos mercados. El participar en decenas de ferias comerciales le sirvió para conocer más a fondo el funcionamiento de la industria de alimentos.
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The Colombia Factory y Café Altitud 1960, empresa y marca de la tolimense Magaly Martínez, productos colombianos en China.
A pesar de que Delori siempre se había enfocado en el mercado internacional, el destino tenía otros planes para Magaly y la empresa. Durante su estadía, los directivos de Delori decidieron apostar también por el mercado local, proceso del cual Magaly hizo parte, vinculándola directamente con múltiples empresarios chinos que también querían hacerse lugar en su propia tierra, una experiencia que le serviría para ir dando forma a algo con lo que siempre había soñado desde que pisó tierras asiáticas: iniciar su propia empresa.
— Me la pasaba de feria en feria y siempre que decía que era de Colombia me preguntaban lo mismo: que si vendía café. Conocía algo del mercado porque tenía familia cafetera, pero era algo que nunca había querido explorar porque pareciera que todos los colombianos venden café, no le veía el valor real a ese trabajo.
Con el paso del tiempo los comentarios se hacían cada vez más frecuentes, hasta que en 2017 unos empresarios amigos le pidieron que los acompañara a Colombia, porque querían ir a un foro Internacional del café que ese año se realizaba en Medellín. Magaly no tuvo inconvenientes y le parecía bien volver a su país así fuera por unos días; sin embargo, las casualidades del destino le tendrían algo preparado en aquel foro cafetero.
Durante julio de 2017, se realizó en Medellín el primer foro de países productores de café, en donde participaron empresarios, federaciones de café, entes gubernamentales, comercializadores de café, pero especialmente caficultores. Allí una de las actividades consistía en crear grupos de trabajo, mesas en las que conversarían distintos actores sobre temas referentes a la producción de café, situación en la que Magaly se encontró de primera mano con las perspectivas de varios caficultores de antaño.
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— Eso fue una casualidad, porque mis ganas de emprender siempre estaban, pero no encontraba un producto que me apasionara. Ese día escuchando a los caficultores entendí el valor real que había detrás de una taza de café, toda la tradición y el arte que acompañaban a esa bebida. Al final de ese evento yo les dije: me comprometo a que si alguien se toma una taza de café se la tome con responsabilidad social.
Los caficultores relataron lo difícil que era para ellos ver que de un café vendido a $5 dólares por una gran cadena como Starbucks, ellos recibieran 5 centavos. Les preocupaba que el esmero por la tierra se muriera con ellos, ya que su nueva generación no quería seguir con el negocio del café porque no consideraban les pudiera proveer un estilo de vida estable, misma razón por la que Magaly nunca había querido incursionar en el negocio del café.
Finalizado el evento, y al reflexionar sobre los testimonios de los afligidos caficultores, la perspectiva de Magaly cambió, el café empezó a tomar un nuevo significado para ella. Los días siguientes de la ibaguereña fueron dedicados enteramente a leer sobre el café, aprender sobre el proceso del grano, sus características más específicas, cómo funcionaba la industria y por qué el café colombiano era uno de los mejores del mundo.
Magaly tenía algo claro, iba a representar no el café comercial, sino al café del pequeño agricultor, para el cual ese grano es su vida.
The Colombian Factory y Café Altitud 1960
El café era una gran apuesta en China. En 2015 la bebida se popularizó entre los habitantes del gigante asiático gracias a la llegada de varias cadenas internacionales, las cuales se encargaron de que el café fuera visto como una bebida que representaba estatus, ganando terreno frente al té, la bebida insignia en el país.
— Cuando el chino se interesa por algo, se interesa mucho. Los chinos empezaron a querer más, más allá de lo que Starbucks ofrecía. Ahí les surgió la pregunta ¿hay algo mejor que esto?, entonces supe que debía dedicarme a los cafés especiales.
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El jefe de Magaly en Delori siempre supo de sus intenciones por crear su propia empresa, así que no puso ningún problema a su renuncia y la apoyó en el proceso de crear lo que sería The Colombian Factory, la empresa de Magaly y su mejor amigo, John Alexander Ayala, registrada en 2016 en Colombia.
Como en la mayoría de retos en la vida, lo más difícil es el comienzo, Magaly visitaba distintas ferias comerciales alrededor de China, pero ahora en representación de The Colombian Factory, una situación difícil, pues a pesar de que ya tenía experiencia en este tipo de eventos, ya no estaba en una empresa gigante, sino que ahora representaba una empresa desconocida de solo dos empleados, ella en China y Ayala en Colombia.
Visitando ferias y haciendo contactos con clientes potenciales, la empresa empezó a solidificarse y con ello, la idea de “vender no un café, sino un concepto. El concepto de café más arte”. Estas ideas determinaron lo que sería la marca insignia de The Colombia Factory, el Café Altitud 1960, un café proveniente de microlotes ubicados a más de 1.960 metros de altura sobre el nivel del mar.
El concepto de “Café más arte” se robusteció durante la pandemia por covid 19, cuando Magaly conoció a Andrés Ribón, un artista colombiano cuyo trabajo representaba lo que ella buscaba con su producto. “Me gustaban sus obras, expresaban para mí lo que era el consumidor chino: simpleza, elegancia y complejidad. Él me contó sobre su arte, un arte para conectar, no importaba donde estuviéramos, siempre íbamos a estar conectados. El café en China no es una bebida de desayuno, es una bebida que conecta un momento, una reunión, a dos amigos, por lo que su arte era todo lo que buscaba”, contaba Magaly para El Cronista.co.
Vendiendo desde cafés geishas con fermentaciones anaeróbicas hasta cafés más tradicionales como el Huila supremo, The Colombian Factory ha sabido hacerse un lugar entre el exigente público chino, siempre llevando el concepto de que el café es un arte, mostrando la finca y el proceso que tiene cada café en su preparación.
Trabajando arduamente, colaborando con otras empresas colombianas como Latin Coffe, y sorteando obstáculos como los tiempos de tostión, Magaly triunfa al otro lado del mundo, con la intención de que sus clientes siempre quieran probar algo más y dando a conocer lo mejor de los productos de nuestra tierra. En eso tantos ires y venires por el mundo, Magaly encontró en el belga Nicolás Thys su mejor aliado, su mejor compañía. Un día decidieron que casados estarían mejor y que así les rendiría más. Y les ha rendido.
Actualmente, The Colombian Factory ofrece café, moringa, limón Tahití, fibra de coco y jack’snacks, productos colombianos ofertados principalmente en el mercado chino. Las participaciones en ferias comerciales continúan y al día de hoy hay conversaciones con países como Dubai y Estados Unidos para empezar a exportar Café Altitud 1960.
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