Historias

Mi nombre es Gelatina

Mi nombre es Gelatina

Por: Juan Sebastian Giraldo


De cabello largo encrespado, barba grisácea y una nariz de punta ancha, ‘Gelatina’ recorre las calles de la ciudad musical día a día. En su carrito de tres niveles carga más de un centenar de gelatinas, las cuales se han convertido a lo largo de los años, no solo en su sustento, sino también en su identidad.

A sus 48 años, ‘Gelatina’ acumula más de tres décadas viviendo del oficio de las ventas. Primero, de manera formal en una empresa de pinturas; después vendiendo Bon Ice, y desde hace unos 20 años dedicándose al comercio de la gelatina de pata.

Sus mañanas comienzan alrededor de las 8:00 a.m. levantándose y dando gracias a Dios por un día más de vida. Sobre las 9:00 a.m. ya está en las calles gritando con  voz chillona “¡Gelatinaaaa!”. Aunque no cuenta con una ruta específica, uno de los sitios que más recorre es el barrio La Pola, donde por su carisma y constancia ha ganado un gran reconocimiento entre los vecinos.

Con un fuerte sentimiento de libertad y siempre con el ánimo por las nubes, ‘Gelatina’ recorre las calles. Si en algo es claro, es que independientemente del clima o de su estado de salud, él siempre estará en las calles, porque el día en que no salga no tendrá de qué comer.

Su vida ha dado giros extraños en muchos sentidos. A sus 16 años inició en esto de las ventas, a pesar de que nunca le llamó la atención y tenía otros sueños.

— A mí lo que me gustaba era coser, arreglar zapatos y demás. Compré la máquina incluso, pero nunca se me dio. Yo digo que Dios ya le tiene a uno lo que va a hacer en la vida.

Su primera experiencia con las ventas fue a los 16 años. La invitación de un tío suyo lo llevó a ayudarle a vender en una empresa de pinturas. Después de ocho años y de tener que llevarle el almuerzo a las novias de su tío, decidió que no quería continuar ahí. Pasado un rato concluyó que era hora de vender Bon Ice.

Corrían los años 2000 y ‘Gelatina’ no era ‘Gelatina’, sino ‘Bon Ice’. Recorría Ibagué cuadra a cuadra hasta llegar al semáforo del Jardín, Santander. Allí, acompañado de un pingüino inflable, sincronizó su tiempo con el de los colores del semáforo y pulió sus habilidades en el arte de vender. Su mayor hazaña en esa época fue vender 24 mil Bon Ices en dos meses.

La razón de su éxito no fue otra que su ingenio. Al verse estancado en ventas y estar en números rojos, se sentó, meditó, y pensó mucho; necesitaba algo diferente, algo que lo ayudará a distinguirse del resto de vendedores.

— El grito nace de todo un proceso. Duraba dos, tres, cuatro horas piense y piense. Me demoré meses hasta que sonó la campanita. Empecé a desarrollarlo porque al inicio me dolía la garganta cuando lo hacía.  Practiqué y le pedí a Dios. Al final funcionó, pero fue un proceso difícil.

A ‘Bon Ice’ le fue tan bien en esa tarea de distinguirse del resto, que por poco termina en ‘Expedición Robinson’, un reality show que por ese entonces estaba en pleno auge. Hizo las pruebas y esperó paciente la llamada, pero el tiempo pasó y nunca llegó. Más tarde uno de los productores le dijo que no había pasado únicamente por responder que no sabía nadar, respuesta que, hasta el día de hoy, Gelatina niega haber contestado.

Una niñez de muchas comodidades y poca libertad

La espontaneidad no siempre fue su fuerte. Cuando niño era alguien muy cohibido, trataba de seguir las reglas de la casa al pie de la letra. Procuraba nunca hacer enojar a su padre, Francisco Peña, quien lo educó con severidad. En su casa le enseñaron que seguir las reglas traía recompensas, por lo que para el año 1985 ya tenía Tv propia, betamax, bicicleta, varios arma todo, entre otras comodidades.

— ¿Cómo pasó de ser un niño cohibido al ‘Gelatina’ que conocemos hoy día?

— Eso es como cuando usted le abre la puerta de la jaula a un pajarito, abre sus alas y vuela.  Salí de la casa y me olvidé de las comodidades. Ya no quería esas cosas, quería libertad.

Desde que voló de la jaula, ‘Gelatina’ tiene algo muy claro, “lo único más poderoso que la inteligencia es la constancia”. Con base en este mantra ha vivido su vida. No cree en la derrota ni en que el dinero tenga por qué faltar. Es un convencido de que el esfuerzo lo puede todo y de esta manera aspira a algún día tener un negocio propio y poder darles empleo a otros.

— Si el día de mañana ya no puedo vender gelatinas, me pongo a vender galletas, a cantar en un bus, pero siempre encontraré algo que hacer. Necesito es ver si ahorro, me gustaría poder montar una empresa de gelatinas, brindar trabajo a una ciudad con tan pocas oportunidades.

Gelatina

Suave y endulzado con alguna especie de polvo blanco, su producto, según él, no dista mucho de las semillas del ermitaño, la ambrosía del Olimpo y el hidromiel de Odín, pues sus cualidades son casi divinas. Relata que sus gelatinas de pata de res y panela contienen colágeno en grandes cantidades, sirven para la tos y destapar los pulmones, e incluso para las rodillas.

‘Gelatina’ es un nombre que ha venido construyendo con los años, y del cual se siente orgulloso, porque es un nombre que no se lo pusieron, sino uno que se ganó a pulso, trabajando durante 19 años.

— Cuando salgo a la calle soy ‘Gelatina’. No es donde se nace, sino donde se lucha. Un certificado no te dice quién eres. Mi nombre es ‘Gelatina’ porque así es como me conoce la gente aquí y en todo el mundo.

Luego de no haber parado un solo día, durante 30 años, y de vender pintura, Bon Ice, tinto y gelatina, se siente orgulloso del nombre que se ha construido y de la disciplina que ha mostrado; sin embargo, su mayor orgullo no es otro que su hija, Angie Liceth Peña, de 15 años.

— Quiero mandar un saludo a mi hija, que le deseo éxitos donde se encuentre. Hija, te amo y eres el mejor regalo que me ha dado Dios. Así no estés conmigo eres mi felicidad.

Recientemente el personaje de Gelatina ha vuelto a sonar en Ibagué, ahora no solo en las calles, sino también en los dispositivos móviles y en los bafles de las casas, pues junto al grupo de rock sinfónico, Entorchados, realizaron una colaboración para lanzar ‘Gelatina’, una canción que ha logrado más de 31 mil reproducciones en Facebook hasta la fecha.

 

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