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Este es el primer jaguar tolimense

Este es el primer jaguar tolimense

Fotografías crédito: Bioparque Cafam.

Por: Juan Sebastian Giraldo


De manchas escurridizas, orejas apagadas, 900 gramos de peso y unos 40 centímetros de largo, es el primer jaguar tolimense, y uno de los primeros en Colombia nacido bajo cuidado humano. Sus padres fueron víctimas del tráfico ilegal de animales y hoy su cría es una luz de esperanza para la especie.

En julio de 2015, una noticia le dio la vuelta al mundo: en el zoológico Guátika, de Tibasosa, Boyacá, se dio a luz a los primeros tres jaguares nacidos en cautiverio en Latinoamérica. Ante las dificultades que representaba su reproducción fuera de su hábitat natural, el hecho significó un hito para la conservación de la especie e incentivó a crear nuevos programas de reproducción de jaguares en diversos zoológicos del continente.

En Colombia, de acuerdo con la Lista Roja de la UICN, se encuentra catalogado como una especie Casi Amenazada (NT), mientras que en países como El Salvador y Uruguay se categoriza como extinto desde el siglo XX y XIX, respectivamente. En ambos países, conforme la agricultura, la ganadería y la expansión urbana avanzaron, se talaron grandes áreas de selvas y bosques donde los jaguares solían vivir, quitándoles su hogar, aislándolos y haciéndolos desaparecer poco a poco. Así mismo, la fiebre por la comercialización de la piel del jaguar durante el siglo XX, fomentó el tráfico ilegal de estos animales y devastó gravemente su población.

En 1973, el jaguar fue incluido en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), prohibiendo así el comercio internacional de esta especie y sus productos derivados, y convirtiéndose esta en una de las primeras medidas para frenar su desaparición.

Aunque la caza de jaguares para obtener sus pieles decayó notablemente, se estima que durante los últimos 20 años la población de jaguares en Colombia ha disminuido un 25% ya que todavía persiste la caza y el tráfico ilegal de esta especie, además, por supuesto, de la pérdida de su hábitat natural, como se mencionaba anteriormente.

Desde entonces, y a pesar de los avances en tecnología e investigación, los casos exitosos de reproducción de estos felinos fuera de su hábitat natural han sido bastante escasos. Únicamente en Colombia, México y Nicaragua se conocen resultados satisfactorios de estos procesos. Sin ir muy lejos, hasta ahora, en nuestro país el único caso ampliamente difundido había sido el del zoológico Guátika.

El jueves 29 de agosto, la Asociación de Corporaciones Autónomas Regionales (Asocars) llevaba a cabo la PreCOP16 sobre fauna silvestre en Ibagué, un evento en el que se abordaba el panorama, manejo y protección de la fauna silvestre, así como la problemática aún vigente del tráfico ilegal de animales en Colombia. Simultáneamente, a unos 86 km de distancia, en Melgar, nacía un jaguar en recinto, hijo de una pareja de jaguares rescatados de manos del tráfico ilegal.

La primera reacción fue muy grande. Vimos a la hembra acicalándose y luego dijimos: no, no se está acicalando. Nos dimos cuenta que lo tenía en el pecho, estaba limpiando al cachorro y amamantándolo. Corrimos a separar al macho para que no lo matara, porque ellos no desarrollan un sentido paternal, y luego instalamos cámaras trampa para tomar un registro continuo del pequeño y su madre”, declaró el biólogo Leonardo Castiblanco.

El ciclo fértil de la hembra terminó alrededor de junio y el macho empezó a alejarse, por lo que había indicios de una posible fecundación, así que biólogos y veterinarios empezaron a tomar registros y, por medio de condicionamiento operante, a hacer ecografías, descubriendo que, efectivamente, había un feto en el vientre de la hembra.

No se esperaba el nacimiento de esta especie, en el marco del seguimiento que se le realiza al bioparque, su jaguar macho ya era de una edad avanzada, entonces no se esperaba que surgiera eso o que fuera compatible con la hembra. Es muy importante porque es el primer jaguar que crece en cautiverio en el Tolima y una de las primeras en Colombia y una gran esperanza para la conservación de la especie”, manifestó Zullyana Sánchez, coordinadora de Control y Vigilancia de Cortolima.

El pequeño, que aún no recibe nombre, no se separa más de un metro de su madre, de ella depende su supervivencia. Durante el primer año y medio de vida, el cachorro se alimenta únicamente de la leche de la madre. Por otro lado, a unos 10 metros suyos, se encuentra su padre, quien debe estar encerrado la mayor parte del tiempo.

Los primeros acercamientos entre el macho y su cría son más o menos a los 6 o 7 meses, cuando la cría tenga un margen para defenderse. Ojalá puedan convivir bien los tres. Tenemos la suerte de que el macho no desarrolló un comportamiento territorial debido a que vivía con su hermano. En caso de que no puedan, tendremos que ver qué hacemos para reubicar a alguno”, explicó Castiblanco.

Anna y Chac, dos supervivientes del tráfico ilegal de animales

Chac, el jaguar macho, vivió aproximadamente hasta los 11 años en un criadero ilegal de Cali, hasta que fue rescatado por la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca y reubicado en el Bioparque Cafam de Melgar junto con su hermano mayor.

Sus manchas parecen tener lunares dentro de sí mismas, es corpulento, macizo e imponente, no cabe duda que es uno de los jaguares más longevos de Colombia, con alrededor de 20 años de edad. A Melgar llegó hace unos 8 años, siendo uno de los primeros jaguares del bioparque que abrió su hábitat para jaguares hace tan solo una década.

Toda su vida la compartió junto a su hermano, con quien jugaba días enteros, esto le permitió no desarrollar un fuerte comportamiento territorial, uno de los aspectos que más dificulta la reproducción de los jaguares fuera de su hábitat natural. Hace año y medio se quedó solo, cuando su hermano murió debido a la vejez.

Sin embargo, todo cambió hace 10 meses, cuando a su recinto llegó un nuevo jaguar, una hembra, también rescatada de un criadero ilegal, Anna. Una alianza entre Corponor y la Fuerza Aérea colombiana hizo posible el traslado de la hembra desde Cúcuta hasta Melgar en una aeronave HUEY II que voló durante 5 horas para lograrlo.

Cabe señalar que después de que un jaguar, al igual que la mayoría de animales, es víctima del tráfico ilegal, ya no puede volver a su hábitat natural y debe ser reubicado en zoológicos, bioparques o demás hábitats controlados para velar por su supervivencia.

Es importante llamarlos recinto, hábitat o bajo cuidado humano. La palabra cautiverio tiene una connotación negativa y desde los bioparques y zoológicos procuramos que no se use ese término. Ayudamos a animales que nunca podrán volver a su hábitat natural. Un animal que es víctima de tráfico ilegal ya no puede volver a su hábitat natural”, explica el biólogo de Cafam.

El neonato, una luz de esperanza para la especie

La reproducción de jaguares fuera de su hábitat natural es una tarea complicada. Los jaguares bajo cuidado humano deben ser genéticamente adecuados entre sí y tener una buena compatibilidad para asegurar una reproducción exitosa. Además, los jaguares pueden experimentar estrés debido al cambio de entorno, lo que puede afectar su capacidad reproductiva.

Tras la pérdida paulatina de su hábitat, pequeños grupos de jaguares se han aislado entre sí, lo que ha conllevado a una reducción de su diversidad genética debido a la endogamia (cruces entre individuos estrechamente relacionados). Anna y Chac se convirtieron en los padres de un cachorro considerado “un tesoro genético” de la especie, pues no nació de una reproducción endogámica, asegurando así que este tenga una diversidad genética saludable y que pueda, eventualmente, reforzar poblaciones salvajes.

Así mismo, según explica el biólogo de la Universidad de Ibagué, Daniel Bonilla, el nacimiento de un jaguar bajo cuidado humano, permite realizar de mejor manera ciertas investigaciones que en la naturaleza serían invasivas. Estas investigaciones podrían proporcionar información valiosa para perfeccionar los esfuerzos de conservación tanto en cautiverio como en libertad de los jaguares.

El neonato tiene poco más de un mes de nacido, pero ya es la esperanza de muchos investigadores, biólogos y veterinarios que procuran trabajar en pro de la preservación de los jaguares. Los esfuerzos están enfocados ahora en asegurar la supervivencia del bebé jaguar, ya que muchos no sobreviven debido a distintos factores y por ese mismo motivo, muchos centros no informan de manera pública el nacimiento de estas crías.

Por otro lado, desde el Bioparque Cafam deberán organizar un plan de conservación e investigación de la especie como se los exige Cortolima para definir el futuro del pequeño jaguar. “Lo que hablamos con ellos es que, como no estaba organizado, necesitamos un plan de conservación de esa especie. Ellos no esperaban ese nacimiento, entonces tienen que trabajar en un plan de recolección de información de investigación y un plan de conservación puntualmente para esa especie. De acuerdo a como se desarrolle, se va a determinar si esa especie se reubica, se libera o simplemente está dentro de su plan de conservación”, acotó la coordinadora de Control y Vigilancia de Cortolima.

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