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Almuerzo en las escalinatas de la Darío Echandía, una nueva manera de compartir en familia y amigos

Almuerzo en las escalinatas de la Darío Echandía, una nueva manera de compartir en familia y amigos

Desde hace algún tiempo se ha vuelto de moda almorzar en familia en las escalinatas y bancas de la Biblioteca Darío Echandía, buscando reencontrarse padres, hijos y nietos, amigos, novios y esposos, de lunes a viernes luego del descanso del medio día en las labores diarias.

Es así como dos jóvenes venezolanos Verónica y Abraham, quienes llegaron a esta ciudad hace 8 meses dicen que es una manera de compartir “la vianda” como ellos la llaman y de hablar de sus quehaceres cotidianos. Abraham quien procede del estado de Falcón labora en un céntrico almacén de la ciudad, mientras que Verónica vende tintos desplazándose por las distintas calles de Ibagué.

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Aunque muchas veces se ubican en otros sectores cuentan que decidieron elegir este sitio, porque la Policía “viene y los levanta”, por eso decidieron encontrarse a las 12 del día en la plazoleta Darío Echandía.

Mientras tanto en otra banca comparten su almuerzo Rosalba Castellanos y su madre Ángela, quienes llevan acudiendo al lugar hace tres años.

Para ellas no ha sido un impedimento el fuerte sol o la lluvia, porque cuando el tiempo no es benévolo se arman de sombrillas, toallas e impermeables para cubrir sus cuerpos mientras comparten un plato de sopa.

Rosalba dice que “este es un lugar encantador de la ciudad porque es tranquilo al medio día, el ruido de la fuente de agua de la biblioteca ayuda aún más a relajarse y constantemente llegan músicos a interpretar sus instrumentos”.

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A diario, pensionados, estudiantes, trabajadores y todo aquel que se deja llevar por el encanto de este sitio llega hasta allí para hablar, o tertuliar sobre el acontecer diario y compartir un plato de comida.

Ahora el clima es benévolo, pero saben que a cualquier momento puede llegar el frio, sin embargo, una sopa caliente o un seco pueden ser deleitados con gusto y con amor.

Pese a imponerse esta moda en el centro de Ibagué y de ahorrarse unos pesos, la mayoría de los trabajadores deciden traer su almuerzo ya que esta capital se está convirtiendo en una ciudad grande, que les impide ir hasta sus casas a almorzar y hacer la famosa siesta.

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