Editoriales
Se necesita autoridad para rescatar el espacio público en Ibagué
Un problema que lo dejaron crecer tanto como el mercado desordenado de las ventas ambulantes que taponan las principales calles de Ibagué, que impiden el libre tránsito de transeúntes y la movilización de la ciudadanía como de vehículos, no es simplemente para tratarlo en mesas de concertación socioeconómicas y de acuerdos mutuos, se necesita la acción de la Fuerza Pública y de la Fiscalía.
La invasión de las principales vías de la ciudad no es obra de unos cuántos vendedores necesitados del sustento diario, sino también de mafias organizadas que desde hace algunos años vienen dirigiendo y manipulando el negocio en las calles, la venta del espacio público donde hasta un simple lotero tiene que pagar para ubicarse en determinado lugar.
A ello se agrega, determinados 'comerciantes' mayoristas que los surten de mercancías y baratijas desde almacenes y grandes locales comerciales, que se constituyen en la gasolina para fomentar el desorden en la 'plaza de mercado' en que se ha convertido el centro de Ibagué.
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No de otra manera se explica que todos los esfuerzos que han realizado administraciones anteriores para solucionar este problema hayan fracasado. La construcción y adecuación del llamado centro comercial Chapicento en la carrera primera entre calles 15 y 16, y el de la 19 con carrera tercera, son muestra palmaria del desinterés que muestran quienes manejan a los vendedores ambulantes para buscarle una solución real al problema.
No olvidemos que alguna administración también les ofreció el CAM de La Pola, y tampoco lo aceptaron. Ellos no están interesados en una solución a este caos.
Otras pruebas del negocio mafioso que se mueven en las calles de la Ciudad Musical de Colombia, son los surtidos del mismo tipo de mercancías que exhiben los vendedores, como si se tratara de uniformes militares o de un colegio; es el mismo tipo de sombrillas, mercancía o cachivache que venden.
Ahora incluso unifican los puestos con la mismas medidas, las mismas leyendas publicitarias, equipos de sonido y voz promocionando la misma grabación, y hasta los mismos colores, símbolos y logos en los pendones, en el caso de las ventas de vidrios protectores para los celulares, por ejemplo.
Esto demuestra que la propietaria de estos puestos es la misma persona. Y debe de ser venezolana porque la mayoría de vendedores son de ese país.
De tal manera, la experiencia que existe es abundante en el manejo de este tipo de comercio que se hace en forma ilegal, y no se puede seguir tratando con pañitos de agua tibia ni cálculos electorales, un asunto donde no existe interés de solución por una de las partes, y donde en el fondo, subyace un negocio oscuro como es el lavado de dinero a través del contrabando.
El problema, en nuestro criterio, debe recibir una respuesta socioeconómica para aquellos vendedores que realmente la necesiten, y otra de autoridad, investigando y buscando a los verdaderos patrocinadores de este desorden que no es difícil encontrarlos, desde que se quiera claro está.
No obstante, el caso de Ibagué es único en el país con la invasión del espacio público en tales proporciones. Esta ciudad es el paraíso de los vendedores ambulantes, aquí no solo llega la diáspora venezolana sino de todas las ciudades donde si tienen control y orden por parte de las autoridades.
En estas circunstancias, será difícil una solución al problema de invasión del espacio público sin tener en cuenta las medidas de autoridad que deben tomar las autoridades; en otras palabras, la Fuerza Pública y la Fiscalía. De otro forma será imposible la recuperación de las calles de Ibagué.
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