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María Cecilia, una escobita que embellece a Ibagué

María Cecilia, una escobita que embellece a Ibagué

Desde hace 22 años y sin derecho a tomar unas cortas vacaciones, esta mujer, María Cecilia Quiroga, una escobita ibaguereña, recorre las calles de la ciudad musical recogiendo lo que otros arrojan.

Cuenta ella, que su horario de trabajo inicia a las 4 y 30 de la mañana, en ocasiones les toca trabajar los sábados y cuando labora los domingos, la empresa encargada les paga estos turnos dominicales o festivos.

Sin embargo, es un trabajo muy arduo; de 9 a 10 de la mañana toma un descanso; posteriormente y al terminar su labor de 8 horas llega al llamado “cuartelillo”, ubicado en la calle 18 con carrera primera para entregar el carro y firmar unas planillas a las dos de la tarde.

La necesidad y la responsabilidad de levantar cinco hijos, hizo que esta mujer se empleara, con el fin de brindarles un futuro digno.

Es consciente que limpiar calles es arriesgado, señala que lo más duro es encontrarse con habitantes de calle agresivos o delincuentes, de igual forma, cuando tan sólo caen lloviznas: “debemos salir, estemos en las condiciones que estemos”.

María Cecilia cuenta que inició su trabajo en el centro y los barrios de la ciudad musical. Por ahora el oficio de barrer lo hace a gusto porque se siente acompañada de gente grata.

Cree que en el centro hace menos calor y que es menos arriesgado, por eso afirma: “la gente ha sido muy buena conmigo”. Como anécdotas se refiere a que en tres oportunidades, se encontró dos anillos y una cadena en oro en el centro de la ciudad y el parque de Belén, pero enfatiza que eso fue hace años. “Ahora uno no se encuentra ni siquiera plata, por ahí tan solo monedas, las cuales son recogidas por los mismos habitantes de calle…” señala jocosamente.

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La mayoría de veces dice que la gente que transita a su paso le demuestran su gratitud, diciéndole que ella se esmera en barrer y los desadaptados arrojando basuras, sin embargo, les responde que es su trabajo, el cual debe hacerlo con amor y responsabilidad.

“Para mí ya no es un trabajo pesado” y aclara que sus hijos ya mayores le piden que se retire, sin embargo, les manifiesta que aún no lo hace, porque le gusta, pues su esposo que es maestro de construcción también labora y quiere seguir cooperando para su humilde hogar.

Se siente agradecida con Interaseo, la empresa que la ha empleado durante todos estos años, y señala que en este momento hay 70 mujeres realizando esta labor, sin embargo, hay muchos más hombres barriendo calles.

María Cecilia, vive en el Cañón del Combeima, dice que levantó su casa a punta del trabajo, se siente orgullosa de sus hijos al verlos realizados en profesiones de contaduría pública, enfermería, salud ocupacional y técnico en maquinaria de minería. “A Dios gracias ellos están trabajando”, dice esta mujer, de piel curtida por el sol.

Tiene tres nietos, que habitan en su misma vivienda y su hijo mayor le dice “mamá ya no barra más, pero le digo que con ese sueldo mínimo que me pagan, me siento realizada y agradecida”.

“Ahora para acceder a este trabajo exigen la hoja de vida y recomendaciones, eso sí con un bachillerato, pero cuando yo ingresé no era así…”, dijo María Cecilia. “Soy una persona alegre y optimista, los problemas se dejan en la casa para poder rendir en este trabajo”.

Como todos los días, esta mujer muy atenta recorre las calles ibaguereñas, limpiándolas, con el fin de mostrar la cara amable y hermosa de la ciudad.

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