Crónicas
Leyenda sobre las nobles mentiras para el deporte en Ibagué
Luego de ser culminados los IX Juegos Nacionales 1970 en Ibagué desde los más pequeños de la ciudad hasta los de mayor edad recibieron un regalo importante donde además de recrearse podían cultivar e incentivar su pasión y destrezas en el deporte.
Hernando Arbeláez Jiménez, es el paraíso del cual le hablamos, pero tal vez sea más familiar para los habitantes de esta ciudad si lo llamamos Complejo Deportivo de la 42.
Imagina una infraestructura donde desde sus cimientos podías sentir el valor del deporte, gimnastas, basquetbolistas, voleibolistas, porristas, futbolistas, taekwondistas, nadadores y unos cuantos minutos más tardaríamos si nombramos todas las disciplinas con deportista que frecuentaban este lugar.
Por más de cuatro décadas el complejo deportivo Hernando Arbeláez Jiménez vio florecer varias generaciones de deportistas creados en sus espacios e importantes representantes del departamento a nivel nacional.
Era el año 2014 y Juliana Robayo una pequeña de 11 años llena de esperanza y entusiasmo por fin empezaba a entrenar en las nombradas Piscinas Olímpicas de su ciudad, para ella esto representaba el principio de una prometedora carrera como nadadora.
Tanto Juliana, como sus compañeros, todos los deportistas y pobladores de la ciudad esperaban que gracias a la aprobación del presidente de su país al otorgar los XX Juegos Nacionales a su departamento, Tolima y a Chocó sucediera lo mismo que hace 45 años, tener nuevos que permitieran mejorar su rendimiento deportivo.
Hasta el momento todo era poesía innata, así que es hora de presentar a los villanos de la historia; acontece que ciertos gobernantes de la pequeña ciudad a quienes se les encomendó la tarea de remodelar los escenarios deportivos que mencionamos previamente terminaron destruyéndolos y desviando el dinero.
Mientras tanto en el mundo de ilusiones de Juliana quien junto a sus compañeros estaban inocentes de las atrocidades que se estaban cometiendo solo pensaban “aún creíamos que íbamos a tener los mejores escenarios de Colombia" por tal motivo no le encontraban problema a realizar sus entrenamientos en lugares alternos.
Pero los meses pasaban, el día de inicio de los Juegos Nacionales se acercaba pero en las piscinas de la 42 solo la ruina allí brillaba.
Las justas se llevaron a cabo y el único fruto que se obtuvo de ello fue el castigo que recibieron los infames destacados líneas arriba ya que fueron privados de su libertad por haber obtenido beneficio propio de los recursos dispuestos para tan importantes estructuras.
Para entonces Juliana ya hacía parte de la Liga del Tolima oficialmente, cuando ella y todos los habitantes de Ibagué se dieron cuenta que las promesas no eran más que palabras disfrazadas con rostros fieles de mentiras.
Falsas esperanzas recibieron los nadadores al recibir la noticia de que podían iniciar sus entrenamientos en las anheladas piscinas pero les solicitaron dejarlas porque tenían unas irregularidades, solo fue posible hacer un entrenamiento allí. "Las baldosas se empezaron a soltar, las luces se llenaban de agua… " eran algunas de las pocas noticias que recibió Juliana.
El año 2016 daba su entrada junto al nuevo grupo de dirigentes y promesa tras otra dejaban transcurrir el tiempo.
2018 y “fue puesta la primera piedra pero de ahí no pasó nada más, muchos deportistas nos tomamos la calle 42 en señal de protesta pero solo nos calmaron con más palabras” una anécdota más para la pequeña nadadora que en ese entonces ya tenía 15 años.
Con desilusión los nadadores continúan sus entrenamientos en lugares alternos. Comfatolima, un centro de recreación de la ciudad que contaba con algunas de las características necesarias para prestar el servicio de formación a estos deportistas requería de arriendo para hacer uso de sus piscinas, por un tiempo dicho alquiler fue remunerado por un Club de nadadores y quienes no pertenecían a dicho club (como Juliana) aportaban un monto mensual de 20 a 30 mil pesos.
Finalmente la alcaldía municipal de ese año brindó alivio financiero apersonándose de la situación.
La espera y los anhelos continuaban, la administración dio paso a las otra sin entrega de resultados como ya se hacía casi por tradición.
Hoy, Juliana con 16 años relata con decepción por lo que ha tenido que pasar para no abandonar su gran sueño; junto a su grupo de compañeros abandonaron la sede Comfatolima por la falta de algunos elementos de bioseguridad que garantizaran proyección hacia el COVID-19 ,luego el polideportivo Bocaneme los recibió en sus espacios pero actualmente están bajo la administración del IMDRI y no han tenido aval para utilizarlas.
A falta de lugar para entrenar el padre de un nadador logró que una piscina ubicada en el corregimiento de Payandé, abriera sus puertas a los deportistas en formación.
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Pero tengamos en cuenta un pequeño pero fundamental punto, lo mínimo que requieren estos nadadores para realizar un entrenamiento adecuado es una piscina de 25 metros y de forma recta, aquí se presenta nuevamente una dificultad, este lugar que ahora brinda sus servicios a los deportistas solo cuenta con una piscina de 17 metros y tiene forma de L.
Estamos de acuerdo en que obtengas tus propias conclusiones.
Por ahora muchos jóvenes y niños continúan arraigados a sus sueños como Juliana quien considera que “primero dejaré de nadar antes que entreguen las piscinas y es triste porque soy la única generación de mi familia que no tuvo escenarios”
Otros partieron en busca de mejores oportunidades, los semilleros se dividieron, muchos entrenadores ya no tienen a quien entrenar mientras el alcalde de nuestros días dice “las piscinas Hernando Arbeláez son un patrimonio de Ibagué y el objetivo es devolver a los ciudadanos este escenario completamente funcional y listo que acoja a los talentos de la natación que dejan en alto el nombre de nuestra ciudad”
¿Y listo alcalde?
El secreto, el engaño y la hipocresía son las palabras protagonistas de esta narrativa que hoy en día se cuenta con tristeza; tal vez atrás quede dicho desastre y aún falte mucho por recuperar el sueño de deportistas en la capital tolimense, pero aún quedan esperanzas para estos deportistas y las nuevas generaciones para tener establecido dicho escenario.
Por: Alejandra Garzón – Andrea Gómez
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