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La nueva ruta de Ciudad Perdida, la que se tragó la selva en el corazón del Tolima

La nueva ruta de Ciudad Perdida, la  que se tragó la selva en el corazón del Tolima

Muy cerca de Falan, al norte del Departamento del Tolima, hay una ciudad perdida que cualquiera puede ir a conocer. Cerca a Mariquita, y a lo que fue Armero, hay un paisaje enclaustrado en los vestigios de una mina que perdura desde la época de la Colonia.

Si el poeta Aurelio Arturo hablaba de "los bellos países donde el verde es de todos los colores" la Ciudad Perdida es uno de ellos. Hay verdes oscuros en las hojas que cayeron enfermas de tiempo al piso y verdes suaves en las rocas esmeraldas que parecen moverse debajo del agua. Por sobre los caminos de herradura se levantan muros de musgo que trepan por árboles que han estado en pie hace siglos.

Se cree que en la Ciudad Perdida hay guacas, y que un resplandor sale de ellas y guía a los buscadores de riqueza. Dicen que la ciudad se perdió en un hueco por una erupción que hubo, alguna maldición la empujó hasta el olvido de lo lejano. O fue un temblor el que la sumergió en la tierra y entonces la gente pasaba por al lado y no la veía y la fueron olvidando.

Los historiadores señalan que allí quedaba una mina donde los ingleses explotaban oro y plata, y que de tanta explosión todo quedó hundido. En la carretera que va del norte del Tolima lleva a Ibagué se puede ver el letrero, color café, a derecha del camino. Las Reales Minas de Santa Ana, más conocida como la Ciudad Perdida, se anuncia a 13 km más adelante, cerca de conocido cruce de San Felipe.

Las nuevas rutas

La pasadía dura como mínimo tres horas y se puede tomar el nuevo sendero ecológico por la calle Morales a una cuadra de la iglesia de Falan, por la nueva ruta se atraviesan tres hermosas cascadas de aguas cristalinas que se pueden beber a placer. El agua creada por la naturaleza tiene un sabor que cualquier empresa embotelladora intentaría imitar. Arriba y abajo todo es verde y naturaleza; da la impresión de estar en una selva dentro de la civilización. 

Al llegar a la Ciudad Perdida se comienza a caminar y van apareciendo cascadas al lado de los senderos. Si los visitantes desean bañarse en ellas lo pueden hacer tranquilamente, las aguas que bajan son piscinas naturales. Otros caminos llevan a las minas donde trabajaban unos 2000 indígenas esclavizados. Las paredes de roca son húmedas, y sobre ellas se deslizan canales de agua.

Los túneles de la Ciudad Perdida conducen hasta la Casa de la Segunda Expedición Botánica en Mariquita. Es difícil saber cuántas historias pasaron por estos túneles. Historias de progreso, pero también se saqueo, de exterminio cultural. Por los socavones revotan los ecos del agua que cae más adelante.

Las pareces de dos y tres metros de altura están construidas con laja, un tipo de piedra lisa y poco gruesa, cuidadosamente tallada. Así la llamada "Casa de la contratación". Una construcción en forma de caja fuerte en donde los colonizadores guardaban los objetos más valiosos que encontraban en sus viajes.

Para ir hasta la Ciudad Perdida lo mejor es contratar un guía, para que todo sea más seguro e ir conociendo un poco de la historia que está detrás de los muros. La entrada vale $13.000, dentro de los cuales está incluido el guía. Además pagando la entrada se adquiere una póliza de seguros por cualquier accidente dentro del recorrido, lo cual brinda tranquilidad.

También se venden almuerzos típicos a la entrada: bandejas con carnes, cachamas, mojarras, pollo o pechugas. Cualquier tipo de bebidas. "Hay mucha oferta de comidas y bebidas", dice el coordinador turístico de Falan. Al parecer el comercio encontró a la Ciudad Perdida desde hace mucho tiempo.

Para quienes quieran ir a conocer hay una rezo que es tradición realizarla antes de comenzar el viaje. Una forma de pedir permiso y protección a los espíritus que algunos creen que viven allí: "Le pedimos a los guardianes y a los seres de luz que nos acompañen en este recorrido que vamos a emprender. Que todos los elementales, que todas las esencias aquí atrapadas nos sean favorables, que nos cuiden, nos protejan y nos alerten de todo peligro. Que si alguna entidad desea comunicarse a través de nosotros podamos ser conductos para que ellos puedan recibir el alivio del desahogo."

Y con esas palabras es como algunos aseguran que el recorrido sea tranquilo.

Recorrer los senderos de la Cuidad Perdida es desandar los pasos de personas que forjaron lo que es nuestro país hoy en día: el botánico José Celestino Mutis administró las estas minas durante diez. Luego, cuando los españoles tuvieron que salir corriendo porque la Independencia se les vino encima, llegaron los ingleses a seguir explotando las minas.

Quien quiera conocer más detalles del recorrido que se ofrece puede buscar en Facebook la Reserva Natural Ciudad Perdida, o comunicarse con el coordinador turístico de Falan al número 310 5612356 o con  Ferdando Aguirre al 3105740846.

Texto: Camilo Jiménez

Fotos: Suministradas

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