Crónicas
Amparo Manrique: 20 años en un taxi en medio de peligros y alegrías
Amparo Manrique es una de las 15 conductoras de taxi que hay en la ciudad de Ibagué. Desde hace 18 años, ella como muchas mujeres debió tomar este camino al ser abandonada por su hoy exesposo, para sacar adelante a sus dos hijos que ahora son profesionales.
Cuenta que el saber manejar desde ese entonces, le permitió mirar esta alternativa de trabajo, pues el hecho de no haber pasado por una universidad ni tener un oficio técnico le generó impedimentos para acceder a trabajar en una oficina.
Cuando se vio sola y sin saber qué hacer con los pequeños, pensó en ser conductora y fue así cuando se vinculó al gremio de la mancha amarilla en el año 2000. “En ese entonces ver una mujer en conduciendo volante y más en un vehículo de servicio público era mal visto", dijo Amparo
Ella manifiesta que sus compañeros la miraban con recelo y le hacían a uno el feo, aún los pasajeros que se subían al carro desconfiaban de sus capacidades para manejar, pero que ahora ha cambiado ese concepto y reconocen que las mujeres son excelentes en el volante.
Sin embargo, como dice ella: “yo no le paraba bolas a esto y aún así todavía hay gente que duda de las capacidades de una mujer, para ser taxista”.
Los riesgos que ha debido afrontar por la inseguridad de la ciudad han sido mayúsculos pues trabaja de noche desde hace cinco años, sin embargo, cada vez que sale de su casa se encomienda a Dios quien la ha protegido en muchas ocasiones y sus compañeros que le han colaborado cuando ha sido abordada por atracadores.
Señala que una vez recogió a dos hombres en el sector de la novena etapa del Jordán, quienes la intimidaron con arma de fuego, la segunda vez fue en Boquerón cuando dos sujetos la amenazaron con armas blancas, apareciendo la Policía, que ya había sido avisada del hecho y dando captura a los delincuentes.
“En este trabajo se conoce mucha gente, recorriendo la ciudad y viendo las cosas que suceden. Mi turno empieza de tres de la tarde a una de la mañana de domingo a jueves y los viernes y sábado desde las 5 de la tarde a 5 de la mañana", señala.
Cuenta que dentro del carro le ha tocado escuchar peleas de parejas, situaciones de calle, aquellos que les gusta entrar en conflicto por las vueltas o porque tomó otra ruta que no les gustó a los pasajeros. "Son cosas que hay que sobrellevar con paciencia”, dice Amparo.
Además, se convierte en psicóloga y consejera, porque los pasajeros le cuentan sus problemas y le piden una orientación. Un día una mujer tomó su servicio y le pidió que siguiera al marido, por lo que ella hizo lo pertinente, descubriendo que este iba con una mujer tomando la vía a Boquerón.
Otra anécdota que tiene para contar Amparo es que hay pasajeros que le dicen a ella, que si la mujer le pregunta dónde lo recogió que diga que fue en otro sitio, cuando lo recogen en moteles o sitios clandestinos.
El perfil del buen taxista “es una persona decente, bien hablada, atento con el pasajero, con paciencia, tolerancia, constancia y buena presentación personal”, manifiesta Amparo.
Además agrega que: “sobrellevar las situaciones, porque nosotros lidiamos con distintos caracteres”.
Dice que sus hijos en alguna ocasión le dijeron que debía cambiar de trabajo, pero se negó porque por que le gusta."Ya me quedo aquí, siento pasión por lo que hago".
Como Amparo, hay unas 15 mujeres más que pese a exponerse a los peligros de una ciudad, continúan en esta labor que les ha generado alegrías y tristezas, con el fin de ver a sus hijos en mejores condiciones de vida.
Amparo al despedirse, nos dijo que desea trabajar unos años más frente a su taxi y que les aconseja a sus colegas revestirse de todas las energías positivas para salir adelante, porque el trabajo en la calle no es fácil hacerlo.
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