Opinión
Tema para este tiempo: ¿Ser o tener?
Por Juan Bautista Pasten G.
Por lo pronto, la interrogante señalada ha sido objeto de análisis y reflexión por ciencias como la psicología y la sociología, además de la filosofía, desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. En efecto, pensadores afines a diversas corrientes ideológicas, han examinado la problemática referida, optando por una u otra propuesta o intentando unificar ambas posiciones.
Ciertamente, el hecho fundamental es poder discernir y dilucidar cuándo somos o estamos más satisfechos como personas, vale decir, nuestro desarrollo como seres íntegros, ¿depende de lo que hemos crecido interiormente y la manera como actuamos consecuentemente en el mundo o, a la inversa, tenemos mucha más posibilidad de estar más conformes y realizados en la medida que tengamos mayor cantidad de objetos materiales, de cosas?
Ahora bien, este es un cuestionamiento surgido en los últimos 50 años, debido, en gran medida, a la diversidad de elementos tecnológicos que han invadido, prácticamente, a todas las sociedades humanas. Esta intervención e inserción se ha incrementado, sobre todo, con la multiplicidad de aparatos “tecnotrónicos” que, desde la novedad, han terminado por convertirse en “necesidades” para millones de seres humanos. En este contexto, primero la televisión y hoy la tecnología celular, constituyen el medio de influencia, de tentación y afán consumista para personas del mundo entero.
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Sin embargo, como todos sabemos – o más bien, deberíamos saber -, el afán desmedido de tener objetos materiales presenta muchos riesgos y dificultades de todo tipo. Por una parte, la adquisición de bienes materiales requiere la mediación de dinero para obtenerlos, el cual suele no estar al alcance de todas las personas. Por ello, muchos terminan pagando en cuotas su irrefrenable anhelo de satisfacción y realización, reducido a lo meramente físico. Lo anterior genera, además, falencias y males emocionales, psíquicos y sociales, tales como envidias, resentimientos, conflictos familiares y laborales, estrés, pérdida de autoestima, depresiones y neurosis existenciales.
Por otra parte, las cosas, los bienes y riquezas materiales se extinguen, agotan o acaban. Entonces, es menester reemplazarlos y cambiarlos, por tanto, nuevamente, es preciso hacer uso del dinero para concretar esa renovación de lo material. También, las cosas pueden perderse, nos las pueden quitar, expropiar e, incluso, robar. Las cosas tienen, forzosamente, fecha de término.
Al contrario del Tener, es decir, de los deseos sustentados en el logro de lo material, tenemos al Ser, cuyo sustrato esencial radica en el descubrimiento, conocimiento y fortalecimiento de la interioridad de las personas (ideas, pensamientos, valores, emociones, sentimientos). Esta riqueza interna debe proyectarse y prolongarse hacia el entorno, comenzando por lo inmediato (familia, amistades) y ampliarse crecientemente a mayor número de personas, hacia la naturaleza, el planeta, el universo y el Todo de que somos parte.
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Ciertamente, comprendido de tal manera, Ser se convierte en acción, en experiencia, en actitudes, en forma de vida, las cuales pueden practicar y protagonizar todos los seres humanos. Ser uno mismo es vivir en armonía con todo cuanto le circunda, ser la mejor versión de cada uno. Al respecto, el filósofo estadounidense Erich Fromm, indica: “Tener implica adquirir y poseer cosas, incluso a personas. Ser se centra en la experiencia: intercambiar, compartir, comprometerse, solidarizar con el prójimo. Ser uno mismo” (libro “El arte de Amar”).
Como corolario de la presente columna, quiero expresar lo siguiente: Lo que Somos – producto de la comprensión de nosotros mismos – es muy difícil de perder, por ejemplo, nuestros Valores, Ideales, Convicciones, Anhelos y Objetivos.
En cambio, no sucede lo mismo con lo que tenemos: casas, propiedades, vehículos, dinero, trabajos, joyas, títulos, diplomas. Todos ellos son susceptibles de terminar o acabar en algún momento de nuestras vidas.
Fromm agrega al respecto, “si perdemos todo cuanto tenemos, ¿qué somos?”. En lo que respecta a Ser, podemos decir lo siguiente: ¿Quién nos puede impedir o usurpar ser: ingeniosos, divertidos, amorosos, bondadosos, libres, capaces, sinceros, empáticos, honestos, respetuosos, justos, solidarios, felices y creativos?
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Finalizamos, instando a Ser cada vez más nosotros mismos, a buscar y descubrir la Plenitud habida en nuestra alma y espíritu. Todo lo demás vendrá como complemento y añadidura.
“La realidad aparente es una deficiente imitación de la realidad verdadera”. Platón, filósofo griego, siglo IV a.C.
“Cree que la vida merece ser vivida y tu creencia permitirá crear el hecho”. William James, filósofo y psicólogo estadounidense, siglo XIX.
“Incluso la noche más obscura, termina con la salida del sol”. Víctor Hugo, escritor francés, siglo XIX.
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