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Opinión

Participación y Protagonismo

Participación y Protagonismo

Por Juan Bautista Pasten G.


El carácter social de los seres humanos no puede reducirse a reconocer y acatar, sin mayor cuestionamiento, la diversidad de ordenanzas, leyes, normas y/o deberes impuestos desde lo exterior, vale decir, las establecidas por las organizaciones, los gremios, los países o los estados en lo que nacemos, pertenecemos o habitamos.

Por lo pronto, la obsecuencia y condescendencia a las normativas vigentes, no puede calificarse – a nuestro juicio – como una real y efectiva participación social, entendiendo por ésta a la posibilidad de concebir, cumplir y construir el bienestar propio y familiar en conjunción al crecimiento cualitativo y cuantitativo de la realidad de que forma parte.

Para clarificar y aportar con mejores ingredientes valóricos a lo antes mencionado, vamos a recurrir a lo expuesto por el escritor suizo/alemán Hermann Hesse en su afamado libro “El lobo estepario”. Ahí, el autor denomina al mundo o realidad humana como “el gran teatro del mundo”, o sea, la sociedad es un gran escenario donde intervienen una multiplicidad de personajes que están, constantemente, entrando y saliendo de escena.

Pues bien, en este contexto escenográfico y teatral, se manifiestan tres grupos o modos de participación, más o menos activa, en esta obra mundial. Efectivamente, las agrupaciones percibidas son las siguientes:

  1. Los espectadores: representan a la mayoría de las personas, aquellas que se limitan a ser observadores de la obra teatral. Por supuesto, el grado de participación es precario, ya que, simplemente, deben comprender y acoger el argumento e identificarse con alguno de los actores o actrices, por ejemplo, en sus comportamientos, ideales u objetivos.

 

  1.  Los actores de reparto: Constituidos por un menor número de seres humanos, son aquellos que cumplen una función más activa que los anteriores, sin embargo, no adquieren aún un rol fundamental en la obra (o sociedad). La colaboración que prestan es necesaria y tienen cierta importancia, porque pueden modificar algunos aspectos del drama o comedia, aunque desde un accionar secundario.

 

  1. Los protagonistas: Son los actores principales, sobre los cuales gira la obra y que, mantienen relevancia durante toda o la mayor parte de la misma. Los protagonistas mantienen la atención de los espectadores, ya que son quienes establecen los lineamientos escénicos, los que proponen e influencian a quienes les rodean e imponen los ritmos, el parlamento y el derrotero del trabajo teatral (y del mundo). Ciertamente, los protagonistas son, por lo general, los menos en cantidad, pero su dominio es efectivo y substancial.

Ahora estamos, entonces, en condiciones de elaborar nuestra reflexión crítica acerca del tema de la presente columna. En efecto, la mayoría de los seres humanos – durante gran parte de la historia – han mantenido una actitud más bien pasiva respecto de las grandes cambios y transformaciones sociales, vale decir, como observadores y actores secundarios, como objetos sobre acaecen la multiplicidad de eventos de todo tipo - científicos, artísticos, políticos, valóricos, éticos y filosóficos - más que verdaderos Sujetos, en consecuencia, como generadores de las grandes transformaciones colectivas.

Por cierto, los momentos históricos donde la abigarrada multitud, en que la masa humana ha logrado convertirse en comunidad, pueblo y ciudadanía consciente, activa y, por tanto, protagónica, han dado como resultado el avance sustantivo de la humanidad en su conjunto, donde los Derechos y los Valores han dejado de ser meras entelequias e ideales vacíos, para constituirse en realidades consecuentes y efectivas, cuyos frutos han beneficiado a creciente cantidad de la especie humana.

En consecuencia, es menester que el protagonismo sea asumido y ejercido por un número cada vez mayor de personas, única forma de imaginar y crear un mundo verdaderamente valórico, en que la justicia y la equidad sean realmente concretadas, donde el respeto, el cuidado y la protección de la Vida – humana y natural – nos permita avanzar y crecer en todos los ámbitos.

Para que este anhelo de hoy sea susceptible de consolidar mañana, es imprescindible aplicar la Educación Integral en todo tiempo y lugar, instando y motivando a todas las personas en esta dirección. Pienso que hacer un adecuado uso de la tecnología actual permitirá caminar con bastante celeridad hacia tan nobles objetivos. Es hora de comprometernos en el efectivo crecimiento de la humanidad, donde cada uno sea considerado como Protagonista, como actor principal en el Gran Teatro del Mundo. Cuando esto acontezca, podremos hacer realidad el bello y potente pensamiento del gran Walt Whitman: “La vida es un bello poema y a todos nos corresponde agregar un nuevo párrafo. ¿Cuál será el párrafo que tú agregarás?”.

“Eres mucho más grande de lo que piensas. Tu bondad lo hace manifiesta”. Walt Whitman, poeta estadounidense, siglo XIX y XX.

Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto”. Aristóteles, filósofo griego, siglo IV a.C.

“La principal costumbre que debemos enseñar a los niños es la de no someterse a ninguna”. Jean Jacques Rousseau, filósofo suizo, siglo XVIII.

  • Docencia e investigación

Universidad de Chile

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