Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Columnistas

Literatura y política de Vargas Llosa

Literatura y política de Vargas Llosa

Por: Edgardo Ramírez Polanía


Es complejo referirse a la obra de un escritor, no sólo por los diferentes géneros literarios, sino por expresiones de sus sentimientos y pasiones, que exigen para su análisis precisos conocimientos de esas disciplinas o al menos haber asistido a informarse de las reglas del lenguaje para verificar el estilo, la estética y el significado de las palabras.

Quien escribe no tuvo el privilegio de conocer personalmente al escritor Mario Vargas Llosa, fallecido lamentablemente esta semana, pero sí de haber leído algunos libros de su extensa e importante obra literaria, que le dio al escritor su carácter universal con el otorgamiento del merecido premio Nobel en el año 2010 que lo consagró como uno de los seis escritores más importante de América Latina.

Para establecer la genialidad, la finura de pensamiento, el tiempo de meditación, la agudeza de observación, la acumulación de conocimiento, la sensibilidad y el estilo de un escritor como el Nobel Vargas Llosa, es necesario conocer el arte literario y la obra del escritor, así como a los curadores les corresponde definir sobre la calidad y certeza del arte pictórico y un abogado las leyes en concordancia con el procedimiento para obtener un resultado justo. El autor de esta columna es abogado, nació en una casa llena de libros y es escritor, lo cual, le facilita poder analizar una parte de la extensa obra literaria del escritor Mario Vargas Llosa, como es su contenido político, sin presumir ser crítico de arte literario.

Esa exigencia es la que permite la existencia de la cultura y la jurisprudencia de ella misma. No todos los seres humanos somos geniales ni aptos o diestros como Darío Ortiz Robledo, para sentir o hacer una obra pictórica o experto como Carlos Orlando Pardo, para juzgar una obra literaria desde su contenido hasta su encuadernación, pues no habría el problema de los valores, ni el problema de las categorías, ni el problema de la cultura y entonces, el mundo del arte sería plano, tedioso, como las opiniones de un político en campaña reeleccionista.

Pero como no es así, sino al contrario, puesto que la gracia insólita de la humanidad es que con el paso de los años, en el seno de su desesperante mediocridad y uniformidad surge el fenómeno de un Mario Vargas Llosa, que se impulsó en el llamado boom latinoamericano con la novela “La ciudad y los perros”,  donde no sólo presentó una fuerte crítica a las instituciones militares y la violencia en la sociedad peruana, sino que mostró un escritor comprometido con la lucha contra las tiranías que decía mucho de su carácter como escritor independiente.

‘La fiesta del chivo’, ‘La casa verde’, ‘La conversación en la catedral’ y ‘La tía Julia y el escribidor’, han dejado una huella imborrable en la narrativa latinoamericana, abordando temas complejos como el poder, la corrupción y las estructuras sociales propias de nuestro linaje español. Sin embargo, su evolución política ha suscitado debates sobre la coherencia de su pensamiento, especialmente cuando se contrasta con las posturas que alguna vez defendió, sobre los derechos y la igualdad de los seres de este lugar del mundo.

“La conversación en la catedral”, es una obra donde Vargas Llosa profundiza en la corrupción y el autoritarismo, pero desde una perspectiva más introspectiva. A través de los diálogos entre los personajes, el autor revela la podredumbre moral de la sociedad peruana durante la dictadura de Manuel A. Odría Amoretti, usando la conversación como un medio para explorar cómo el poder y la sumisión que deforman la vida cotidiana, en que hace una reflexión sobre la complicidad, el conformismo y la degradación ética, ofreciendo una crítica sutil pero penetrante al sistema político y social de la época.

En el caso de los abusos del dictador de Rafael Trujillo en la República Dominicana, publicó “La fiesta del chivo” que brindó una visión desgarradora de cómo el poder absoluto puede corromper a las instituciones y a las personas. Más que una denuncia directa, es una reflexión sobre las consecuencias del autoritarismo y el miedo que siembran los tiranos en la sociedad cuando se apoderan de todas las inmutaciones del Estado.

En los comentarios que hizo Mario Vargas Llosa, al ensayo  “El regreso del idiota”, que es la nueva versión del “El perfecto idiota latinoamericano”, escrito por su hermano Álvaro Vargas Llosa, Carlos Alberto Montaner y Plinio Apuleyo, se despacha contra las ideas de la izquierda  al expresar que el verdadero progreso es inseparable de una alianza irrompible de las dos libertades, la política y la económica, que no son puestas en práctica en un continente “idiotizado” por la prédica ideológica tercermundista en sus aberrantes variaciones desde el populismo hasta el odio al neoliberalismo. 

Es necesario precisar que libertad económica es necesaria para la existencia de la libertad política, a fin de que las personas puedan asociarse libremente en gremios y partidos políticos, pero que si no existe la educación garantizada por el Estado, entendida como instrumento de trabajo, no habrá libertad política ni económica, por la falta de los recursos económicos de la gente para ejercer esa libertad.

El ensayo “El Perfecto idiota latinoamericano”, plantea una serie de sátiras a los sistemas izquierda latinoamericanos con un análisis del marxismo y sus implicaciones sociales especialmente a regiones del este continente y sus gobernantes donde la miseria y la desigualdad  son un desafío social.

Se podría argumentar que Vargas Llosa hizo un giro hacia un pragmatismo que se distancia de las luchas sociales de sus primeros años. Pero, no se puede negar que su cambio de enfoque refleja una evolución en su pensamiento político, influenciado por los cambios en el panorama global y por su propia reflexión sobre las soluciones para las sociedades contemporáneas que vienen mermando las ideologías, para cederle el paso a la riqueza y el matoneo en que se funda la apariencia de los valores.

Lo que parece claro es que, como intelectual y escritor, Vargas Llosa nunca ha dejado de generar preguntas sobre el mundo en el que vivimos. Su figura sigue siendo compleja, y sus posturas políticas y personales, son controversiales y no pueden desvincularse de su trayectoria literaria, marcada por un constante cuestionamiento de las estructuras de poder y su impacto en los individuos. Aunque sus opiniones actuales puedan parecer distantes de aquellas de su juventud, su capacidad del pensamiento crítico y su excelente narrativa siguen siendo los aspectos más importantes de su obra.

El legado literario de Mario Vargas Llosa es indiscutible, y lo que deja tras su muerte no son sólo una serie de novelas excepcionales, sino una reflexión constante sobre el poder, la libertad y la justicia, que invita a la reflexión sobre las sociedades de América Latina y el mundo en general.

Los especialistas en literatura dicen que su capacidad para retratar la complejidad humana y social era genial, sumada a su inquebrantable mirada crítica ante el autoritarismo y la corrupción, y aseguran que su nombre perdurará más allá de cualquier debate político y su extensa producción literaria será, uno de los grandes legados a la literatura mundial.

Siguenos en WhatsApp

Artículos Relacionados