Columnistas
La Minga
Amparados en ese mandato constitucional las comunidades indígenas han decidido iniciar una protesta que han denominado de carácter político y no reivindicativa, porque son conscientes de que el gobierno Duque ha cumplido los compromisos presupuestales asumidos en acuerdos establecidos anteriormente.
Es normal que las comunidades indígenas reclamen pacíficamente sobre lo que consideran “temas estructurales de su lucha social, la vida, el territorio, la democracia y la paz”. Piden la protección de esos derechos. El gobierno, estará en el deber de propender en dar soluciones.
Hace bien el gobierno Nacional en no dejarse provocar y dar espacio a aquellos líderes políticos que expresan una supuesta solidaridad con esta movilización y pasar factura política posteriormente; así como lo hemos visto recientemente en movimientos sociales, llámese estudiantil, de trabajadores u otros.
El país ha sido testigo de múltiples manifestaciones en las cuales las fuerzas legalmente establecidas como la policía o el ejército entra a hacer control en el caso de cultivos ilícitos y se han visto amenazados por las comunidades indígenas impidiendo su accionar para su destrucción.
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Es claro que la guerra del narcotráfico está generando la gran mayoría de muertos en territorios como el Cauca y Nariño. Si para estas comunidades uno de sus reclamos es la muerte de muchos de sus líderes, cómo explicar el rechazo de la fuerza pública cuando hace presencia. No hay otra explicación diferente a que están infiltradas por el narcotráfico, es decir, existen miembros de esas comunidades indígenas que están comprometidos en tareas de cultivos ilícitos. Estos hechos lamentablemente desnaturalizan las verdaderas y justas luchas que llevan a cabo, para mejorar su diario vivir entre tanta necesidad que tienen en esos territorios.
Esto para justificar la denuncia sobre posibles infiltraciones que tiene la actual MINGA. Por un lado, los que están detrás de desacreditar el gobierno y cualquier protesta la quieren canalizar para generar caos, vandalismo y desconcierto en la población. Otros aprovechar la protesta para evitar la erradicación de los cultivos ilícitos, por medio de aspersión o erradicación manual y seguir generando los dólares que les da el narcotráfico. Llámese guerrilla, paramilitares o carteles, nacionales o extranjeros.
Esta protesta traerá muy seguramente consecuencias para la población de las ciudades como Ibagué en las cuales pernoctaron, estando en pico de pandemia; con clínicas como Medicadiz, Asotrauma, Avidanti, con ocupación del 100% de las UCI, según lo reporta la secretaría de Salud.
Por el desorden social y la falta de responsabilidad de muchos ciudadanos una vez se flexibilizaron las medidas preventivas por el gobierno nacional, departamental y municipal, la ciudad se encuentra en situación de alerta, por el número de pacientes en UCI, como por los índices de mortalidad.
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La presencia de los miembros de las comunidades indígenas que se tomaron el parque Murillo Toro sin los protocolos de bioseguridad, puede generar altos índices de contaminación, por ser este uno de los sitios más concurridos en la ciudad. Las cifras de indígenas contagiados por el virus van en 30.000 aproximadamente y más de 1.000 lamentables muertes.
Ante los riesgos que implica estas aglomeraciones por el contagio del virus que aún está latente en el mundo, no es explicable que anteriormente quienes se rasgaban las vestiduras porque se solicitaba la apertura económica con controles, expresaban que lo prioritario era la vida y no lo económico y hoy día esos mismos son los que auspician y convocan a este tipo de aglomeraciones que pueden traer contagios a gran escala. Esas son las contradicciones que se dan cuando lo que interesa en realidad no son las reivindicaciones sociales o la misma vida, lo que realmente importa es su beneficio político.
Los miembros de la minga que arribaron a Cali eran aproximadamente 5.000. Al llegar a Bogotá con el pretexto de apoyar su lucha se sumarán nuevos grupos. Algunos tendrán sinceridad en el acompañamiento, pero sin duda también existirán muchos otros que serán los que avivarán el malestar y muy seguramente hechos vandálicos por fuera de lo legal; tratando de generar confusión y detrás de reclamos justos vendrán ataques a bienes públicos, privados y muy seguramente el impulsar la toma de la vía panamericana con el único interés de crear caos en la ciudadanía.
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La incógnita que nos queda es, si estas marchas no están concatenadas con la alianza de grupos de izquierda radical para llevar la protesta de la minga a coincidir con el paro nacional convocado por las centrales obreras y otros sectores para el 21 de octubre.
El presidente Duque tendrá que sentarse a hablar y llegar a consensos con los líderes de la protesta en lo que se considere justo. Eso es de un demócrata, pero no podrá negociar su programa de gobierno, es decir, a lo que se comprometió si fuera elegido como presidente, como tampoco en acceder en reclamos que vayan en contravía de políticas contra el avance de los cultivos ilícitos, que es la fuente de riqueza de los grupos alzados en armas. Igualmente será un reto para los líderes de la Minga el evitar que la misma sea infiltrada por grupos que no tienen nada que ver con sus requerimientos; solo politizar las causas de esas comunidades.
Esperemos que esta protesta llegue a buen término, que en un dialogo sensato y basados en las realidades del país y sus posibilidades hacia el futuro se logren puntos de encuentro de beneficio para todos.
P.D. Mientras todo esto ocurre, los Congresistas aportan como solución a los problemas del país la creación de 12 curules mas, así como la presentación de un proyecto de ley para debatir si aprueban que el Viche y el Arrechon sean licores nacionales.
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