Columnistas
La controvertida autonomía del Banco de La República

Por Carlos Alberto Estefan Upegui
*Exgobernador del Tolima
La reforma constitucional de Colombia en 1991 estableció la autonomía del Banco de La República, como una medida para evitar influencias políticas que pudieran afectar la estabilidad económica. Y su independencia para tomar decisiones y formular políticas monetarias, crediticias y cambiarias con el principal objetivo: controlar la inflación, preservar el valor adquisitivo de la moneda y mantener dicha estabilidad económica.
En ese orden de ideas, desde hace meses, especialmente durante las dos o tres últimas reuniones de la Junta Directiva del Banco, el gobierno ha sugerido reducir la tasa de interés sin que se dignen prestarle atención. Así se cumple la premisa que inspiró al constituyente, de “evitar influencias políticas…”, dirán algunos. Sin embargo, el gobierno puede tener razón; tanto, que el Señor Presidente ha expresado públicamente su descontento porque considera que la decisión de mantener las tasas de interés, sin siquiera estimar la posibilidad de reducirlas como insiste la Junta en uso de su autonomía, «es una posición muy conservadora que podría impedir el crecimiento económico y afectar secuencialmente la generación de empleo.»
Pues, según criterio del primer mandatario y de sus analistas de cabecera, esa postura inflexible en estos momentos supera la consabida cautela que se requirió para reducir la inflación del 9,3 % en 2023 al 5,2 % en 2024 y que el banco cree necesaria mantener para alcanzar la meta de inflación del 3% en 2025.
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Entre tanto, vale la pena aclarar, que si bien es cierto, la inflación se controla con la reducción de la cantidad de dinero en circulación mediante la implementación de políticas de contracción monetaria como las altas tasas de interés. Determinación que incide negativamente en la demanda de créditos o cantidad de dinero que los bancos comerciales puedan prestar, y evitar una mayor demanda de bienes y servicios en el mercado con su consabida presión sobre los precios.
También es cierto, que el fomento de la producción con base en créditos baratos e incentivos de distinto orden aumenta la disponibilidad de estos bienes y servicios que, aunque igualmente mejore la demanda, ayudan a contrarrestar esa misma presión sobre los precios. Además, el crecimiento genera empleo. Entonces, ambas estrategias tienen sus ventajas y desventajas, pero la elección de una de las dos ha llevado a que se esté librando innecesariamente un «pulso de grandes ligas» que desgasta, y no le conviene al país, siendo la combinación de ambas la decisión más adecuada.
El Banco de la República alega que la inflación aún sigue siendo alta, muy por encima de otras economías emergentes de la región como México, Brasil y Chile, y que se debe actuar con prudencia ante la incertidumbre de la política global. Mientras el gobierno enfatiza en una urgente y adecuada respuesta a las necesidades actuales de la economía en cuanto a la reactivación del aparato productivo y el empleo.
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