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Ibagué, ¿Ciudad Musical?

Ibagué, ¿Ciudad Musical?

El 30 de junio de 2009, por solicitud de la Alcaldía Municipal de Ibagué, la división de Signos Distintivos de la Superintendencia de Industria y Comercio concedió el uso de la marca Ibagué Capital Musical al municipio, que la estableció, además, como logotipo institucional mediante el acuerdo 026 de 2010 del Concejo Municipal.

Más allá de las disposiciones legales, Ibagué, desde la primera mitad del siglo XX, es conocida popularmente en el país como la Ciudad Musical de Colombia. Sin embargo, en el año 2012, la Unesco declaró a Bogotá como Ciudad Musical de la humanidad, un rótulo del que también hacen parte Sevilla (España), Glasgow (Escocia), Bologna (Italia), Gent (Bélgica) y Brazzaville (República del Congo). La designación se hizo por el rápido crecimiento y la dinámica de la escena musical como uno de los mayores centros de creatividad musical de Latinoamérica (Unesco, 2012).  

La noticia removió las más profundas fibras de cerca de los ibaguereños quienes, a través de las redes sociales y los medios de comunicación, expresaron su descontento por la supuesta pérdida del distintivo. El hecho ponía en duda su identidad. La pregunta que quedaba en el aire es si, en realidad, ¿alguna vez fuimos Ciudad Musical?, ¿cómo se construyeron esos procesos identitarios alrededor de la música?, ¿en qué contextos históricos se desarrolló esa apuesta territorial?, ¿en qué escenarios sociales e históricos circuló dicha idea?, ¿es la música un cohesor social y elemento clave para el desarrollo cultural y humano en Ibagué?

Las preguntas van mucho más allá de los eventos y la tradición cultural de la ciudad. Existe un reconocimiento nacional e internacional que imprime un sentido de orgullo, pero es clave preguntarse si la música ha contribuido a la construcción o reafirmación de nuestra identidad, y si ésta, aún subsiste.

Vivimos un mundo paradójico. Mientras el mercado intenta abrir las fronteras y se crean estados supranacionales como la Unión Europea, que abre los bordes internos y blinda los externos, replanteando el término de soberanía nacional, las culturas locales se erigen como tabla de salvación en medio del maremágnum civilizador de occidente, que se debate entre la necesidad de conservar la memoria para construir el futuro o, todo lo contrario, que el futuro sólo es posible desde un olvido selectivo del pasado

Descubrir los elementos y procesos que hacen parte de la memoria colectiva de los ibaguereños alrededor de la música es una necesidad. La identidad de una región, en un mundo globalizado, no es sólo un elemento del folclor que la hace diferente, sino el resultado de complejos procesos culturales y sociales en los que la memoria, como mecanismo para acercarse al pasado y, por supuesto, a sus raíces, crea elementos identitarios y construye sentidos de pertenencia en un territorio.

La vocación musical y cultural no es sólo un capricho de poetas, músicos, artistas y gestores. Es también una posibilidad del desarrollo humano, social y económico. Es necesaria una política de estado alrededor de nuestra identidad o, nuestro sello distintivo ante el mundo, caerá, inevitablemente, en el olvido y seremos sólo una ciudad más, un pueblo más, enclavado en las montañas del continente.

Por: Carlos Pardo Viña, Escritor y periodista

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