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El día que los arroceros secaron el río Coello

Por: Edgardo Ramírez Polanía
Doctor en Derecho.
Primero fue el agua. Lo dijo tales de Mileto en 624 a. C, al afirmar que: “El agua es el principio de todas las cosas”. Lo dicen las creencias, la ciencia, los libros sagrados y las religiones y cuando los dioses la crearon, era venerada porque la consideraban la vida misma como la sangre que es espíritu, según Nietzsche.
La mitología griega le daba relevancia al agua con Poseidón y la mitología romana con Neptuno como dioses de los océanos que eran adorados a través de los siglos. Existieron en la mitología otros dioses del agua como Chalchiuhtlicue de los aztecas, Ameonna de los japoneses, Váruna en el hinduismo y Derceto en la antigua Fenicia.
La mitología no tiene base real y la nuestra de los ríos y quebradas fue más allá, con El Yacurana del Amazonas, El Mohán, La Madre Monte y La Madre de Agua, que aunque no tienen cualidades divinas, persisten como expresión cultural desde los tiempos prehispánicos en que el río para el indio era un elemento sagrado de vida y abundancia.
Algunos científicos afirman que el agua se formó por un proceso natural y la tierra es la única que posee ese elemento en su superficie entre los planetas del sistema solar y está a una distancia exacta del sol para sus procesos naturales.
También se ha desarrollado la creencia que el origen del agua ha sido divino y otros que obedece a la naturaleza de un todo como energía según el panteísmo, como ser único y sagrado conforme la teoría clásica del teísmo y como leyes físicas del universo, según los filósofos del racionalismo moderno, Spinoza, Leibniz y Descartes.
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Cualquiera que sea el sentido de las creencias, se considera que existe un ser superior que creó el agua con sus procesos físicos y naturales con precisión y permanencia para la supervivencia de los seres vivos de manera continua con el sol.
El agua que proviene desde lo alto de las montañas y los profundos bosques, bajo árboles y lianas que la cuidan en su recorrido es limpia hasta los lagos misteriosos y empieza su contaminación cuando la toca el hombre en los intrépidos ríos que corren como serpientes asustadas sin que ningún mortal les haya diseñado su camino ni su grandeza.
Al río Coello, los nativos le llamaban Guatiporo, se formó y creció para siempre. Pero el depredador que se beneficia de sus aguas, lo extinguió con el cambio de sus cauces para las irrigaciones de los cultivos de arroz y comparado en su génesis, es un hilo tenue de aguas calladas que esperan en vano el retorno del río.
Las aguas del río Coello, eran de rauda corriente que daban vida a varios municipios y se fue convirtiendo en arenas sedientas y rocas desnudas, porque una parte de las tierras y sus aguas que conforman el distrito de riego de los municipios de El Espinal, Flandes, Guamo y Chicoral, entraron a ser propiedad de una empresa privada llamada Usocoello, una Asociación de Usuarios, que capta el agua de los ríos Coello y Cucuana para sus afiliados cultivadores de arroz y en éste último, se construyó una represa que hizo desaparecer la piscicultura en perjuicio de las comunidades de varios municipios ribereños.
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En el gobierno de Misael Pastrana Borrero, se realizó el “Pacto de Chicoral”, un acuerdo entre el gobierno, congresistas y terratenientes que sepultaron la reforma agraria y Colombia perdió la oportunidad de satisfacer los reclamos de la tierra y evitar el conflicto armado y la violencia por las desigualdades sociales.
La última titulación de tierras por parte del INCORA, se hizo en 1980 en el sur del Tolima, siendo Gerente Regional de ese organismo el suscrito columnista y gobernador del departamento el ex Ministro Miguel Merino Gordillo, quien asistió al acto en El Baurá, junto con congresistas, ministros y gerentes de institutos descentralizados.
Posteriormente Andrés Pastrana Arango, siguiendo los lineamientos de su padre en la perversa negación de los derechos y oportunidades de los campesinos, desarrolló la idea de vender los distritos de riego a los particulares y en el año 2008, la Unidad Nacional de Tierras Rurales UNAT, transfirió a Usocoello la propiedad del distrito de Riego.
Por esa transferencia la Asociación de usuarios de las aguas pagaron al gobierno la suma de $10.936 millones de pesos con un plazo de 10 años por el Distrito de Usocoello que comprendía 25.658 hectáreas, mediante la ley 1152 de 2007 y quedaron los canales de propiedad de esa Asociación y sin agua muchos campesinos.
El distrito de Usosaldaña tiene un área de 14.264 hectáreas y las mismas características de Usocoello en la captación de aguas para el arroz y actualmente lo realiza en un lugar crítico, según estudios de Cortolima. La contaminación por la aplicación de fungicidas a los cultivos de arroz, envenenan las aguas del río Magdalena donde desembocan los ríos Coello y el Saldaña, sin que los cultivadores de arroz resarzan el daño ecológico que producen en los municipios que captan las aguas del río Coello como El Espinal, con 38 grados centígrados de temperatura que sufre cortes de agua en sus 40 barrios del área urbana.
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Es hora de un debate público y que las autoridades departamentales y nacionales tomen cartas en el asunto de las aguas de los ríos de uso público en manos de empresas privadas, para que los sedientos campesinos que viven de las gallinas con el pico romo de golpear en el piso seco, tengan un destino más justo, saludable y en paz.
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