Por  Edgardo Ramírez Polanía

Se sabe que en el juego se gana o se pierde, no hay duda. Así lo expresó en su libro ‘El Jugador’ Dostoievsky. Lo que resulta inaceptable es perder al amparo de la trampa. El negocio del fútbol es así.

Argentina siempre ha estado protegida por los mercaderes del fútbol.

También es decepcionante ver a compatriotas colándose a la fuerza y rompiendo los mecanismos de control de entrada como las unidades del aire acondicionado del estadio en Miami para colarse como lagartijas al estadio.

El nombre del país queda lastimado por unos bárbaros sin cultura.

La respuesta de algunos permisivos es que en todas partes suceden cosas peores. Eso puede ser cierto, pero un barbarismo no se puede justificar con otro peor, porque se llega a la tiranía.

Anteriormente los novelones de sicarios y prepagos le habían hecho daño al alma nacional y al respeto de hombres y mujeres a nivel mundial por el apetito voraz de las cadenas de televisión colombianas Caracol y RCN, que nos presentan como matones y prostitutas.

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Esa es la razón por la cual, despistados turistas vienen a hacer narco turismo y tomarse fotos en la tumba de Pablo Escobar, como un trofeo y no en los museos o lugares típicos y culturales.

Si se critican esos repudiables actos se tilda a los autores de anti colombianos, a sabiendas que tan dañina es la acción como la omisión.

Hace falta una escalada cultural para que se eduque a la gente no solo con conocimientos elementales históricos, geográficos y matemáticos, sino culturales.

Esa es la única forma que los individuos forman bien su carácter y su comportamiento.

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De lo contrario continuará imperando la apariencia y las malas costumbres como el denominador común de una sociedad llena de emociones que evitan la realidad social, para permanecer en la equivocación que no conviene a los individuos ni a las naciones.