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Carlos poeta, un Castillo de naipes

Carlos poeta, un Castillo de naipes

Lo vi  llegar y sentí la presencia de un poeta, igualito al de la foto de la contraportada de "Imagen del Tiempo",  libro que  publicó con apoyo del  Fondo Mixto de Cultura. Entre los dedos, encendido un cigarrillo Pielroja, debajo del brazo  un paquete de revistas "Piel y sangre". Ya traía el grado de poeta otorgado en 1978 en el concurso departamental de poesía Martin Pomala organizado por la Secretaría de Educación  del Tolima.

Iniciaban los ochentas  y la Universidad  del Tolima, apenas empezaba a dar pasitos,  después de que el rector  Camilo Polanco  le cortara  a sangre fría la Escuela de Bellas Artes. Estudiaba agronomía y con paso firme un día acompañó  en caravana a Lucrecia ,la mamá del escritor Roberto Ruiz  Rojas, quien   con la Banda del Espinal y echando   voladores  recorrió  los galpones  celebrando la salida del infame rector,  a quien  siempre acusó, además, del accidente de su hijo.
Con él, recordamos  y nos burlamos del movimiento estudiantil  universitario de esa época, de la toma del "estufaso", de Ñoño, el encargado del restaurante, de los que aguantan  hambre y  después huelgan  como rectores, del representante estudiantil que hoy hace parte de la oligarquía sindical de este país,  de los  clan - destinos, de las canosas de María Cano y las carteleras de la  luciérnaga, del grupo de teatro, de las pancartas, de los tiras del efedos, y  de las consignas  dialogantes en las paredes de los baños : "La vida es sueño, Calderón de la Barca" y de la que respondía :  "La vida es una barca Calderón de la mierda".

Abandonó la agronomía y se dedicó a la poesía, a la  "Dictadura del poetariado"; escribía y editaba plegables con entregas a domicilio, pago por cuotas o fiado a corto plazo; tomaba cerveza en  tiendas  y en bares  con subsidio  para estudiante ; a todos nos visitaba en  la calle o en la oficina, con "Imáges", "Filamentos", "Papeles sueltos" o " Palabra al viento" de alguna manera los versos llegaban , gracias a él, a su destino.

En la tienda de Dorita, a la luz de un tinto, la lectura del periódico  y los comentarios a las publicaciones que traía de la Feria del Libro o de otros eventos en los que participaba siempre con sus plegables de poesía, ayudó a  programar  con las organizaciones culturales de Corcultura,  las lecturas poéticas de la Feria del Arte y los "Diálogos de memoria", Tres ausencias, tres presencias, en homenaje a Roberto Ruíz, Antonio Camacho y Mario Lafont, a quienes dedicó su amistad y describió en un catálogo: "Todos jóvenes, jodones, mamadores de gallo, irreverentes, forjadores de ideales, en estos tiempos donde por ser auténtico se corre el peligro de que lo llamen loco. O de manera simple lo olviden". 

El 9 de agosto de 2005, en la mañana recibimos la noticia y nos tocó cumplir con la promesa  de una noche cervecera. Fuimos donde el presidente del Honorable Concejo de Ibagué a explicarle que el muerto era un poeta  muy importante para la ciudad, que como a los más ilustres hijos  había que rendirle honores; el concejal de apellido Toledo no entendió nada, pero los noticieros de la mañana ayudaron a sacar el permiso para llevar su cuerpo a velarlo en capilla ardiente en el salón del Concejo del Palacio Municipal. Desde ese día perdí el saludo de varios de sus amigos y amigas que no dudaron en calificar el acto como de irrespetuoso e inapropiado para un transgresor y provocador que nunca vendió su  trabajo intelectual  ni su conciencia.

Desde entonces “En esta esquina”, como se llama el libro de cuentos del taller Literario “El Mohan” donde publicó las primeras líneas; la ciudad espera que vuelvan los poetas que no olvidemos sus versos, que nos hacen mucha falta sus hojas sueltas, sus palabras y sus pasos en el paisaje de la tercera.

Por: Víctor Sánchez, Gestor cultural

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